¿Mamá Hebe, que hacemos con el Khmer Rouge?
por José Luis Milia
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Justo el jueves, cuando mamá Hebe caminaba placidamente por su plaza, no se le ocurrió nada mejor a un movilero aburrido que pedirle su opinión sobre la donación de rehenes que las FARC iban a hacer a la humanidad. Donación sacralizada por nuestro Ex, y que finalmente - Hugo dixit - se fue al tacho culpa de Jorge W.
La respuesta no se hizo esperar: ”!Estamos con las FARC!, fue el alarido temprano de la madre Bonafini, alarido que indicaba su estado de ánimo pues supuso que el periodista móvil le iba a preguntar por la Miceli y su manía de guardar bolsas detrás de un bidet. Pero, ante la eufórica respuesta, de inmediato una pregunta retumbó en la plaza. ¿Sólo con las FARC, madre?, entonces ¿Se ha olvidado Ud. De los chicos de Hamas, de los “hermanos corsos” y el viejo Khmer del filántropo Pol Pot?
No es dable pensar que la madre Bonafini se haya olvidado de esos movimientos liminares que “apuntalan” nuestra civilización. Al fin y al cabo ella defiende como si supiera historia al “cronista” Amadinejah y su particular visión de ciertos hechos históricos no tan lejanos, y nadie puede negar que sigue alentando a cualquier benemérito que armado de una profunda conciencia democrática – y si es posible también con un AK 47 y unos cuantos gramos de semtex - juguetean por el mundo con su laico profeta barbudo y de boina pintado en las remeras.
Lo que si es menester recalcar es que ahora mamá Hebe ha aprendido que hay códigos que, aún entre “revolucionarios”, deben ser respetados. Su salto al estrellato internacional le mostró que hay una raya - que nunca es una línea rígida ni recta, pero raya al fin - que no se debe pasar, porque no es lo mismo encabronarse con la madre del Presidente Uribe que promover la liberación de Ceuta y Melilla o apoyar a los saharauis que amanecen en las playas españolas con la idea peregrina de resucitar al-Andalus.
¿Que diría el Zapatero real si la madre Bonafini se largara con un discurso alusivo?. Probablemente el PSOE de Asturias dejaría de girar algunos duros para la escuelita de las madres, los vascos se molestarían porque una cosa es querer ser independientes y otra es que los llenen de árabes que no huelen bien, y, quizás lo más grave para ella, que nunca más la invitarían a los “grand slams” de desvaríos y torpezas de los que es animadora.
En su acercamiento al poder, mamá Hebe aprendió que en el mundo nada es gratis. Es a partir de esto, que ella se ha dado cuenta que no puede decir con independencia todo lo que piensa, si es que tenemos la imaginación suficiente para creer que además de repartir ternura a manos llenas, ella piensa.
Alguien, no sabemos quien, le ha acotado sus lugares de tiro al blanco. Y es probable que a cambio de esa bucólica chacra que le regalaron entre Libertador y el río deba estudiar, día a día, su libreto para decir las cosas que su hijo putativo no puede decir. Entonces con devoción de madre descarga su bronca equivocadamente, no contra el dueño del circo selvático, sino contra el “desubicado” que le cortó los piolines que sostenían la carpa. Ese que salió a decir - justo en el momento en que estaban por actuar los payasos – que el niño por el que se hacía la función no iba a venir.
Fuente: La Historia Paralela |
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