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Año V Nro. 355 - Uruguay, 11 de setiembre del 2009
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"Brasil es la potencia del futuro''. Este es un pronóstico que data desde hace mucho. Se lo decía Nixon a Edward Heath hace 40 años --Brasil es la llave del futuro-- según unos documentos secretos recientemente desclasificados. Lo repiten cada tanto la cancillería (Itamaratí) y las fuerzas armadas brasileñas a través de sus voceros de turno. Esta vez fue el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Sus palabras: "Brasil tiene que lograr, en el siglo XXI, convertirse en una gran potencia''. Y no se frenó ahí Lula, sino que con un cierto alarde afirmó que tiene "todo lo que necesita'' para ello y que, además, según dijo textualmente, "no estamos hablando de un paisito cualquiera''. Lo de Brasil y su futuro ya lo tenemos claro; la interrogante es ¿cuáles son para Lula, Brasil, Itamaratí y sus fuerzas armadas "los paisitos cualesquiera''? ¿Serán Bolivia, Paraguay, Uruguay, quizás Ecuador y hasta Argentina, por ahora y en la región, y eventualmente algunos países africanos? Puede que efectivamente sean esos los mentados "paisitos''. No es la primera vez que funcionarios del gobierno brasileño, con subida soberbia y tono despreciativo, tratan de "petiso'' o "enano'' a alguno de sus pequeños vecinos. Y en esta materia más elocuentes que las palabras son los hechos, reflejados y consumados en las formas con que Brasil negocia con sus vecinos. Ya sea buscando fijar los precios del gas y petróleo con Bolivia, y de la energía con Paraguay, o con condiciones draconianas y decisiones arbitrarias inconsultas en las relaciones comerciales con esos países más Uruguay, Argentina, o cambiando privilegios --no nacionalización ni ningún tipo de límite a las empresas brasileñas-- por apoyo político, como ocurre con Chávez. Es notorio que ese repetido anuncio de "Brasil potencia'' trasunta el sueño imperial brasileño, que para muchos, muchísimos latinoamericanos, es una realidad innegable y una amenaza latente. En ese afán, también como es sabido, Brasil cuenta con el respaldo de los EEUU, pero no pasa lo mismo con las mayoría de los países latinoamericanos. Al estar debilitada Argentina, parte de la vigencia de un Chávez se debe, increíblemente, a ese rechazo y temor a una supremacía de Brasil en el continente. Para muchos países como Paraguay, Bolivia, Ecuador y hasta la misma Argentina de los Kirchner su alineamiento "bolivariano'' no es ideológico, y más que al tema ``negocios'' y financiamiento electoral, que importa, se debe a una forma de contención de las aspiraciones de Lula y su mandantes. Por más que el ex metalúrgico cada tanto le pase la mano por el lomo a Chávez , hay hechos que hablan de "trancadas'' fuertes a los impulsos bolivarianos, como pasa con el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, que no termina de ser aceptado por los legislativos brasileños y paraguayos y, más reciente, con lo resuelto en la UNASUR, en la que todas las pretensiones de Chávez de condena, repudio o lo que sea a Uribe y a los EEUU no pasó de los discursos. En los hechos lo que se resolvió fue no meterse en los asuntos de Colombia, y el rechazo a los ejércitos extrarregionales fue más genérico --fue para todos-- y además abarcó a otro tipo de amenazas bélicas como el apoyo financiero y venta de armas a grupos terroristas. De la UNASUR Uribe salió bastante airoso y eso fue porque contó con el apoyo de Brasil. A Chávez le tocó irse con las maletas casi vacías. En la pulseada por el liderazgo continental, esta vez el que avanzó fue Brasil. De todas formas parecería que la meta ``Brasil potencia'' todavía está lejos y que tendrá que pelear mucho. Incluso con paisitos cualesquiera. Fuente: The Independent Institute
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