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Quejándose por un logro
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por Carlos Mira |
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“Cosecharás tu siembra”, dice el refrán. El presidente Néstor Kirchner, sin embargo, no lo tiene en cuenta: pretende obtener resultados distintos a los que son lógicos como consecuencia de determinadas políticas.
El presidente Kirchner en su reciente visita a New York para asistir a la Asamblea de las Naciones Unidas y a la reunión especial por el cambio climático, asistió también a un seminario, organizado por una fundación presidida por el ex presidente Bill Clinton, cuyo tema central fue la globalización. Allí, el presidente se quejó porque los Estados Unidos abandonaron a la Argentina durante los últimos años y por el hecho de que el país no se sintió acompañado por Washington en sus peores momentos.
El reclamo no puede resultar más sorpresivo. Durante las gestiones de Duhalde y del actual presidente, la Argentina hizo un esfuerzo ostensible por separarse, diferenciarse y aislarse no solo de los Estados Unidos sino del mundo. Se echó mano a cuanto método fue posible usar para insultar, denigrar y etiquetar con todo tipo de agravio a la administración de Bush, a las políticas norteamericanas, a las iniciativas que tenían su origen en Washington y, muchas veces, al mismo pueblo estadounidense. Esa ha sido la semilla plantada. ¿Qué fruto esperaba recogerse? ¿Acaso el elogio, la ayuda y la cercanía? Uno obtiene lo que siembra.
En este sentido, la política internacional del presidente ha sido tremendamente efectiva y exitosa: se buscó el aislamiento y el resultado ha sido el aislamiento. Cien por ciento de efectividad. No puede haber queja por el resultado obtenido cuando el resultado obtenido ha sido el resultado buscado. Es más, si el presidente hubiera tenido el mismo grado de eficiencia en la obtención de resultados en otras áreas de la administración pero por la aplicación de ideas, medidas y planes en el sentido correcto para modernizar el país, conectarlo con el mundo, atraer inversiones, integrar a la Argentina a las corrientes mundiales de comercio y pensamiento, la situación de los argentinos no sería la que es.
El presidente es directamente responsable del resultado que ahora parece preocuparlo. Puso al gobierno a disposición de la organización de la anti-Cumbre de Mar del Plata para regalar un escenario anti-norteamericano a personajes que no tienen otra idea en la cabeza que no sea la del sojuzgamiento de sus pueblos. Ha sido cómplice de parlanchines de cuarta con el solo objetivo de pretender mojarle la oreja a los norteamericanos. Ha liderado un mensaje regional de rencor, envidia y recelo y ha encarnado un haz de valores que son la antitesis de lo que los Estados Unidos han representado históricamente. Se ha aliado con Chávez, con Morales, con Correa; ha envilecido el republicanismo, la división de poderes, el federalismo y la iniciativa individual. Ha criticado la iniciativa privada y preside una economía dirigida, controlada y gobernada por los corcovazos del rebenque. ¿Qué tiene que ver esto con la idea que el sistema norteamericano representa? Absolutamente nada. Ha dicho de Bush, “a éste le gano por KO”, se presentó como el reivindicador de una lucha fraticida que contribuyó a reabrir. Vilipendió al liberalismo, la filosofía de vida defendida, no por una administración norteamericana, sino por su pueblo, porque, más allá de sus inclinaciones, esa sociedad sigue rigiéndose por lo principios establecidos por su Constitución, que asienta sus valores indubitablemente en esa idea.
En una palabra: el presidente ha encarado una arremetida contra todo lo que los Estados Unidos representan. ¿Qué esperaba obtener?
No obstante, durante los meses previos a la presentación de la propuesta de Lavagna para salir del default, la intervención del gobierno norteamericano hizo posible que esa idea tuviera alguna chance de ser, cuando menos, presentada, cuando el clima mundial era de exasperación contra la Argentina. Muchos pulgares que estaban firmemente dirigidos hacia abajo, cambiaron de dirección y otros, al menos, se neutralizaron.
Resulta francamente sorprendente que al Presidente le haya dado este ataque de despecho. Ha obtenido la indeferencia de aquellos a los que odia. Finalmente, de su mano, el país se ha independizado de la malsana compañía yanqui. ¿Cuál es la queja?, ¿contra que situación no querida levanta la voz el Presidente? Quiso que el país no tuviera nada que ver con los Estados Unidos y lo logró, ¿qué más quiere? Sus métodos, sus políticas y sus iniciativas se han probado técnicamente impecables para lograr el resultado buscado. ¡Estamos solos, presidente Kirchner!, ¡por fin, gracias a su invalorable gestión, estamos liberados de la molestas compañías que no hacían otra cosa que hundirnos! Estamos listos para demostrarle al mundo que el Universo está equivocado y que nosotros tenemos razón. ¡Hagámoslo entonces!, ¡no más llantos y quejas tangueras reclamando compañías que hemos echado a empellones! Ahora somos nosotros y nuestros métodos. Nosotros y nuestras ideas. Nosotros y nuestra perspectiva del mundo. No necesitamos de nada, ni de nadie. ¡Enseñémosles a esta manga de novatos cómo son verdaderamente las cosas! Nada nos frena ahora. Somos independientes y soberanos.
No andemos por el mundo llorando la soledad que buscamos con tanto ahínco, ahora que, por fin, la hemos alcanzado.
Fuente: Economía Para Todos
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