Sra. Ministra del Interior
Da. Daysi Tourné.-
Presente.-
Mi nombre es CARLOS EDUARDO PAOLINO ETCHECHURI, C.I. 1.810.847-0, de profesiones Militar y Master en Ciencias Cartográficas, de 51 años de edad, actualmente desempeñándome como Gerente de la empresa TEC Asociados, sita en Soriano 900 esquina Convención, y me dirijo a Ud. para poner en su conocimiento los siguientes hechos, los que por otra parte casi descarto que tengan solución por las argumentaciones harto conocidas que se hacen al respecto.
Hace poco más de media hora, sobre las 13.30, en momentos en que regresaba a mi trabajo y transitaba junto a mi hija por la vereda oeste de Convención frente al número 1235, a menos de diez metros de la entrada a mi oficina, he sido sorprendido UNA VEZ MÁS!! por uno de los tantos rapiñeros que habitan impunemente por estas manzanas. Le digo, Señora Ministra, que "impunemente" porque eso es lo que vemos a diario los que somos víctimas de las repeticiones de estos hechos.
En esta oportunidad introdujo su mano en mi bolsillo (vea que somos dos personas adultas y no podemos hablar de "incautos" o que estamos "a altas horas de la noche" o las expresiones que normalmente se escuchan) para quitarme mis documentos (los que terminó por tirar metros más adelante), porque ya es habitual que las personas de "buenas costumbres" no podamos siquiera andar por la calle con algún dinero en los bolsillos, bajo riesgo severo de perderlo todo.
No hay enfrentamiento que valga en estos aspectos entre la persona de bien y el delincuente. Siempre pierde el de bien, tajante y claro. Pierde porque es violado en sus principales derechos, esos "Derechos Humanos" de los que tanto se habla pero que van para un solo lado, y que muchas veces me pregunto si acaso no soy "humano" o no me asisten los "derechos", porque hoy es esto, hace dos semanas fue a un cliente de esta misma empresa al momento de salir otra vez a la vereda, el 30 de diciembre a las once (si, las 11.00 horas) de la mañana a mi propia esposa en el mismo patio de nuestra casa al salir a tender la ropa recién lavada, momento en que el delincuente hace por entrar en nuestro comedor!!! Vaya sorpresa la de una visita tan inesperada como no invitada!!
Puede ser cierto que Ud. tenga mil ocupaciones y que esto sea nada más que un número estadístico, de esos que terminan por decir que "ha bajado la delincuencia" simplemente porque ya nadie cree en hacer la denuncia del caso. Argumentos, tanto Ud. como sus dependientes, tendrán cientos. Pero lo cierto es que no vale la pena ni denunciar, porque al fin y al cabo es a uno al que lo tratan como delincuente (y tengo motivos demostrables al respecto) cuando lo interrogan con todo rigor mientras el verdadero delincuente ya llegó a su guarida y dentro de dos horas anda otra vez por la calle. Sepa, Señora Ministra, que los mismos dos que arrebataron a nuestro cliente, al día siguiente volvieron a cruzar una y otra vez por el semáforo de esta esquina, para más señas hasta vestidos igual que el día anterior.
Pero llamar al 911 es harina de otro costal, porque estuve 19 minutos en esa oportunidad intentando comunicarme y siempre escuché el mensaje "nuestras líneas están ocupadas...".
¿A quién recurrir Ministra? ¿A cuántos grados deberá llegar la "sensación térmica" a la que se hace referencia una y otra vez, para que se tomen medidas? ¿Hasta cuándo serán más humanos o tendrán más derechos los que delinquen que yo? Porque tal vez no habría que olvidarse que, entre otros más, son mis impuestos (tanto los comerciales como los personales) los que alimentan el Tesoro Nacional con el que se pagan desde los sueldos del personal de vigilancia hasta los "planes de emergencia" o de "equidad social", en los que ciertamente ni yo ni otros tres millones entramos.
Decía el Ministro Stirling que no era lógico pensar que tres o cuatro mil delincuentes tuvieran sobre ascuas a un millón y medio de personas en Montevideo. Pero ahora sí que se quedó corto, porque en el país somos tres millones y pico y no hay pueblo en el que hoy no se hable de la inseguridad.
No sé si alguna vez en su vida usted habrá sentido lo que es salir al patio de su casa y que un desconocido la enfrente como tal a plena luz del día, porque al fin y al cabo a que nos roben de noche ya estamos casi habituados y tal vez hemos aprendido a convivir con eso, es decir las "personas de bien" encerradas tras rejas, porteros eléctricos, casas con alarmas, perros cada vez más malos, cámaras informatizadas y hasta vigilantes particulares, porque no queda siquiera el derecho básico a la LIBERTAD de caminar por una vereda con su hija sin ser arrebatado. Se nota que está todo de cabeza, porque se habla de que a fulano o mengano no se les puede quitar la libertad, o se habla de las libertades que se quitaron en el pasado, pero esto es TAN DEMOCRÁTICO que las libertades son para los que le hacen daño a la sociedad mientras los que la sostenemos laboral y económicamente somos los que nos encerramos.
