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Año V - Nº 268
Uruguay,  11 de enero del 2008
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Ernesto Poblet

La pingüiburguesía, los magnates
y los chavistas

por Ernesto Poblet

 
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            Tras el episodio de la valija de Antonini Wilson apareció en la prensa y los corrillos venezolanos el fenómeno de los “boliburgueses” como expresión flagrante de la corrupción chavista. Trátase por lo general de hombres jóvenes y militares devenidos en estridentes nuevos ricos, quienes ni siquiera intentan simular el descarado ascenso patrimonial, conseguido tras los favores y privilegios del régimen imperante en el país caribeño. El comentario popular los bautizó boliburgueses por una conjunción entre las palabras bolivarianos y burgueses.

            Se trata de alegres y dispendiosos oportunistas de entre treinta y cuarenta años de edad. En estos días, a los argentinos nos resultan familiares a través de los personajes cuya cara visible -por ahora- es el tuerca y protagonista de la generosa valija descubierta en una madrugada de Ezeiza. Me refiero a Antonini Wilson, el célebre e inaudito visitante de la Casa Rosada antes y después del rocambolesco acontecimiento. También comensal del Restaurant “La Rosa Negra” con posterioridad a la entrega de la maleta repleta de dólares provenientes de PDVSA con destino a la campaña de la actual presidente. Los demás boliburgueses -famosos para nosotros- son los cuatro presos de Miami cuyos rostros han aparecido en dibujos patéticos extraídos de quienes presencian los actos procesales de la justicia norteamericana, cuya independencia y prolijidad no cesa de asombrar a algunos desacostumbrados compatriotas.

            La Argentina está abriendo su sector empresarial de acuerdo a la modalidad que impone el régimen del matrimonio Kirchner, aunque habría que aclarar, con las diferencias existentes entre el populismo bastante autocrático de esta parte del Río de la Plata y el estrambótico “Socialismo del Siglo XXI”.

            Burguesía es una vieja palabra omnicomprensible de las personas relativamente acomodadas, las cuales se distinguen por no ejercer un oficio de tipo manual. El filósofo Carlos Marx intentó clasificar y reglamentar la sociedad humana mencionando a la burguesía como una clase social dominante en el régimen capitalista y propietaria a su vez de los medios de producción y de cambio. El presidente Kirchner declaró como un objetivo de su gobierno la creación de una “burguesía nacional” y observamos que lo está cumpliendo con procedimientos objetables e impugnables.

¿PORQUÉ LOS PINGÜIBURGUESES…?

            Los boliburgueses venezolanos son simplemente delincuentes, muchos aún no procesados por la impunidad que les brinda el sistema desorbitado y totalitario del régimen chavista. Sus fortunas crecen escandalosamente -sin pudor alguno- al compás de los negociados. Para ello cuentan con la lenidad de la empresa estatal de hidrocarburos -la conocida PDVSA- entidad responsable de los dólares que Hugo Chávez hace repartir por todo el mundo. La impudicia conduce a extremos cómicos. El diputado chavista Luis Tascón llegó a manifestar ante el diario La Nación que el dinero no provenía de Venezuela sino de Estados Unidos. Agregó muy suelto de cuerpo esta frase de antología “nosotros no acuñamos dólares…”. Le faltó decir: “Tampoco la ministra Miceli emitía los pesos argentinos, éstos deberían viajar solos desde el Banco Central hasta el placarcito de su baño”.

PINGÜES NEGOCIOS Y MAGNATES

            En un régimen como el de Chávez, al igual que toda burocracia marxista, no hay lugar para el negocio honesto. Sólo se hacen ricos los detentadores del poder público y sus amigos privilegiados, en ambos casos por métodos ilícitos. Los gobiernos proclives o que se preparan sibilinamente para el marxismo cabalgan en una mixtura de capitalismo de amigos con fuerte intervención del Estado en los negocios, precios regulados, prebendas, subsidios, corporaciones y pretendidos pactos sociales fuera de la representatividad constitucional. Por lo tanto, eso ya no es capitalismo.

            En los sistemas del capitalismo moderno -sobriamente consagrados en los países del primer mundo- la riqueza puede extenderse a dimensiones ilimitadas como fruto de la producción en libertad y la regla moral como garantía de los marcos jurídicos. Allí surgen los empresarios triunfadores en base a su esfuerzo, riesgo, estrategia y organización. A éstos suele llamárselos “magnates”, palabra proveniente de España. Se considera al magnate un personaje “muy ilustre y principal por su jerarquía y poder”.

            En los países subdesarrollados no se lo reconoce al triunfante emprendedor como un benefactor de la comunidad. Se lo juzga desde una óptica resentida basada en una pérfida teoría del rico que le roba al pobre. Es algo tan poco serio como imaginar a Bill Gates despojándole las “fortunas” a todos los desgraciados habitantes del África subsahariana, los cuales huyen despavoridos de sus insufribles regímenes populistas.

