Cuentos de Carnaval
Dr. Enrique Rimbaud
Decano de la Facultad de Veterinaria
Managua - Nicaragua
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Si hay algo que siempre me fascinó, fue el carnaval, quizás no tanto el hecho de ver y disfrutar el espectáculo, sino de vivirlo, plenamente, disfrazarme con alguna fantasía, salir a la calle, recorrer las calzadas de piedra al son de la música, sintiendo en la sangre los compases, contrayendo los músculos al ritmo del baile frenético y sensual&
Al tener la suerte de nacer en la esquina mas al sur de América del Sur, entre el paralelo 30 y 33, he tenido la oportunidad única de poder participar de los tres carnavales mas simbólicos, el carnaval mas famoso e intenso, el de Río de Janeiro, el mas frenético y mágico, el de Bahía, y el mas largo del mundo, el de Montevideo&
En Uruguay, uno comienza a adquirir la cultura carnavalesca desde la cuna.
Ya en Diciembre, comienzan las diferentes agrupaciones (murgas, parodistas, humoristas, comparsas lubolas, revistas, etc.) a ensayar en los clubes de barrio, generando barras de fanáticos que se aprenderán las letras de memoria y seguirán su agrupación favorita desfile tras desfile, tablado por tablado& noches de ensayo y vino, de medios tanque encendidos en las brasas con choripanes, reuniones alegres de vecinos celebrando hasta la madrugada&
Esos ensayos perduran por casi tres meses, afiatando voces y afinando instrumentos, ensayando bailes y coreografías, haciendo casting de probables figuras artísticas, compartiendo en general hermosos y alegres momentos y la esperanza de lograr el primer premio.
En Febrero, comienzan a proliferar los tablados, naciendo uno en casi cada barrio, escenarios caseros, con asientos de cajas de refresco unidos por tablones, dos medios tanques oficiales asando choripanes, el chimichurri clásico, tortas fritas y churros, tanques de cerveza y gaseosas heladas, los carritos de helados, los barquilleros, una tarima improvisada de madera para los actores, y un micrófono colgado de un alambre aéreo compartido por actores y organizadores de rifas.
Durante casi dos meses, todas las noches en cada barrio hay espectáculos populares, donde recorren la ciudad alternando tablados en camiones de lona o buses desvencijados mas de 40 murgas, 10 comparsas lubolas, 5 parodistas, 5 humoristas y 3 revistas, intercalados con magos, cómicos, o cantantes fracasados.
El primer mes, dos o tres desfiles semanales se realizan hasta terminar cumpliendo en todos los barrios.
Lo máximo, el Teatro de Verano, el concurso oficial, donde los cantantes se desgañitan y los bailarines se extienden compitiendo por ser declarados los mejores del año!!!
En Uruguay, el carnaval es parte de la idiosincrasia nacional, de la cultura popular, de la propia esencia del ser uruguayo.
Como uruguayo, no soy una excepción, por lo que quería contarles de mi propia experiencia carnavalera.
En el verano de 1979, habiendo aprobado todas las materias de primer año de veterinaria, decidimos con mi cuñado en ese entonces irnos a Brasil haciendo dedo& luego de muchas aventuras, llegamos casi dos semanas después a la maravillosa ciudad de Río de Janeiro, donde una familia que vivía en el barrio Sao Francisco do Norte nos alojó en su casa& llegamos dias antes del Carnaval, pero todos en Río estaban emocionados, compenetrados y plenamente integrados con su mayor fiesta anual&
En un desayuno que nunca olvidaré, compartiendo plátanos con chorizos, café y piña, y pan con mantequilla bien remojado en el café con leche, Marcia, la hija mayor de la casa, nos planteó si no queríamos vivir un carnaval diferente, y que en vez de verlo por TV o en los balcones de la Rua Marques de Sapucai rumbo al sambódromo, lo viviéramos desde dentro mismo, desfilando en el Carnaval de Río&
Sin salir del asombro, y aun antes de dejar de masticar, cuando nos quisimos acordar estábamos bailando en la calle con mas de cuatro mil sambistas, en medio de un ala de la Agrupación Estacao Primeira do Mangueira, vistiendo los colores verde y rosa que la caracterizan y cantando a todo pulmón el samba enredo: quem vai vai, quem vem vem, que o galo pode ser tambem valete o as&, ese año con Mangueira salimos segundos, pues gano Beija Flor con un despliegue artístico increíble& demás esta decir que quedamos miembros fanáticos torcedores de Mangueira para toda la vida& además, participamos con la Turma Caprichosos do Pilares en los bailes barriales, y con Bafo da Onca en el desfile de blocos!!!
