Distribución del ingreso
por Ricardo Puglia
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¿Es la distribución del ingreso una de las causas de la pobreza en nuestro país o, por el contrario, es la consecuencia de otros problemas?
Detrás del concepto de distribución del ingreso se encuentran múltiples factores, cada uno acuñado en la tendencia del pensamiento económico social de quien la utilice.
En Latinoamérica, la mayoría de sus dirigentes hacen referencia a la distribución del ingreso, y a su redistribución, para reforzar ante la opinión pública los paquetes económicos que pretenden aplicar en una supuesta búsqueda del equilibrio social, léase Ministerio de Desarrollo Social en Uruguay, que de desarrollo nada tiene.
Utilizan este concepto para atraer a las masas sedientas de justicia social, y cegar mediante una ráfaga ficticia y momentánea de supuesta equidad las esperanzas de la población. En ello es experto nuestro actual Gobierno asesorado por sus socios caribeños.
Sería inútil esconder que la distribución actual del ingreso, tal cual lo marcan las estadísticas latinoamericanas, sea un problema, pero también sería inútil hacer creer a los ciudadanos que la redistribución por sí sola es la panacea del problema de la pobreza y la marginación.
Es difícil competir contra la justa idea de redistribuir los ingresos para nivelar el desequilibrio entre las ganancias de las empresas privadas y los salarios de los empleados, entre la escala salarial y el costo de vida, entre los impuestos que se pagan y la pertenencia a un segmento social.
Sin embargo, es peligroso no tomar conciencia del daño que esta redistribución puede generar a mediano y largo plazo si no es acompañada de políticas que incentiven el desarrollo más que el crecimiento económico y social.
En este sentido, si se insiste en forzar medidas que busquen únicamente redistribuir el ingreso, la probabilidad de caer en un ciclo vicioso aumenta considerablemente debido a que lo material, o cuantitativo, puede ser traspasado de un grupo pudiente a un grupo de escasos recursos, y esto puede establecer las bases de una dependencia a las políticas públicas, teóricamente paternalistas, por parte del estrato social económico más bajo, y puede obligar a los estratos superiores a buscar alternativas de poder que resguarden sus intereses.
Ya está dicho que lo cuantitativo se puede redistribuir, pero en cambio la transmisión de aquello que es cualitativo es más complejo: la educación, el respeto al prójimo, la cultura, y por sobre todo la esperanza y la paz social.
Es por ello que el problema no es la distribución del ingreso sino la falta de generación de oportunidades que permitan a la sociedad en general tener un espacio de participación en igualdad de condiciones.
Es necesario construir un marco en donde la igualdad de oportunidades permita a cualquier ciudadano adquirir herramientas para superar los obstáculos que lo mantienen estancado, y que a su vez abrigue el mérito de quienes pudieron superarlos.
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