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Lo que está escrito en la pared
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por Ing. Ruperto Long |
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A finales de los 90, en el LATU consideramos importante respaldar técnicamente el desarrollo logístico del Uruguay. La logística y el transporte forman parte de nuestra historia, y sin duda también tendrán un rol trascendente en nuestro futuro.
Para ello creamos un área especializada –hoy abandonada-, y organizamos un primer encuentro de expertos nacionales y extranjeros que denominamos PROLOG. Al mismo asistió John Kasarda, uno de los referentes mundiales en la materia, quien sentenció: aquellos países que sean capaces de leer lo que está escrito en la pared, antes que los otros siquiera hayan visto la pared, son los que estarán preparados para el porvenir.
Hace unos 15 años, Alvin Toffler había afirmado que el comienzo del siglo XXI sería una era caracterizada por la supervivencia de los más rápidos.
Recuerdo que poco después de la visita de Kasarda, Carlos Maggi arriesgó, con su irreductible optimismo y buen humor: tal vez la logística sea lo que permita que Uruguay deje de vivir en la Odisea del Despacio.
Tiempo después, don Carlos leyó algo que estaba escrito en la pared: sin energía a precios razonables no hay desarrollo posible, y sin generación nuclear no habrá energía suficiente en el Uruguay del futuro.
Lo dijo, lo escribió, y lo volvió a repetir una y otra vez, con la fe de los profetas. Muchos lo miraron con escepticismo.
En el ámbito político, el Partido Nacional, de la mano de Abreu, Heber y quien esto escribe, propuso levantar la “proscripción” que pesa sobre la generación eléctrica de origen nuclear.
Al tiempo, Argentina decidió reanudar su programa nuclear. Luego fue el Brasil de Lula que impulsó la construcción de siete nuevas plantas. Mientras tanto, China e India iniciaban un ambicioso desarrollo nuclear con la construcción de decenas de nuevas plantas de generación. Luego fue la presidenta Bachelet quien, a pesar de sus compromisos electorales y las dificultades específicas de Chile por la actividad sísmica, creó un Comité para analizar el tema en profundidad.
Hace algunas semanas fue el ex Presidente Ricardo Lagos que sacudió el avispero: “la energía nuclear es limpia, no necesariamente más cara, y debe considerarse como una posibilidad en Chile”. Entre numerosas reacciones de apoyo, vale destacar la del presidente de la Cámara Nacional de Comercio: “no hay duda que el ex Presidente tiene visión de futuro y no está mirándose la punta de los zapatos”. El mismo Lagos había advertido que los países de América del Sur debían incrementar su independencia energética, bajo peligro de quedar rehenes del chantaje político por parte de aquellos que disponen de abundantes reservas de hidrocarburos. A buen entendedor...
Mientras tanto, en Uruguay seguimos haciendo tiempo en los temas que realmente importan, y jugando al empate. El Partido Nacional ha seguido insistiendo en que al menos se elimine la absurda y obscurantista prohibición que pesa sobre la energía nuclear, requisito indispensable para llevar adelante los exhaustivos estudios en la materia que se requieren antes de adoptar cualquier decisión, hasta ahora sin éxito alguno. En cambio, cada vez que el Coronel Chávez intempestivamente se asoma por estas latitudes, el gobierno se apresura a redactar y firmar acuerdos sobre los temas más diversos, sin ton ni son, y luego invierte varias semanas en tratar de explicarnos a todos los demás uruguayos que dichos acuerdos no revisten ninguna trascendencia.
Es necesario recuperar con urgencia la audacia y la vocación por el progreso que supo caracterizar a nuestra gran nación. Y terminar con el provinciano aforismo de que nadie es profeta en su tierra, reconociendo cuando algún compatriota alcanza a ver lo que está escrito en la pared de Kasarda, aunque viva a la vuelta de la esquina.
De lo contrario, nuestro único futuro será la mediocridad.
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