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Las butacas progresistas
por Javier García
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La compra de las butacas para el Paraninfo es apenas una muestra de cosas mucho más importantes que el soporte donde posan las asentaderas los dirigentes universitarios. El doble discurso, lamentablemente habitual en las elites gobernantes del país dentro de las cuales se incluyen los dirigentes de la Universidad de la República, estuvo presente en este episodio.
La Universidad tiene, a partir de la amplitud del artículo 2º de la ley Orgánica que la rige, la costumbre de opinar y criticar sobre un abanico de temas sin límite. Se ve obligada a expresar posición, sin que se le pida, sobre los temas de "interés general". Es común que su Consejo Directivo Central denuncie o rechace leyes, adhiera a actos, se solidarice con algunos países o censure a otros. Criticó siempre a los gobiernos anteriores pero ha sido muy cuidadoso, sin embargo, en no meterse con el actual gobierno, y eso tiene explicación dado que existe una vinculación política partidaria directa con el Frente Amplio en muchos de sus principales dirigentes. Fueron la "conciencia crítica" del país hasta que el FA asumió el gobierno, para pasar a ser una mansa y callada institución.
La misma Universidad que ha criticado durante años las políticas económicas de todos los gobiernos, ejecuta un presupuesto donde terminan siendo más importante unas cómodas butacas que el arreglo de los baños encharcados de aguas servidas de su Hospital de Clínicas. Los dirigentes progresistas aseguran un buen asiento para sus glúteos, mientras que los de los pacientes del Clínicas soportan la mugre desde hace años.
Nadie, honestamente, puede sostener que con 200.000 dólares que costaron las butacas se resuelven todos los problemas del Hospital universitario, pero no se deben gastar en superficialidades cuando se tiene un hospital en ruinas y casi paralizado. El dedo acusador y justiciero de los universitarios "progresistas" sirve para los demás pero no para sí mismos.
El año pasado, según informa el Rector en un comunicado librado hace horas, el Paraninfo fue sede de diversas reuniones. Muy pocas académicas y muchas políticas. Las actuales butacas soportaron la humanidad de atentos participantes que escucharon disertaciones, por ejemplo, sobre la "Masacre de Tlatelolco" y sobre el Mayo Francés organizadas por la FEUU y otra en "defensa de la democracia boliviana" organizada con los funcionarios agremiados y un "acto universitario de la Huelga General". Disertaciones tan "progres", como dicen los españoles, hubieran merecido mejores butacas.
El monopolio público en materia de enseñanza superior que reclama la Universidad, produce esta impunidad. Ha perdido autoridad académica en la medida que su calificación a nivel latinoamericano es inexistente. Priorizó un papel político sobre su naturaleza académica y un pretendido rol de "conciencia social" y perdió su esencia. No está de acuerdo en que exista otra Universidad pública con sede en el interior, como propuso el Partido Nacional, porque le haría perder el monopolio y sería una competencia peligrosa e indeseada. No está preocupada por la excelencia, sino por el poder.
Pretende un rol fiscalizador y de tutor sobre las universidades privadas, sin detenerse a analizar por qué muchas familias hacen sacrificios económicos para que sus hijos estudien en éstas y no vayan a la pública.
Las butacas son apenas el botón de muestra de una Universidad de la República en deterioro intelectual, encerrada, obesa de política y adelgazada de valores.
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