La música brindada por mas de cuatrocientos percusionistas, la voz de los puxadores, el sudor y la elegancia de las bailarinas, el color y el lujo de los destaques, la intensidad, las ganas, la fuerza, es algo que nunca se borrara de mis retinas y tímpanos, dejando un surco eterno en mi alma.
En 1982, con nuestra barra de amigos en la Facultad de Veterinaria, sacamos la primer murga de estudiantes de Veterinaria, llamada Las Cosas por Su Nombre, además de actuar en eventos propios de veterinaria, fuimos llevados hasta el mismísimo Palacio Peñarol, el Palacio Contador Gaston Guelfi, donde actuamos en el Primer Festival de Murgas Universitarias, un evento apoteósico de protesta en plena dictadura.
Tuvimos la suerte de actuar en otros lados y centros nocturnos, como Cantares y esto nos hizo conocer el ambiente artístico, por lo que una noche de vino y desvelo, con mi amigo del alma, el flaco Pablo, alias el Trigémino, le pedimos a unos amigos negros si nos podían conseguir para ese carnaval para salir en alguna Agrupación o Comparsa Lubola!!!
El carnaval en Uruguay tiene para quien lo mira de afuera un cierto sesgo racista que no es tal, pero generalmente, en las murgas salen los blancos, y en las agrupaciones lubolas salen los negros, pero bien, nosotros queríamos salir en una agrupación lubola!!!
En una semana, estábamos ensayando con los Guerreros de las Selvas Africanas, noche tras noche, compartiendo el nacimiento y la emoción de crear un espectáculo. Participamos en todo, desde la confección de los disfraces, elaboración de algunas letras y arreglos musicales, hasta que llego el día del gran desfile, el desfile de las llamadas&
Los fuegos estaban prendidos desde temprano, y cerca de las llamas, en ruedo, los tambores templaban sus lonjas, las bailarinas comenzaban a calentar, y el resto terminábamos de ponernos nuestros trajes de luces, pantalones blancos ajustados, con medias negras altas, alpargatas con cordones blancos que trepaban sobre la pierna cruzándose hasta la rodilla, camiseta roja, torera naranja con vivos blancos, maquillaje en el rostro colorido, y sombrero de paja ancha&
La discusión, donde nos ponían, no éramos buenos con los tambores y no hacíamos gracias con las escobas, a mi me dieron una bandera enorme, quedando de portaestandarte, tenia que desfilar bailando y sacudiendo la bandera, pasándome de a ratos por la cintura enrasando la calle, al flaco, le dieron el hijo de la bailarina principal, la vedette, que lo llevo en andas todo el desfile&
Luego la emoción y el frenesí, desfilando y bailando al compás de los tambores por mas de veinte cuadras de adoquín y piedra, sin descanso, elevados y empujados por los aplausos del publico entusiasta, una verdadera fiesta popular, símbolo de la cultura afroamericana nacional!!!
Se van, se van los guerreros, cantando bajito, a otro barrio van, elevando ya las copas, de los treinta años, en el carnaval!!!
Años después, ya convertido en un profesional de relieve internacional, me encontraba en 1992 dictando un curso de salud de pequeños rumiantes en la Escuela de Veterinaria de la Universidad Federal de Bahía, un lugar difícil para dictar clases, pues además del calor intenso, las alumnas, que son muy bellas, acuden a clase de short de licra cortito y un bikini encima haciéndote imposible la concentración, donde conocí una colega muy querida, la Dra. Maria Consuelo Caribe, quien me convido a conocer el carnaval Bahiano, pero como ella decía, a la manera bahiana!!!
Nos fuimos al Pelourinho, donde en la plaza principal la alcaldía había llevado camiones tanque llenos de cachaca, y desde un sótano enorme, salimos a la calle a bailar frevo acompañados de Olodum, grupo rasta, pero que en carnaval se integra a la pasión, más de quince horas bailando y tomando hasta que creo que me desmaye. Aun tenia en mis zapatos marcados el pe de moleque de las calzadas de piedra y la camisa pegada a la piel por un cemento moldeado de sudor y cachaca!!!
Ahora viviendo en Centroamérica, veo que pueblos tan alegres como estos, no integran el carnaval en sus culturas salvo el mero desfile de carros y grupos que dura solo un día, evidentemente, en algún momento las raíces culturales han sido diferentes, pero, de alguna manera, estoy satisfecho con mis recuerdos de carnestolendas, sintiendo que he vivido el carnaval como se debe, desde adentro!!!!
Un gran abrazo para todos en este recuerdo de fiestas paganas!!!
Enrique