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Sigue el impuestazo
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por Javier García |
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En marzo los montevideanos recibirán en sus hogares los recibos de la contribución inmobiliaria aumentada según los valores del nuevo catastro.
La mayoría frenteamplista de la Junta Departamental aprobó la iniciativa de la IMM por la cual se procederá a ajustar fuertemente los valores que se pagan. Existirá un ajuste fiscal municipal por vía de la contribución. Esto lo habíamos advertido hace ya tiempo y en reunión que mantuvimos con el intendente Ehrlich, al inicio de su gestión, le señalamos que si no procedía a recortar el gasto improductivo tarde o temprano iba a recorrer el camino de aumentar impuestos.
La IMM tiene un gasto descontrolado, sin relación con los servicios que presta. Es una institución que está al servicio de sus burócratas y de sus funcionarios y no al de los ciudadanos. Es una máquina de recaudar, casi un millón de dólares por día incluidos los fines de semana, mientras los servicios que presta son deficientes.
Montevideo, que es una hermosa ciudad, empieza a tener signos de abandono. La higiene es deplorable y los cordones de las veredas se transforman en depósitos de hojas, papeles y bolsas. El barrido es inexistente. La recolección de residuos por el sistema de contenedores, siendo un buen método, se empieza a deteriorar por falta de mantenimiento. La clasificación domiciliaria con las bolsas naranja fue un fracaso y ahora quieren corregirlo con uno peor que es poner contenedores para materia orgánica cada tres cuadras. ¿Alguien piensa que una persona caminará ese trayecto para tirar la basura?
Hay cuadras enteras sin iluminación, sobre todo en los barrios un poco alejados del centro y las calles de la ciudad están en estado lamentable.
Podríamos seguir con una descripción que abunda en ejemplos pero que la obviamos porque a la vista está de quienes viven en Montevideo.
Frente a esto se erige una administración donde el desvelo de sus jerarcas es encauzar su relación con Adeom. Como buena parte de esos reclamos tiene un signo de pesos, la preocupación es cómo conseguirlos, sin advertir que ese camino no tiene fin.
Es así que sin reformas de fondo y con apenas un discurso genérico y aburrido que reitera la importancia de la participación se procesó un impuestazo para recaudar de los bolsillos de los montevideanos. Entre otras cosas para pagar los 34 millones de dólares del juicio que la IMM perdió con el sindicato de funcionarios.
La gente no está suficientemente enterada aún, pero se conmoverá cuando vea los recibos en marzo que multiplicará varias veces el valor de lo que paga ahora por contribución inmobiliaria. Se dice desde la administración que esta reestructura de cobros no está hecha para recaudar, ¿para qué entonces? Una cosa es que no hagan nada y otra es que nos tomen de tontos.
De los nuevos valores, además, se desprenderán otros aumentos colaterales que tendrán el mismo fin. Mientras esto sucede el gasto político por contratación de dirigentes del partido de gobierno continúa sin cesar. De cada 10 pesos que los montevideanos pagamos de impuestos municipales, 9 van a pagar sueldos y gastos y sólo uno a invertirse en la ciudad.
Por eso el aumento de la contribución es una burla. Sólo el sentido de la impunidad política por gobernar veinte años la capital puede explicar esto.
Se suele hablar de la solidaridad que obliga a pagar los impuestos, pero sería bueno recordar, también, la ética que se debe tener para cobrarlos y usarlos bien.
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