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TLC USA-COLOMBIA:
Los Demócratas enmascaran su proteccionismo
por Darío Acevedo Carmona - (Perfil) - Medellín/Colombia -
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El Presidente George Bush presentó el TLC con Colombia a la aprobación del Congreso norteamericano. Consecuente con lo que ha venido sosteniendo, Bush se la quiere jugar a fondo ante una bancada demócrata enemiga de su aceptación. Bush considera que el TLC tiene un carácter estratégico para la seguridad de los dos países. Los recientes eventos conflictivos en la región así como el crecimiento de la hostilidad de varios gobiernos latinoamericanos lo llevan a entender que aliados como Colombia pocos le quedan en este hemisferio. En efecto, Colombia ha mantenido con la primera potencia mundial una estrecha relación en todos los campos. Estados Unidos es el primer socio comercial de Colombia, es el país con un mayor número de emigrantes colombianos que envían remesas por el orden de más de cuatro mil millones de dólares a sus familias, es el primer proveedor de tecnología, de los que ofrece más becas y facilidades de estudios de postgrado a nuestros jóvenes, el que más aporta en la lucha contra el narcotráfico y finalmente el que ha realizado inmensos aportes al rescate de la seguridad a través del Plan Colombia. Se trata de una relación de carácter histórico con muy pocos altibajos en la que ambas partes han obtenido beneficios sustantivos.
Desafortunadamente la discusión del TLC ha tomado visos ideológicos y electorales en sectores políticos oposicionistas de allá y de acá. Los demócratas, en campaña por la presidencia y en razón de sus lazos con los sindicatos –tradicionales defensores del proteccionismo- han agregado a sus razones negativas la denuncia contra las violaciones sistemáticas de los derechos sindicales en Colombia logrando enmascarar su verdadera razón: la defensa de una política proteccionista. En Colombia, movimientos de fuerte ascendencia antinorteamericana han realizado un intenso lobby en el Congreso americano para frenar la aprobación del tratado comercial. Sus argumentos son similares a los que esgrimen los demócratas. Hillary Clinton y Barack Obama coinciden en utilizar el tema para ganar adeptos y votos entre las masas de obreros que miran con temor su futuro, pues dicen, pueden perder miles de puestos de trabajo. Más cautos, los precandidatos aducen la violación de los derechos sindicales y la violencia contra los sindicalistas y de esa forma encubren sus verdaderas razones, acrecentar los votos de los trabajadores a quienes poco les debe importar la suerte de sus compañeros colombianos. Hillary reaccionó con enfado ante el anuncio de la Casa Blanca “He dicho de manera consistente durante varios meses que me opongo a firmar cualquier tratado de comercio con Colombia mientras la violencia en contra de los sindicalistas continúe, y mientras los culpables no sean llevados a la justicia” (El Colombiano, abril 7 de 2008). En cambio, el candidato republicano Jhon McCain “considera que los argumentos económicos a favor del TLC son "contundentes" ya que, entre otros beneficios, permitirán la exportación libre de aranceles del 80 por ciento de los productos estadounidenses a Colombia. Además, los argumentos estratégicos son aún más convincentes porque, aseguró, el TLC ayudará a generar empleos y alternativas económicas a la violencia en Colombia, y ayudará a afianzar los logros del país.” (El Colombiano, ibid.)
No se puede negar que la violencia contra el sindicalismo en Colombia es grave y que ha servido de bandeja de plata a los demócratas en su afán de ocultar su punto de vista proteccionista. Lo que resulta curioso es que el partido de Bill Clinton, el mismo que aprobó el Plan Colombia, el mismo que entendió que en Colombia había una democracia amenazada por poderosos grupos de narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros y que requería ayuda para combatir tales males, el mismo que sabía que Colombia estaba afectada por violencias de diferente signo con hondas raíces sociales y políticas vigentes desde hace varias décadas sea el que ahora cambie de enfoque y mire la violencia contra los sindicatos como una política de estado, peor aún, como una política del actual gobierno. Los demócratas se niegan a considerar las variables y las circunstancias históricas de un conflicto que se resiste a ser pensado en los mismos términos en que fue pensado el drama de las dictaduras durante la guerra fría. Se niegan a aceptar que la violencia contra los sindicalistas ha provenido fundamentalmente de grupos armados ilegales de extrema derecha y de extrema izquierda y que los prejuicios antisindicales de la sociedad colombiana son de vieja data. Los demócratas parecen incapaces de reconocer la inflexión histórica de carácter positivo que se ha experimentado en Colombia en materia de reducción de los índices de violencia en todos los campos, desde masacres, magnicidios y secuestros hasta desapariciones, torturas y otros delitos, gracias a una política de fortalecimiento de las instituciones y autoridades legítimas y gracias, precisamente, al apoyo recibido de los Estados Unidos a través del Plan Colombia. Sindicalistas, periodistas, médicos, maestros, dirigentes políticos, concejales y ciudadanos en general viven hoy en un país mucho más seguro y más institucionalizado que hace 6, 12 o 18 años.
