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En un patio de Mantua * Fernando Quiroga |
Si uno lee "Il Pastor Fido", de Guarini, esta leyendo las ideas de los fundadores de muchas de las ciudades-estado italianas del renacimiento.
Allí aparece toda el neo-clasismo galopante de la sociedad italiana del diecisiete.
Guarini era el interprete de lo que le pasaba por el bocho a Vincenzo Gonzaga y a muchos otros, como los mismos Médici.
A ellos les gustaban aquellos vestidos vaporosos que casi no pesaban, los cuerpos semi-desnudos y la leyenda griega con todos sus pecados recobrados.
Estaban reaccionando contra la Edad Media. Así de claro.
Los grandes señores de estas ciudades-estado eran ricos, inmensamente ricos, y si algunos no lo eran lo aparentaban.
Por los grandes artistas competían como ahora un club de fútbol compite por contratar a tipos como Ronaldinho, ni mas ni menos.
Se robaban los fichajes entre ellos, Vincenzo le robo a Rasi a Ferdinando de Medici, por ejemplo. Y a Rubens lo conoció en una de esas bodas impresionantes que se organizaban en Florencia.
Guarini, que era un genio, y no solamente de la literatura, sino que hablaba varias lenguas y le hizo de diplomático a Vincenzo, escribió un libro entero en rima para el, que era ni calcado para hacer con el una de las primeras opera que se escribieron: Il Pastor Fido.
Solo le faltaba la música, y las grandes estrellas del "stilo recitativo" de la época, Rasi, Basile, Archilei y toda la pesca.
Monteverdi le escribió la música, y un buen día de 1607 se represento la primera opera como tal opera que uno conoce, El Pastor Fiel.
Como uno se puede imaginar, se trata de un espectáculo bucólico, con ninfas, faunos y en plena naturaleza, y fue recibida con tal entusiasmo que Haendel muchos años después rindió homenaje a los grandes artistas que la habían hecho.
En el inmenso patio del Palazzo Ducale de Mantua, y bajo las estrellas, oyeron a Rasi con la tiorba colgada al cuello cantar las estrofas de Guarini.
Y pusieron una señal grande y indeleble en el alma trágica de la bota italiana, con su saga de obras dramáticas, la muerte rondando en las voces de sus grandes artistas.
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