Pragmatismo de izquierda
En realidad es liberalismo
Eduardo García Gaspar (1)
La toma de posesión de Tabaré Vázquez en Uruguay, como presidente, ha dado origen a un comentario central en muchas de las noticias que reportan el evento. Por ejemplo, el Wall Street Journal del 2 de marzo, reportó que la izquierda de América Latina está dando un giro pragmático. El asunto es por demás interesante y hasta donde he visto, no ha sido tratado en su consecuencia lógica.
La plataforma de elección de Tabaré Vázquez no es muy diferente a la de otros candidatos de la izquierda en la región. Esa oferta de los socialistas está fundamentada en dos ideas centrales: las promesas de ayuda a los pobres del país en cuestión y la crítica a las políticas que ellos llaman neoliberales y que en su opinión, no han dado resultados. Hasta aquí, nada nuevo.
Se trata sencillamente de un populismo tradicional que promete acciones gubernamentales directas para corregir las supuestas fallas de la economía en la elevación del estándar de vida de las personas de menores ingresos. Es lo que algunos han llamado el lado humano del socialismo, pero que ha dado ese giro importante al que me referí antes. Ya no es el socialismo tradicional que se basa en gasto gubernamental irrestricto.
En otras palabras, ese socialismo pragmático es el que se ha aplicado en partes de Europa y que reconoce las acciones de los mercados y la certidumbre de principios económicos liberales. Detrás del giro socialista se encuentra el reconocimiento por parte de la izquierda de que la idea de reducir la pobreza debe ir bastante más allá de las meras buenas intenciones. Para eso, hay que ser realista.
Y el nuevo socialismo, del que se dice es pragmático, hace una cosa muy ostensible: no hay que basar el crecimiento en el gasto gubernamental, no hay que incurrir en déficits y deben aplicarse principios de mercado libre para atraer a la muy necesitada inversión en economías con crónica falta de capital. Un ejemplo muy concreto es ver a socialistas aceptando que disposiciones legales laborales deben hacerse flexibles para elevar el empleo.
La gran noticia detrás de Tabaré Vázquez, de Lula en Brasil y de Lagos en Chile es que la izquierda latinoamericana ya no es lo que era. Ha dejado de ser la izquierda dogmática e inflexible para convertirse en la mayoría de los casos en una izquierda práctica y pragmática que, como en Brasil, sorprende al aceptar la idea de mercados libres.
En otras palabras, la izquierda ortodoxa de antaño en esta parte del mundo está desapareciendo para dejar su lugar a una nueva generación de socialistas realistas. Este fenómeno es verdaderamente notable. La izquierda pragmática es la izquierda que acepta principios del liberalismo económico. En eso precisamente consiste el remozamiento socialista de América Latina y, debo insistir, es un adelanto pasmoso. Es un prodigio tan grande que no ha sido notado en su correcta dimensión.
El fenómeno es un real adelanto que libra al continente de las desgracias económicas que produce el socialismo ortodoxo de mediados del siglo pasado y que se fundamentaba en gasto gubernamental, déficits crónicos y regulaciones excesivas. Todo esto parece estar siendo puesto de lado para tener una especie de socialismo liberal. El socialismo ha sido mejorado, me dijo una persona no hace mucho y pocas personas están hablando de este adelanto significativo.
Pero el socialismo añejo aún no desaparece y se encuentra en dos parcelas importantes. Una de ellas es la mente de gobernantes entrampados en el pasado, como Chávez en Venezuela, y también la mente de intelectual latinoamericano con el mismo molde de antaño. La otra es la mente de millones de ciudadanos que siguen creyendo que el remedio de todos sus males personales es un mayor gasto gubernamental.
En fin, la idea es simple. La izquierda ortodoxa de la región, célebre por su dogmatismo, está siendo modificada en sus más profundas raíces tornándose pragmática. Y, al final, ese pragmatismo no es otra cosa que reconocer que los mercados libres funcionan. No está mal el asunto, cuando se reconoce que el liberalismo tan criticado de palabra debe aplicarse en la práctica.