            El “pingüe” negocio es aquel calificado de abundante o cuantioso. Generalmente se lo utiliza en el idioma del capitalismo moderno cuando aparece un negocio de “pingüe beneficio” lo cual no se presenta a menudo y es casual o basado en golpes de suerte. En los casos del kirchnerismo -u otros populismos latinoamericanos- el pingüe negocio aparece constante para unos pocos y es alegremente publicitado por sus actores como un olímpico triunfo. Sin embargo ha faltado riesgo, competitividad, idoneidad, experiencia en la materia. Es que en el subdesarrollo el rol privilegiante del Estado -mediante sus hábitos corruptos- ha sido sustancial para su proliferación.

            La riqueza del idioma español -o la casualidad- han dado la oportunidad de utilizar las palabras “pingüe” y “pingüino” para acuñar un término feliz en las circunstancias actuales de la Argentina. El pingüino antártico es considerado en el diccionario como un pájaro bobo (sic). Aún así Néstor Kirchner se ocupó de ascender a este pintoresco ejemplar avícola como categorizador del emblema de su régimen. Nada obsta en consecuencia para denominar con acierto a los nuevos poderosos del régimen mediante el neologismo “pingüiburgueses”como veremos a continuación.

EJEMPLOS NO FALTAN

            El señor Enrique Eskenazi proviene de la actividad privada y es considerado un “buen operador en mercados regulados”. Desde el ámbito de las finanzas se lo observa coleccionando bancos provinciales y penetrando al selectivo mundo energético por la puerta grande. Accederá a la titularidad de un porcentaje relevante de las acciones de YPF que le transfiere la española Repsol. Objetaremos varias cosas.

  • No posee antecedentes petroleros y ese es un negocio de grandes riesgos y estrategias.
  • En la operación de compra a Repsol el vendedor debe financiarle una parte importante del precio de las acciones lo cual implica cierta falta de solvencia.
  • La decisión de la venta se hizo por contratación directa sin permitir la oportunidad a otros postulantes con mejor solvencia y antecedentes.
  • Podrían las acciones haberse ofertado públicamente en la Bolsa de Comercio y no a un grupo determinado.
  • Hay opositores que denuncian un arreglo de testaferrismo con Néstor Kirchner para permitir a éste acceder a la propiedad de YPF y blanquear o manejar los millones de Santa Cruz que correspondían a las regalías por la producción de petróleo y gas.

            De resultar ciertas estas hipótesis sería un astuto caso de abuso y mega “pingüiburguesía” del subdesarrollo.

            Entre una noticia buena para el país como ha sido el descubrimiento de petróleo en la provincia de San Juan aparece como empresario beneficiado el señor Cristóbal López, devenida su opulencia en paralelo a la estrella del caudillo Néstor Kirchner. Transcendía este otro ejemplo de pingüiburguesía a través de los negocios del juego, los casinos y las máquinas tragamonedas. Su crecimiento es vertiginoso como pingües sus negocios en los últimos tiempos, y no siempre se liga tanta suerte en la vida.

            Nos vamos acostumbrando a los nuevos nombres que componen el elenco de empresarios pingüiburgueses. Proliferan en el muy castigado campo energético, víctima hasta el presente de trabas, regulaciones, estatismo, escraches, retenciones y demás gabelas insufribles. Mientras los magnates huyen asqueados de tal escenario observamos aparecer “salvadores” a los señores Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreira de Electroingeniería, Marcelo Mindlin de Pampa Holding y los casos de Transener transportadora eléctrica y la distribuidora Edenor. En la generación de electricidad cabe citar a Central Puerto y la Hidro Neuquén.

            Insisten los cargosos opositores con teorías sobre maniobras y presiones del Estado para obligar a la baja de los precios de los activos de las empresas perseguidas y permitir la fácil compra por parte de los amigos del situacionismo. Lo que se da en llamar un pingüe negocio. Echar abajo precios y tarifas o apabullar con impuestos para comprar compañías en apuro y después maniobrar el Estado con el objeto de favorecer a los mimados adquirentes con subsidios, protecciones y amparos. Dícese en los corrillos opositores que un abogado santacruceño utilizó un método cuasi similar para ejecutar deudores hipotecarios y quitarles sus casas o sus campos. Lamentable, pero pingüe negocio al fin.

            Se pueden recordar muchos personajes agrandados espectacularmente dentro del régimen. Los preferidos Lázaro Báez y el caso asombroso de Rudy Ulloa Igor con su increíble holding de medios de comunicación. Curiosamente, una rigurosa conducta se les exige a los antiguos y noveles pingüiburgueses, deben practicar el dogma del bajo perfil en lugar de la desprolija ostentación de los boliburgueses de Venezuela, esa gente suele terminar mal. Basta con el ejemplo de Durán, Kauffmann, Maionica y otros alborozados caribeños.

            Por último, los pícaros opositores se burlan del proyecto Banco del Sur, abominan de la integración sudamericana, sostienen que todo eso conduce al “neocoloniaje de Hugo Chávez” mediante su Socialismo del Siglo XXI. O piensan maliciosamente en la presunta corrupción de un nuevo BANADE del Cono Sur. ¡Ése sí que sería un pingüe negocio burgués...! ¡Habrase visto…!


Fuente: Fundación Atlas 1853
 
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