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Año V Nro. 355 - Uruguay, 11 de setiembre del 2009
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Luis Alberto Lacalle gusta de contar un cuento que le sucedió el año pasado cuando se encontró con un amigo de quien sabía bien que no lo votaba ni lo había votado nunca; ese amigo se le apersonó y le dijo “ Cuqui esta vuelta, te voy a votar “ lo que le causó gran satisfacción al caudillo nacionalista por que era de esos votos significativos ya que era el amigo en cuestión, de aquellos de los que no abandonan fácilmente su atadura partidaria y seguramente su decisión marcaba un camino que muchos otros seguirían, cuando el candidato nacionalista comenzó a preparar la respuesta y esbozar su sonrisa de satisfacción, el novel votante lo acostó con la segunda oración; “total, para lo que hay “.Quienes nos siguen en nuestros escritos y en nuestra actividad política saben bien que soy una persona a la que le gusta trabajar por la positiva. Me preocupa más el posibilitar el hacer, que el evitar que el otro haga, incluso más de una vez en escritos y en discursos hemos criticado la respetable posición de decidir el voto en función de lo que no nos gusta en lugar de poner énfasis en lo que nos gusta; nos parece más valido que se decida, que se va a votar a cual o tal por que va a hacer tal o cual cosa y no como parece, que se definen una y otra vez los uruguayos por evitar que fulano o mengano hagan tal cosa con la que no estamos de acuerdo. Sin borrar con el codo lo que escribimos en la mano en esta oportunidad es tal la diferencia entre uno y otro candidato con chance de acceder a la presidencia de nuestro país que nos parece hasta válido el voto por la negativa. Más de un compatriota mantiene diferencias con Lacalle en función de su postura firme, explícita y decidida sobre varios temas que hacen a la realidad nacional, Lacalle propone y expone sus planes y propuestas sobre cada uno de los temas nacionales como deberían hacer todos los candidatos. Esto le permite a los ciudadanos analizar cada una de las propuestas y decidir en función de cualquiera de ellas y por lo tanto votarlo por lo que propone en materia de seguridad o economía o dejar de votarlo por lo que propone en materia de erradicación de asentamientos o gasto público. Es decir es un candidato al desnudo, se sabe lo que hará o dejará de hacer. Por el otro lado el sofista de Mujica va para atrás y para adelante, nada dice salvo criticar casi sistemáticamente toda propuesta del candidato nacionalista, se expone poco en su propuesta de gobierno (si es que la tiene) y deja que cada uno piense lo que quiera. Un país maduro y culto no analizaría jamás la posibilidad de darle la presidencia a la vaguedad de propuesta y la multiplicidad de discurso, el Uruguay parece estar analizándolo con seriedad; ante la sola posibilidad de tremendo error bien vale acudir a la decisión del voto por la negativa y de allí el título de esta nota; Mujica NO. Mujica no, porque no da garantías sobre sus convicciones democráticas, integró, fomentó e impulsó un grupo revolucionario que se levantó contra gobiernos democráticos; nunca se excusó, nada indica que se haya arrepentido puede volver a ese camino mañana. Mujica no; porque no respeta la vida ni los derechos humanos, secuestró, mando secuestrar, torturó y permitió torturar gente, posiblemente mató o permitió matar; todo eso desde el pequeño poder de un grupo revolucionario, ni pensemos lo que podría hacer con el poder del gobierno y el comando de las fuerzas del orden. Mujica no, porque robó para la causa lo que no da garantías que desde el poder no siga permitiendo todo a favor de la causa propia. Mujica no, porque demuestra permanentemente en sus reacciones y dichos visos totalitarios que poco importan en un Senador pero que son muy peligrosos en un presidente. Mujica no, porque vivió su vida convencido de que sólo del enfrentamiento de clases surge el camino correcto y fomentará, impulsará y activará dicho enfrentamiento lo más que pueda hasta que una u otra clase social haga sucumbir a la otra y el Uruguay ni los uruguayos estamos para enfrentamientos. Mujica no; porque los limpiadores del Maciel, las tragamonedas de Bengoa, la licitación del Hotel Carrasco y otras cosas más, han demostrado que su partido está primero que todo; y sobre todo antes que la honestidad y la transparencia. Mujica no, porque el poder debe ser ejercido con mesura, cordura y tolerancia cualidades de las que carece el candidato frenteamplista. Mujica no, porque está de acuerdo con que las empresas públicas sean dominadas por un sól,o partido sin control ni participación del resto y esto lleva a las locuras de Antel, las pérdidas de Ancap, la venta de Pluna pero con aviones propios, las tarifas desmesuras de UTE, y las otras cantidades de cosas de las que nos enteraremos cuando se pueda entrar a esas empresas de las que hoy desconocemos su funcionamiento. Mujica no por que los soldados no son “milicos”, los pobres no son “pichis”, los que tienen algo no son “ricachos” los turistas no son “lagartos “ni los uruguayos son “atorrantes”. Mujica no, porque el Uruguay merece más, mucho más de lo que Mujica puede dar, hacer u ofrecer. Entonces mi amigo lector, yo voto a Lacalle por mil y un razones que me convencen que es el mejor posible razones que usted no tiene por que compartir, si a usted no le alcanzan esas razones para votarlo, mire bien a Mujica y encontrará las razones que le faltan para votar a Lacalle.© Rodrigo Blas para Informe Uruguay
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