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Año III - Nº 181
Uruguay, 12 de mayo del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 
ENVIDIA, ODIO Y ADMIRACIÓN
por Graciela Vera
Periodista independiente
 

 

Pocas personas han podido suscitar al mismo tiempo tantos sentimientos contradictorios en tantas otras personas como él.

Se le envidia porque no tiene que hacer números para llegar a fin de mes. Por el contrario sus números desestabilizan hasta a los mismos sistemas informáticos del servicio de recaudación tributaria de los Estados Unidos que tienen dificultades para procesar las cifras que aparecen en su declaración de rentas.

¿Como puede un simple mortal escapar al pecado de la envidia cuando lleva en los bolsillos casi 47 millones de dólares.

Decir que es el hombre más rico del mundo no tendría mucho valor si no se dice que además está en la plenitud de la vida.

No es muy apuesto pero es feliz con su pareja ¿y dígame si ésto no es también motivo de envidia por muchos?

Con seguridad ya han descubierto quién es ese ser privilegiado que parecería destinado a vivir en un mundo indiferente al del resto de los mortales pero se niega a encerrarse en su castillo encantado.

Nada menos, nada más, simplemente el ser que en algún momento ha sido odiado por alguno de los millones de usufructuarios del sistema operativo más utilizado por los incontables millones de usuarios de ordenadores en el mundo.

Pensemos que si conectados a internet hay más de 1.200 millones ¿cuántos más que se quedan sin viajar por el ciber espacio, siguen dependiendo de la tecnología que él les ha impuesto?

El es el hombre que creó el gigante Microsoft, la empresa propietaria de los sistemas operativos Windows que funcionan en nueve de cada diez ordenadores personales del mundo.

Windows se cuelga, Windows es vulnerable, Windows cuesta dinero, pero lo utilizamos y cuando un fallo inesperado nos ha borrado todo nuestro trabajo de las últimas seis horas, y no por culpa del programa en sí, sino nuestra por no haber resguardado la tarea, invariablemente nos acordamos del nombre de su creador.

Y por supuesto que no con buen talante, lo que exteriorizamos en esos momentos, aunque no haya razón, es nuestra bronca que hace migas con la de los usuarios de Linux y otros sistemas menores, la de éstos porque no logran destronarlo como rey.

Envidiado, odiado.... parece inconcebible que la misma persona pueda también lograr la admiración proveniente de esos mismos detractores.

¿Cómo no admirar a quién a los 49 años de edad y desde hace diez, es el ser más rico del planeta, más si se sabe que su fortuna no cayó del cielo como el maná ni emergió de las entrañas de la tierra como el petróleo? la creó, multiplicó y.... bueno, no importa que más porque yo a esta altura ni siquiera puedo imaginar cuánto abultan mil doscientos millones de dólares.

¿Verdad que ya sabe a quién me refiero? Bill Gates, un multimillonario que según dicen 'se hizo a sí mismo'.

Pero si su ejemplo en el mundo de los negocios es digno de tener en cuenta -y no me vengan con el software libre que, yo quisiera que me dijeran cuántos empresarios trabajan para regalar su producción- la admiración crece a partir de un premio.

Y no porque antes no hubiera sido reconocido por su labor sino, porque el mundo hispano quizás no le dio importancia hasta que el premio recibido habla su mismo idioma.

El jueves 4 todos nos quedamos un poquitín mosqueados cuando se anunció que Bill Gates y su esposa Melinda habían obtenido el premio Príncipe de Asturias 2006 de Cooperación Internacional.

Miramos nuestro ordenador (computador o PC, según el país dónde estén ustedes leyendo), esperamos que cargara su configuración después del último cuelgue y nos pusimos a escribir este artículo.

El jurado de la vigésima sexta edición del premio tomaba en consideración la importante labor filantrópica que realiza el matrimonio Gates a través de su Fundación, también y para no cambiar de rumbo, la fundación privada más grande del mundo, y no precisamente en extensión.

La documentación del jurado dice que ésta: 'contribuye a la salud global de la humanidad, dedicando considerables recursos personales de sus fundadores, especialmente en el continente africano, y aportando fondos indispensables con el objetivo de erradicar enfermedades como la malaria, el sida y otras que causan aún la muerte de millones de personas al año'.

Podemos envidiarlo, podemos odiarlo o podemos admirarlo; pero lo cierto es que estamos ante un hombre que muy por el contrario de lo que dicen muchos de sus detractores, vive en el mundo real y es consciente de las necesidades de éste.

La Fundación Bill y Melinda Gates, con sede en Seattle, fue creada en el año 2000. Sus activos superan los 35.000 millones de dólares y su objetivo primordial se centra en ayudar a reducir las injusticias existentes en el mundo.

En los últimos años su prioridad ha sido investigar y prevenir enfermedades infecciosas en los países del tercer mundo, especialmente sobre el sida, la tuberculosis, la malaria y la poliomielitis.

En el año 2005 la fundación anunció donaciones por valor de 258,3 millones de dólares para luchar contra la malaria.

Ésto por sí solo supone incrementar en un 80 por ciento el presupuesto que se destina a ello en el mundo.

Para controlar la polio en los países más desfavorecidos ha contribuido con 85 millones de dólares y conjuntamente con el gobierno británico y aportando mil millones, inició un plan de lucha contra la tuberculosis.

En relación más cercana al país que otorga el premio, la fundación mantiene un constante apoyo a los proyectos de la Fundación Reina Sofía, especialmente a los relativos con la atención a enfermos de alzheimer.

Y con la lista podríamos seguir, pero basta decir que las cantidades que la Fundación Bill y Melinda Gates pone al servicio de la humanidad está en el orden de la mitad de los beneficios producidos por la empresa Microsoft.

Los demás aspirantes al premio Príncipe de Asturias para la Cooperación Internacional lo hubieran merecido, sin lugar a dudas, entre ellos estaba el Banco Mundial de la Mujer pero, según palabras de otro de los jurados, la balanza se inclinó a favor de Bill porque 'no es un capitalista normal, tiene una relación con el dinero completamente diferente a la de la sociedad actual, ya que para él no es más que un método para hacer cosas'.

No se lo que piensa usted, pero yo, cuando sufra otro cuelgue de mi Windows, creo que ya o me disgustaré con el fundador del Microsoft.

Almería, en el sur del norte, 9 de mayo 2006 (es el cumpleaños de Ale)

 
 
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