El proyecto dictatorial de Chávez
por Jaime Daremblum
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Golpeado por la abrupta caída del precio del petróleo y la disminución de su influencia en el exterior, el presidente venezolano intenta nuevamente perpetuarse en el poder.
La ironía difícilmente podría ser mayor: Hugo Chávez, el autoproclamado "socialista del siglo XXI" y "revolucionario bolivariano" que ha pasado años estatizando los yacimientos petrolíferos y atormentando a las compañías de energía foráneas, ahora está pidiendo ayuda a las mayores transnacionales petroleras. Según informó ampliamente la prensa, funcionarios venezolanos han empezado a solicitar ofertas de algunas de las grandes empresas petroleras occidentales, incluyendo Chevron y Royal Dutch/Shell.
Chávez ha administrado pésimamente la industria energética local. Ahora, la fuerte caída de los precios de los combustibles ha exacerbado las dificultades que enfrenta el monopolio estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA). Estos factores, combinados con la reducción en la actividad económica mundial, han forzado al radical antiestadounidense y anticapitalista a abrazar a las mismas empresas que demonizó.
Crisis petrolera
La fuerza e influencia de Chávez siempre han dependido de la riqueza petrolera, la cual ha usado para financiar a los populistas de izquierda en toda América Latina y desencadenar un gigantesco rearme militar. De esta forma, ha adquirido más de $4 mil millones en armamentos rusos y, según diversos informes, ha canalizado más de $50 mil millones a gobiernos amigos. Sin embargo, con el desplome de los precios mundiales del petróleo, el desaforado gasto público tendrá que disminuir y así lo advirtieron voceros del Banco Central en Caracas.
Las señales de la crisis venezolana son evidentes no solo en los apuros de PDVSA. El crecimiento económico venezolano ha descendido dramáticamente y el banco central admite que la inflación anual fue de casi 31 por ciento en 2008, aunque algunos analistas creen que la cifra real es mucho mayor. Sumado a que Venezuela ya tiene la tasa de inflación más alta de toda América Latina, Chávez anunció que el gobierno estaba tomando aproximadamente 28 por ciento de las reservas internacionales del banco central —unos $12 mil millones— para afrontar la marcada reducción económica.
Pérdida inédita
Las malas noticias para los venezolanos son que su presidente desperdició oportunidades sin precedentes durante el auge petrolero y su economía se encuentra hoy en jirones. Las buenas noticias para los responsables de la política exterior estadounidense, y los dirigentes democráticos en América Latina, son que Chávez tendrá en adelante menor capacidad para fomentar problemas políticos en el extranjero y minar las democracias de la región.
Por desgracia, Chávez busca prolongar su presidencia indefinidamente. Para ello pretende la aprobación de una enmienda constitucional que aboliría los límites a los períodos de los cargos de elección popular y le permitiría reelegirse en el 2012 para un nuevo mandato. (Los votantes derrotaron su intento anterior de eliminar límites a la reelección presidencial, en el referéndum de diciembre de 2007). Los venezolanos votarán el próximo 15 de febrero sobre esta enmienda, la cual representa otro descarado intento de Chávez por perpetuarse en el poder que ha provocado fuertes protestas. Entre tanto, el hostigamiento a la oposición crece cada día a manos de un régimen de clara vocación autoritaria.
Desestabilización regional
Venezuela, uno de los países de mayor importancia estratégica del continente, bajo Hugo Chávez se ha convertido en la principal fuente de inestabilidad regional. El gobierno chavista ha ayudado a los terroristas de las FARC en Colombia y se ha aliado con Rusia e Irán. En noviembre último, Moscú acordó ayudar a Chávez a construir un reactor nuclear. Teherán y Caracas han firmado una serie de acuerdos estratégicos y Jezbolá, brazo terrorista de Irán, se estableció en Venezuela. En junio pasado, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos acusó al gobierno venezolano de "emplear y proporcionar refugio a agentes y recaudadores de fondos de Jezbolá".
De tener Chávez éxito en eliminar los restantes controles a su poder, en un momento de intenso dolor económico, podría sobrevenir una conmoción política en gran escala que conllevaría un desasosiego violento. Por ello, el nuevo referéndum será un hito crítico para la democracia venezolana. Si Chávez se sale con la suya, la consolidación de una dictadura podría resultar incontenible.
Los activistas democráticos venezolanos y quienes protestan contra Chávez seguirán siendo acosados por las fuerzas de seguridad del régimen. La prensa y los grupos de derechos humanos del hemisferio no deben permitir que esta violencia e intimidación queden sin ser conocidas o, peor aún, fueran toleradas por la comunidad internacional. En momentos en que el destino de su sistema político pende de un hilo, los demócratas venezolanos merecen mucha atención y el decidido apoyo del mundo exterior.
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