¿Cuantos clavos hago? Dos planes económicos por Eduardo García Gaspar |
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La historia se repite. Por enésima vez el presidente venezolano dijo que si las empresas no cumplen sus deseos pasarán a ser propiedad estatal. La banca y la siderurgia fueron los destinos de esa amenaza: si esos sectores no hacen lo que el presidente desea por las buenas, se hará por la fuerza. Eso es el socialismo del siglo 21, el narcisismo-leninismo como le ha llamado A. Oppenheimer.
No es nuevo lo que se hace en ese país. Es el viejo asunto de la planeación económica y el realizarla de manera central o descentralizada. El socialismo apoya la idea de que el gobierno planee a la economía desde sus oficinas y el liberalismo apoya la idea de que sean las personas libres para planear su propia economía individual. La URSS, por ejemplo, lanzaba sus planes quinquenales y parte de esa herencia aún se sufre en México, donde por ley el gobierno debe tener un plan anual.
Desde luego, la planeación gubernamental de la economía tiene sus problemas. Uno muy serio es el de recolectar toda la información necesaria para hacer un buen trabajo. Debe tenerse información muy detallada de todos los sectores, no sólo la información “dura” de cifras y números, sino la “soft” de expectativas.
La gran dificultad a resolver es que esa información total no existe de manera explícita y ella, además, cambia cada minuto. Es decir, incluso teniéndola, lo que es imposible, en el momento de procesarla ya sería obsoleta. La verdad es que nadie posee esa información, ni la puede poseer. Las personas la tienen en fragmentos pequeños y muchas veces contradictorios entre sí.
Pero vamos a suponer que la información pudiera obtenerse y mantenerse al día colocando chips en los cerebros de todos los ciudadanos que la transmitieran a una computadora central. Entonces se presentaría un segundo problema, que es la decisión del modelo capaz de planear a toda la economía en detalle extremos. Por ejemplo, decidir el número de clavos a producir para colgar cuadros, o engranes para bicicletas de montaña.
El modelo no existe y si existiera, no hay capacidad computacional para calcular todas las posibles combinaciones de uso de recursos encontrando la más eficiente en el largo plazo. La única solución posible a este problema es adoptar el modelo que está en la cabeza del que tiene a sus órdenes a la fuerza del estado. Es decir, el modelo que Chávez tiene en su cabeza, o Castro, o el mandamás del país. La gran certeza es que ese modelo no es el mejor.
Hay otro problema también. El modelo tendría que ser capaz de predecir el futuro y las consecuencias de situaciones imprevistas. Ya que el futuro no puede preverse, el modelo no funcionaría. Peor aún, dentro del modelo no pueden preverse las innovaciones ni los adelantos. Por ejemplo, para que el modelo funcionara tendría que haberse previsto en detalle años antes la invención del iPod para planear a la industria de los discos. Y también la aparición del correo electrónico.
La cosa empeora, porque dentro de la planeación estatal de la economía no existen incentivos para desarrollos tecnológicos y la economía tendería a permanecer estática, sin adelantos. En otras palabras, la planeación estatal de la economía es imposible de hacer y si se intenta, se hará sin la información necesaria, bajo un modelo defectuoso y sin incentivos de adelantos.
Sobre esas bases, es posible sacar una conclusión general: las economías planeadas centralmente fracasarán y permanecerán vigentes sólo durante el tiempo en el que ellas sean subsidiadas por recursos provenientes de fuentes de ingresos estatales. En el caso de Venezuela es el petróleo. La experiencia de siglos confirma esto, desde el mercantilismo hasta el régimen de la URSS, Cuba y demás.
Pero eso no quiere decir que la economía no se pueda planear. Sí es posible hacerlo, pero de otro modo muy diferente. Si cada persona tiene la facultad de planear su propia economía y coordinarse con contras personas, el resultado será el conocido, prosperidad porque la gente no necesita toda la información económica, sino fragmentos de ella y tampoco requiere modelos, sino sus propios cálculos personales.
La gran diferencia está entre la imposición burocrática de una idea económica y la cooperación voluntaria de personas libres. Chávez quiere la primera. La que funciona es la segunda.
POST SCRIPTUM
Creo que una palabra más acerca de la planeación personal no está de más.
Cuando cada persona hace sus propios planes y esa libertad es la misma entre los individuos, se logra coordinación de esfuerzos en fines comunes de mutuo beneficio. ¿Tiene usted planes de comprar un coche? Tal vez sus planes puedan coordinarse con los de Toyota, Ford, Peugeot y otros. ¿Tiene usted planes de abrir un restaurante? Tal vez sus planes puedan coordinarse con los de meseros que buscan trabajo, fabricantes de mesas, cocineros y otros más, incluyendo a los posibles clientes.
La diferencia es obvia. Dentro de una planeación estatal las personas son forzadas a obedecer lo que el burócrata les ordena suponiendo que es lo mejor para ellas. Pero dentro de una planeación personal, los individuos se coordinan espontáneamente entre sí de manera voluntaria conociendo realmente lo que ellas saben que les conviene.
Publicado con autorización del autor: © Contrapeso.info
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