En este mismo momento la puerta de entrada a esta oficina está cerrada con llave, la que sin dudas se abrirá cuando vengan de la Comisión de Colaboración Policial, o de Narcóticos, o de Prevención, o de cualquiera de los lugares que han solido venir a vender sus "bonos de colaboración". Días pasados le dije personalmente al buen señor que venía a cobrar la "contribución" de la Seccional que no estaba dispuesto a seguir pagando mientras se siguiera agravando la situación. A cambio recibí una atenciosa carta de la propia Comisión donde se resaltaba la "importancia" de nuestra colaboración para "reparar las motos de la seccional", para hacer "reparaciones" de los vehículos, para "pintar" la seccional, para repartir "las canastas" del personal, etc., etc. y etc., como que las Seccionales o el propio Instituto Policial dependieran nada más que de la benevolencia y/o generosidad del resto de la población en vez del Presupuesto General del País.
¿Qué le parecería a usted si se enterara de que esta empresa le vende "bonos de colaboración" a la comisaría para con eso reparar "nuestra camioneta", darle "canastas" a nuestros dependientes, "comprar estufas para el invierno", y cualquier otra cosa? Sin embargo aquello sucede, pero cuando se necesitan los vigilantes siempre se dice que los delincuentes son muchos y no se da abasto, o que no alcanzan los patrulleros o que los policías son pocos, datos que me constan plenamente por diferentes vías.
Si los delincuentes estuvieran presos los demás podríamos caminar por la calle, que por otra parte también es nuestra, porque pagamos desde la contribución hasta la vereda, más el cordón, más las aguas, más esto y más aquello, y si no pagamos se nos multa; y si andamos en auto también pagamos por estacionar sobre lo que también es nuestro, y por lo que ya pagamos a través de la patente. ¿Qué tal?
¿Seguimos dejándonos robar porque los que roban son "indigentes"? ¿Siempre en este país de la mediocridad son "pobrecitos" los que roban? ¿La delincuencia va implícita en la pobreza, o viceversa? ¿Sólo con ser pobre ya hay justificación para delinquir? Yo conozco a muchos que pueden ser súper pobres, pero son súper honrados porque se han criado y habrán vivido con el sentimiento de la añoranza pero no de la apropiación indebida. Usted también los debe conocer, por cierto, pero no son esos los que nos castigan.
Vea, Ministra, si hay algo por hacer o si deberemos nada más que esperar "la carroza" porque ya no cabemos en esta mal llamada "sociedad". Tenga la seguridad que si yo no rindo en este trabajo que la vida me ha conferido, tal vez antes de que me lo pidan yo mismo deje mi cargo a alguien que lo haga con eficiencia. Porque si nuestra profesión y empleo es hacer MAPAS, mal estaría que entregáramos mapas sin carreteras, o sin ríos o sin ciudades. Esto es lo mismo: tenemos fuerzas de seguridad, de vigilancia, de persuasión, o como se dé en llamárselas, pero que no alcanza con decir que están "desbordadas". Tenga también la plena seguridad que si "se aprietan los tornillos" donde hay que apretarlos, la delincuencia va a bajar; pero si se es permisivo con algunos y con otros no (como ocurre por ejemplo con el pago de nuestros tributos, en que no podemos demorarnos ni un minuto en pagarlos bajo pena de pagar los recargos...) entonces sí que la sociedad es desigual por completo. Pero no crea que desigual para los que poco tienen, sino desigual para los que trabajamos para pagar las posibilidades de que la delincuencia crezca.
Estoy casi convencido que por más que yo escriba nada habrá de sensibilizar en la medida que podemos esperar. Acabo de llamar por teléfono a la Comisaría y no está el comisario. Si llaman a esta empresa yo, por lo menos, debo estar porque para algo soy el Gerente y, como tal, el que debo enfrentar los problemas cuando los hay.
Por otra parte, en este sistema de comunicación abierta que se ha ido implementando hace un par de años en el país, en el que todo el mundo habla por la prensa (hasta los jueces hoy son entrevistados...) yo también lo voy a hacer y quiero decirle, de frente y con sinceridad, que esta "carta abierta" también la envío a los diarios y medios que la quieran publicar, porque de verdad que no tengo nada que esconder y a esta altura ya también poco que perder, porque tal vez lo principal que ¿tiene? asegurado el ciudadano por Constitución (esa tan manoseada y manipulada Constitución que cada autoridad la "interpreta" a su criterio y modo) que es la LIBERTAD, hoy día está totalmente avasallada. ¡Qué curioso! Hoy, en el año 2008, se le siguen atribuyendo "arrebatos" a la libertad a un gobierno de facto que tuvimos hace 30 años, y no se dan cuenta (o nadie asume) que los verdaderos "atentados a la libertad individual" los tenemos en la vereda cada día o hasta en el patio de nuestra casa. Además, tal vez cuantas más personas sepamos de esto a lo mejor encontramos mejores maneras de protegernos.
Ya que denunciar sirve de poco porque "los medios legales que se disponen" son escasos (como suele responderse) quizás podamos reunirnos entre muchos y empezar a hacerle frente a esta pesadilla que lo único que se hace es atribuírsela a la "pasa base" o a las "drogas". Volvamos un poco para atrás, no más lejos que nuestra niñez, a épocas en que de verdad el que se portaba mal iba preso, y la figura del "orden público" imponía respeto. La sociedad se protegía aislando de su seno al que le hacía mal. Hoy nos encerramos los otros porque los delincuentes tienen que tener "libertades". Si esto no es andar al revés, que baje Dios y lo diga. Y roguemos para que nadie se exaspere un día de estos, harto de tanta permisividad, y haga "justicia por mano propia" porque a ese es justamente al que veremos en los informativos cuando sea llevado con sus manos esposadas a la cárcel central, o remitido al ComCar.
Con mi mayor consideración, atentamente:
CARLOS E. PAOLINO, MSc.
1.810.847-0
Tel. 902.5879
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