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Un paso atrás por Luis Alberto Lacalle Herrera
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Hoy se instala en Montevideo el denominado "Parlamento del Mercosur". Sin lugar a dudas se trata de un acontecimiento triste y preocupante para nuestro país, un verdadero paso atrás en la independencia política de nuestra patria. Una vez más fundamentaremos nuestra posición en este delicado tema al que ingresamos a partir de los más altos sentimientos patrios, sabiendo que al opinar de esta manera defendemos los intereses nacionales esenciales, nada menos que la autodeterminación de nuestro país y la salvaguarda de su soberanía. Todos ellos temas que, por supuesto, van mucho más allá de las posiciones políticas y partidarias, y que deben interesar a todos los orientales.
Nuestra nación nació a pesar de nuestros vecinos. La lucha por lograr una identidad nacional propia es de sobra conocida y nuestra afirmación no admite discusión. Es un hecho. También es sabido que después de la independencia fueron demasiadas las veces que, operando en función de nuestras luchas internas, los países vecinos nos presionaron, nos arrancaron parte de nuestro territorio en 1851, nos disputaron fronteras platenses, presionaron e hicieron valer todo su peso cada vez que pudieron. Son hechos que en nada desmerecen los vínculos positivos que también hemos anudado con ellos, con quienes tenemos el deseo y la obligación de tener las mejores relaciones, objetivos en general logrados. Una cosa es el relacionamiento comercial, social, cultural, la coordinación indispensable entre fronterizos, el compartir valores y otra muy distinta una atadura política. Tenemos muchos intereses en común, pero no son ellos -no pueden serlo- idénticos.
La creación del Mercosur tuvo un claro objetivo económico y comercial, ningún otro. Buscábamos y buscamos una potenciación de los mercados mediante la facilitación de los flujos comerciales y la asociación en bloque negociador respecto de los demás grandes agrupamientos mercantiles que dominan el mundo. Nada más ni nada menos.
Tarea compleja y ardua pero plena de perspectivas positivas conducentes a una mayor prosperidad para los países involucrados. Llena de dificultades propias de las rivalidades comerciales y económicas nacidas de legítimos intereses sectoriales pero también de promisorias aperturas. Ese Mercosur funcionó y funciona en muchos aspectos. En otros no ha logrado sortear las barreras artificiales que se erigen para torcer el camino de la integración. No es extraño que así suceda pues lo mismo acontece en otras asociaciones similares y más antiguas. La gran tarea es abocarse a destrabar, a hacer efectivas las metas que en el Tratado de Asunción se fijaron. Para ello las instancias de negociación y las jurisdiccionales deben respetarse. Hay más que suficiente tarea en esta materia, propia de lo que se quiso lograr, como para salirse de ella, incursionando en terrenos no previstos.
Recordemos que la base política con que se ingresó a la organización regional fue la más ancha posible. No sólo se efectuaron consultas a los principales dirigentes políticos sino que la conformidad de los mismos se vio reflejada en la unanimidad de los votos del Senado para la ratificación parlamentaria y una mayoría de noventa y siete votos en Diputados. Fue todo el país el que ingresó al Mercosur con la manifestación conforme de sus instituciones representativas. No ha sido el caso en el episodio que comentamos. El muy trascendente paso de comprometer al país en una institucionalidad política no fue consultado a las demás fuerzas políticas ni contó, por lo tanto, con una base de apoyo parlamentario digna de tan arriesgado paso.
Rechazamos de plano lo actuado. No conviene a los intereses de nuestro país el asociarse políticamente con otros, en una organización en la que seremos siempre minoritarios, que nos vincula con Venezuela, Brasil, Argentina y Paraguay más allá de lo comercial que es lo que nos interesa. Rechazamos las motivaciones políticas coyunturales que animan a integrantes del actual gobierno, que hace caudal de similitudes ideológicas que lo vinculan con los partidos o filosofías prevalentes en los vecinos. No es así como se debe encarar la vida exterior del Uruguay. No nos debe interesar qué partido o tendencia gobierna en los países con los que nos relacionamos, eso es asunto de cada nación. Lo que debemos consultar es el mejor interés nacional en dichos relacionamientos, que los deseamos inmejorables con todos, ahora y cuando ya no sean ni Lula ni Kirchner, ni Duarte Frutos ni Chávez los que gobiernen.
Finalmente y a cuenta de mayor cantidad, agreguemos la manifiesta inconstitucionalidad en que se ha incurrido, reformando la constitución mediante la ley que ratificó el tratado que crea el denominado parlamento del Mercosur. A espaldas de los ciudadanos que siempre deben tener la oportunidad de opinar en las urnas, se ha modificado sustancialmente el texto constitucional.
Todo ello representa un gran paso atrás de nuestro país, del que nos arrepentiremos si no reaccionamos.
Fuente: El País
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