Se entiende que la oposición interna en Colombia, fiel a su espíritu antiuribista y en su afán de enlodar los esfuerzos que en materia de seguridad está realizando el gobierno nacional, distorsione las cifras sobre disminución de la violencia y afirme una y otra vez, contra toda evidencia, que Colombia vive la peor situación de toda su historia en materia de violación de los derechos humanos. Esa es su apuesta política, a eso ha jugado, con desastrosos resultados, durante cinco y medio años, y de ahí concluyen que un tratado comercial, que es un asunto de negocios, sea convertido en instrumento de agitación ideológica que esconde su real percepción e interés: hacer antiimperialismo y antiamericanismo, aún al precio de hincarse ante el garrote proteccionista. Pero, lo que es incomprensible es que quienes aspiran a recuperar el gobierno de los Estados Unidos sean capaces de pisotear a un aliado leal, a una democracia que no obstante sus debilidades ha sabido mantener el curso institucional, que no ha caído en las tentaciones populistas, dictatoriales y autoritarias en que cayeron la mayoría de países latinoamericanos. ¿A qué juegan, preguntamos con justa alarma, los demócratas americanos? ¿Acaso quieren contribuir a la expansión de la influencia chavista en la región?, ¿Acaso quieren sumarse a la encerrona de que es víctima Colombia ante el asedio de gobiernos que le son hostiles, que no cooperan en la lucha antiterrorista y contra el narcotráfico y que miran con simpatía a unas guerrillas obsoletas y despiadadas? ¿Acaso quieren que naufrague una democracia con problemas y que fracase la recuperación del monopolio de la fuerza y de la autoridad por el Estado? Más valdría que apelaran a consideraciones estratégicas en vez de dejarse llevar por visiones sesgadas y afanes coyunturales.
Ahí están estas cifras que sirven para entender cuánta mejoría ha tenido Colombia en los últimos años. No sea que por ignorancia desconozcan el fruto de un proceso:
Actos de violencia contra sindicalistas (enero 1 a diciembre 31
2000 a 2005)
Delito
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2001
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2002
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2003
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2005
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2006
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2007
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Amenazas
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234
|
190
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296
|
260
|
244
|
224
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Homicidios
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198
|
184
|
91
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70
|
72
|
39
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Atentados
|
24
|
17
|
20
|
7
|
5
|
11
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Desaparición
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12
|
9
|
6
|
3
|
5
|
2
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Secuestro
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41
|
27
|
7
|
6
|
5
|
0
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Desplazamiento
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70
|
2
|
91
|
8
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ND
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ND
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Tortura
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1
|
1
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-
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1
|
4
|
2
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El Gobierno colombiano podría acrecentar el apoyo al TLC si además de presentar sus avances y reconocer lo que todavía falta por hacer en cuanto a la violación de derechos sindicales y de aplicación de justicia para los responsables, crea, como en el pasado lo hicieron otros presidentes para enfrentar problemas graves, una Consejería Especial. Barco creó una Consejería Presidencial de Derechos Humanos, Gaviria creó una Consejería Presidencial para Medellín. Uribe debería crear una Consejería Presidencial Especial que tuviese como propósito la protección, defensa y promoción de los derechos sindicales y de la vida de los sindicalistas. Es una propuesta que apuntalaría más las bases democráticas y sociales de su gobierno y sería muy útil en el proceso de consolidación de los objetivos de la seguridad democrática. Los cuadros que se presentan a continuación sobre responsables de actos violentos contra el sindicalismo y sobre otras formas de violencia dan clara cuenta de un mejoramiento sustancial.
Presuntos responsables
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2006
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%
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2007
|
%
|
Total casos
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Total%
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No identificado
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59
|
67,8
|
342
|
81,8
|
601
|
75,1
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Paramilitares
|
85
|
22,3
|
38
|
9,1
|
123
|
15,4
|
Estado
|
21
|
5,5
|
27
|
6,5
|
48
|
6,0
|
Guerrillas
|
14
|
3,7
|
11
|
2,6
|
25
|
3,1
|
Eventos
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2002
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2005
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Actos terroristas
|
1645
|
611
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Homicidios
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28837
|
18119
|
Secuestros extorsivos
|
1883
|
376
|
Ataques a poblaciones
|
32
|
5
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Masacres
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115
|
48
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Policía en municipios
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940
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1098
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Medellín, abril 8 de 2008
Los datos son tomados de informes de la Escuela Nacional Sindical y el Departamento Nacional de Planeación
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