La unicidad del régimen
por Humberto Bonanata
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Conocedora como nadie de la paranoia de poder de su esposo, algunos ilusos confiaban en su pleno ejercicio del poder, sin perjuicio de recibir los diarios consejos de alcoba. Pero nada de ello sucedió. El “doble comando” nunca existió y encontró en Néstor Kirchner a su principal cancerbero político, o por maldad explícita sino por la atomización de un poder ya inexistente que aún le restan largos tres años de gobierno.
Aunque es impensable razonar Argentina 2011 sin el paso previo de las legislativas de 2009. También es dudoso suponer los primeros diez meses de 2009, hasta llegar a octubre, sin convulsiones económico-sociales de toda índole.
Aún con el decomiso de U$S 100.000 millones de los ahorristas privados consumado el jueves pasado en el Senado “sin tocar ni una coma” del proyecto oficial, los vientos de fronda que soplan ante una economía de un país inestable, incumplidor y corrupto podrán evaporar esa ansiada caja política, amén del daño irreparable para el mercado de capitales.
No nos debe llamar la atención que The Wall Street Journal presagie para nuestras tierras “una tormenta económica” sin precedentes para 2009 con fuerte caída de la inversión externa. Una consultora evalúa descalificar a la Argentina como “país emergente” para situarlo como “nación de frontera” para un año que el pánico de lo desconocido dominará los mercados.
Si al desconcierto internacional le sumamos la irracionalidad en el manejo de políticas públicas consumadas durante los cinco años de kirchnerato, el resultado queda a la vista. Fuera del mundo que, aunque en crisis, cuenta con medidas anticíclicas para frenar el colapso del “capitalismo salvaje” con miras hacia una nueva etapa neokeynesianista de contención social.
Aquí todo funciona por estertores y actos reflejos de Néstor Kirchner. No existe planificación ni para los próximos doce meses; sólo estatismo en peligroso avance sobre la propiedad e inversiones privadas.
La consecuencia política ya la sufre in péctore el oficialismo.
La diáspora parlamentaria comandada por Felipe Solá presagia el enfrentamiento de dos fuerzas opositoras al régimen en las legislativas de 2009. El neoperonismo promete unir sus fuerzas para recuperar el espacio que alguna vez le cedieron complacientemente a Kirchner. El “minibloque” de 24 diputados le hizo perder al oficialismo el quórum propio en la Cámara Baja. Aún este mensaje parece no haber llegado a algunos senadores como Reutemann y otros cuatro que cambiaron su voto contra la Resolución 125 en la estatización del sistema previsional.
La política genera encantos y desencantos como la vida misma y más en un movimiento cambiante como el peronismo. Siempre siguen al cacique hasta que “huelen sangre”. Allí comienzan a gestar en sí mismos la oposición de quien fuera su jefe hasta que logren consumar su caída.
Sociológicamente inexplicable, la raíz cambiante del peronismo hace inestable al sistema político argentino. Aunque todos deseamos –por nosotros mismos- que esta crisis signifique un verdadero cambio y una apertura hacia la República por todos aún perdida.
Por el otro lado, la oposición no peronista trata de afianzar un proyecto común basado en los principios del Preámbulo de nuestra Carta Magna. Demuestra un soplo de aire fresco la apertura que el radicalismo le demostró a Julio César Cleto Cobos como gesto de grandeza ante la virulencia de 2007 cuando el mendocino fuera expulsado de por vida por conformar la lista con la delegada de Néstor Kirchner.
Cada crítica del ex presidente en ejercicio exalta los valores cívicos de Cobos. Y el radicalismo necesita de su foto aquel glorioso 17 de julio con su voto “no positivo”. Saben que no pueden “ningunear” al radical con mayor imagen positiva en la opinión pública y quieren sumarla al crecimiento político de varios de su legisladores como Gerardo Morales, Ernesto Sanz y los diputados Oscar Aguad y Pedro “el vasco” Azcoiti.
Los 117 años de historia parecen renacer de sus cenizas como tantas veces lo ha hecho en su vida política. Elisa Carrió, Ricardo Hipólito López Murphy y Margarita Stolbizer acompañan esta decisión aperturista aunque falten varias charlas de comité entre Carrió y Cobos. Los une la cuna y los principios republicanos, que en la Argentina de hoy resulta un fuerte avance contra el montonerismo y capitalismo -sólo de amigos- que padecemos desde hace cinco años y medio.
Y el gran dilema para resolver por las dos oposiciones es cómo despertar a una sociedad asqueada de soberbia. Una sociedad que demostró su hastío al defender “las vaquitas ajenas” y no sus propios ahorros. Una sociedad altamente responsable por su falta de compromiso cívico del pretenso poder omnímodo soñado por Kirchner.
Una sociedad que deberá soportar si confirma su cobardía que los habitantes de la Villa 31de Retiro , ubicada en terrenos de juridicción del Gobierno Nacional, causen estragos en 14 puntos de la ciudad administrada por Macri. Un Macri que aún parece no reaccionar como destinatario de ese ataque del régimen al margen de la crispación de los porteños que se preguntan dónde está la nueva política; dónde está el poder; dónde está el cambio prometido.
Aunque con todos sus errores la oposición tiene claro el objetivo.
Importa saber comunicárselo a sus representados y movilizarlos en consecuencia.
De ser así, habremos recuperado la clase dirigente imprescindible para una democracia que se precie de liberal.
De no ser así se nos irá la vida en un formalismo democrático autoritario…una república bananera sin bananas.
Digamos presente en la participación política. La paz social de la Argentina peligra seriamente ante acontecimientos que nunca soñamos –ni esperamos- vivir.
Y no falta mucho para ello.
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Fuente: Fundación Atlas 1853 |
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