LA FRONTERA Y SUS FOTOGRAFOS
|
|
|
|
Si tuviéramos que repasar la historia de la fotografía fronteriza, muchos nombres acudirían a la memoria para evocar a estos propulsores de la imagen ciudadana.
No dudamos de que algún día se reunirán en una exposición los principales atractivos y las imágenes olvidadas del siglo pasado, que representaron en su momento el acontecimiento más importante de nuestra sociedad.
Entre muchos fotógrafos recordamos a tres que trabajaron durante muchos años para la corresponsalía del diario LA MAÑANA, registrando en sus páginas los principales acontecimientos de esta frontera. Las notas sociales, culturales, deportivas o policiales fueron acompañadas durante 30 años por el material gráfico de Edwin Rodríguez, Senadie González o el "Gordo" Roberto Rosas.
Respetando el valor afectivo que puedan tener las fotografías para recordar situaciones y personajes familiares, pensamos que los fotógrafos locales fueron los primeros investigadores del paisaje zonal.
Hemos encontrado en viejas y amarillentas fotografías algunos paisajes ya desaparecidos por la acción del tiempo, los cambios climáticos o la depredación del hombre. Al margen de cumplir con una profesión en condiciones muy precarias y aprendiendo sobre la marcha, estos fotógrafos lograron la magia de detener el tiempo y congelar imágenes que hoy, cuando han transcurrido muchas décadas podemos valorar como corresponde.
Resumiendo el trabajo de estos artistas sin estudios académicos, podemos decir que le regalaron a la posteridad imágenes de alta calidad plástica pero fundamentalmente de incalculable valor documental.
En la década del 60 y del 70 los diarios capitalinos ilustraban algunas notas con la fotografías de Edwin, Senadie o del "Gordo" Roberto, para mostrarle al país el acontecimiento social de la semana, el hecho policial o deportivo como así también las bellas imágenes de la naturaleza rochense con sus ríos, arroyos y lagunas.
Pensamos que en algún momento se podría organizar un original concurso para identificar a personas que pasaron o están pasando por la historia de nuestra ciudad, con fotografías que fueron tomadas durante los años infantiles.
Será necesario volver nuevamente a los viejos baúles y buscar en el álbum familiar las fotografías que ustedes deberán identificar. Se verán rostros infantiles con pocas posibilidades de se reconocidos, no solamente por los años transcurridos sino también por las fantasías que vestían en algunas festividades
Será también una oportunidad para recordar con cariño a la gente del siglo pasado y que gracias a la generosidad de sus familiares salen del álbum para ingresar a las páginas de ZONA CHUY.
Será solamente una "marcha atrás" en la memoria y dejarnos llevar por los caminos de la emoción.
De todas maneras pensamos que ha quedado para la historia de nuestra ciudad el talento singular de aquellos fotógrafos que trabajando en forma muy precaria nos permiten hoy poder disfrutar de algún aniversario, casamiento o simplemente una fiesta familiar.
En aquellos tiempos no existían cámaras digitales, ni se fotografiaba en ambientes oscuros como sucede con la Handy Cam 2001. Ninguno de estos fotógrafos hubiera imaginado que la vieja Polariod sufriría tantas transformaciones hasta poderse conectar a la computadora o la televisión.
Un ejemplo del trabajo realizado por los fotógrafos fronterizos lo podemos encontrar en el libro Imágenes del Siglo, donde el lenguaje visual fue documentando el transito terrenal de varias generaciones y el rostro de sus protagonistas.
En el silencio de estas fotografías, podemos imaginar el universo de imágenes que registradas en aquellos años, se proyectan hoy como un sencillo y modesto reconocimiento a quienes cimentaron durante un siglo el desarrollo de esta frontera. En aquellos registros se podían observar los verdaderos rostros de los primeros habitantes y una manera muy especial de expresar un pasado sin duplicado.
Gracias al aporte de los primeros fotógrafos pudimos en aquella oportunidad golpear puertas que se fueron abriendo para arrimar el material solicitado y forzar la memoria de muchos colaboradores para identificar imágenes del siglo que se fue.
Recorriendo el cementerio local, donde se encuentran los fotógrafos aludidos, nos encontramos también con rostros conocidos que asomaban entre flores de plástico y alguna lápida, donde se destacaban las fechas que marcaban el transito terrenal de varios vecinos.
También en el cementerio pudimos valorar el trabajo de los fotógrafos locales. Estaban allí las fotografías de hombres y mujeres que de alguna manera fueron cimentando durante un siglo el desarrollo de esta ciudad.
Sin duda que varias generaciones habrán posado para el retrato que luego se guardaría en el álbum familiar, que años más tarde pasaría para otra generación como un trofeo conquistado en la guerra de los años.
Cosas del pasado, como un ritual que la vida familiar a querido perpetuar en un álbum desordenado, sin fechas ni nombres, pero marcando la existencia de muchas familias que no tuvieron otra alternativa que nacer, vivir y morir en esta frontera.
Niños, jóvenes y viejos que transitaron y murieron sin saber que un día sus sueños y esperanzas se iban a cristalizar.
Cuándo vemos estas fotografías que generosamente nos acercan los lectores, vamos comprendiendo un poco mas el pasado de esta ciudad y el trabajo silencioso que realizaron los fotógrafos fronterizos de todos los tiempos.