|
De la Política y de los Políticos por Alvaro Kröger |
|
|
Quién se encargó de definir la política, fue el gran filósofo Aristóteles en el siglo V antes de Cristo, quién conceptualmente la consideró como “el proceso y actividad, orientada ideológicamente, a la toma de decisiones de un grupo para la consecución de unos objetivos”. Aristóteles sostenía que en la política de un país intervienen dos actores fundamentales, los dirigentes y los dirigidos. Se encargó de clasificar y detallar cada uno de ellos, el tipo de gobierno de acuerdo a los dirigentes que detentaban el poder de decisión sobre los ciudadanos, fijando las metas y objetivos de la comunidad.
De este modo consideró según quién gobierna y distinguió si en la conformación del gobierno participa una persona, pocas personas y muchas personas, dando a la primera el nombre de Monarquía, a la segunda el de Aristocracia y nombrando a la tercera Democracia. El ciudadano ateniense era respetuoso de las reglas de la polis (ciudad), y cuidadoso de sus obligaciones frente a la sociedad, no concebía otro modo de relación social.
Por lo cual no era preocupación de Aristóteles estudiar el comportamiento del habitante griego, la extraordinaria aventura conquistadora y la apertura cultural de Alejandro Magno trajo la incorporación de conceptos nuevos a este sistema de vida.
La política, como tal no encuentra oposición teórica, ya que todos los dirigentes enuncian en sus plataformas, los mismos conceptos aristotélicos.
Los pensadores y autores posteriores han agregado ciertas variantes a los conceptos fundamentales, pero básicamente el pensamiento originario se ha conservado a lo largo de dos milenios y medio.
La diferencia entre las propuestas, radica en el medio utilizado para conseguir los objetivos y las deformaciones propias del hombre, son las que se han interpuesto en la vida social de cada Nación para su evolución, y no siempre para bien.
Es debido a esto que es demasiado frecuente que se confunda “la política” con “los políticos”, y de esta forma ambos conceptos quedan erróneamente vinculados y “la política” se transforma en un tema de disputa y discusión, cuando en realidad el “hombre” resulta el único responsable y causante del deterioro de las instituciones pensadas para el funcionamiento de la sociedad.
Los viejos caudillos de los partidos tradicionales impusieron un sistema de acumulación de poder que aún hoy está vigente, y en cada elección debemos atender las promesas de los candidatos de turno en pos de la reforma y el compromiso de representar una nueva generación de dirigentes, como si la anterior fuese la única responsable de todos los males de la comunidad.
El poder significa, no solo el manejo discrecional de los fondos públicos, es también rodearse de personal propio e incondicionales en cada uno de los tres poderes del Estado. Hasta hace muy pocos años, el Poder Judicial era totalmente autónomo, apolítico y por lo tanto confiable.....hoy ya no es así.
Este mecanismo también necesita de un poder insoslayable en este armado perverso, los medios de comunicación, con lo cual se cierra el círculo perfecto de la corrupción.
La opinión pública en la generalidad de los países difiere de la opinión publicada. Esta sutil diferencia se convierte en palpable y compleja, cuando se analiza la incidencia que tiene en la población lo que se transcribe en los medios.
Tomar conciencia de la importancia de nuestro rol en las elecciones es vital para nuestro futuro como sociedad, el sociólogo R.E. Park sentenciaba que “cuando el publico deja de ser crítico, se disuelve y se transforma en multitud”, la cual resulta totalmente maleable, manejable.
Park dividió a la opinión pública en cuatro sectores:
a) el público en general: en este universo sólo un porcentaje menor está interesado e informado de las cuestiones públicas.
b) el público que vota: en una democracia representativa, son aquellos que realizan el acto de votar sin información.
c) el público atento: es aquel sector de la ciudadanía que está informado e interesado en los asuntos públicos, es generalmente un público pasivo.
d) el público activo: es el grupo más pequeño, que sale del grupo c), e incluye aspectos formales de participación.
Nuestra obligación, más que un deber, es formar parte de ese público atento, y en la medida de nuestras posibilidades participar de movimientos sociales, que en ambos casos nos aproximen al entorno socioeconómico del país, para que nuestro voto tenga el peso necesario.
Referencias: Aristóteles, Park
|