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La rebaja del boleto:
trampa para los trabajadores
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por Jaime Mario Trobo |
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En trámite sumario y con nocturnidad como lo hace habitualmente el gobierno cuando quiere eludir el debate y la transparencia, en las últimas horas la izquierda forzó la aprobación parlamentaria de una autorización para gastar 20 millones de dólares para subsidiar el boleto.
Semanas de discusión pública procesaron una larga discusión dentro del Frente Amplio, para incluir en el Presupuesto algunos recursos mas para la Ecuación; sin embargo ahora en pocas horas aparecen nada mas ni nada menos que 20 millones de dólares, y sin explicación relevante, sin la presencia del Ministerio de Economía en el Parlamento, sin datos ajustados sobre cual será el destino de esta partida, en menos de 24 horas las dos Cámaras legislativas aprueban el proyecto.
Lo que ocurre en este caso es que es imprescindible tomar una medida que impida que el índice de inflación siga trepando. Apareció el dinero necesario para que no deba aplicarse la cláusula gatillo que a partir del registro de 10 % anual debe aplicarse en los salarios, o sea para que no deba asignarse otro aumento de sueldo a los trabajadores. Es así de claro el tema.
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Mientras tanto los legisladores del gobierno, de todos los sectores sin distinción fueron detrás del canto de sirena de Astori calificando esta medida como justa, popular y sensible a las necesidades de los trabajadores, queriendo distraer la atención a la realidad. Esta actitud se encuadra en una sistemática negativa a reconocer que la carestía que la gente siente a diario en los precios es en realidad un empuje inflacionario que tiene mas que ver con el despilfarro del estado y con los efectos de la malhadada reforma tributaria, que con los precios internacionales de algún producto. Por ello se propone distraer la atención buscando enemigos en los especuladores y practicando la demagogia mas irrefrenada en inventos tales como el asado mas caro del mundo que ha creado José Mujica, o los pollos de un kilo y poco, o las garrafas de 8 kilos y otras yerbas.
La jugada de la izquierda para evitar un aumento de sueldos que ellos mismos comprometieron debería avergonzar al menos a quienes sabemos leales a los principios que ella misma proclamó históricamente, de los cuales cada día quedan menos.
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