Mi más sincero homenaje…
Dr. Enrique Rimbaud
Decano de la Facultad de Veterinaria
Managua - Nicaragua
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Este es un año de aniversarios, no aniversarios tradicionales en los que nos vamos por fechas de oro, plata o diamante, sino aniversarios cualesquiera, pero no por ello menos importantes… aniversario es aniversario al fin…
Un gran acceso de tos de la que viene a ser mi bronconeumonía anual de fumador crónico, el cansancio de un día intenso, el frío calórico de un vaso de whiskey con hielo, el humo de un habano perfumado del norte, y Gene Kruppa agitando percusión desde el equipo de audio… hilan cavangas, recuerdos, anécdotas, vívidas partes de una historia que ya no tiene fin, y las emociones se agolpan agitadas, anudando gargantas y entibiando fosas lagrimales…
Este año, sin dudas llego a mi medio siglo, el 13 de septiembre cumpliré cincuenta años vividos intensamente para qué, medio siglo en el que no hay segundos para el arrepentimiento, que no hubo segundos para ocio o desfallecimiento, medio siglo cargado de motivos y propósitos, de ideas e ideologías, de experiencia acumulada, de pragmatismo puro, fieles en todo momento a las corrientes Jamesianas del torrente del pensamiento vivo, a la constructiva duda cartesiana, en una discusión platónica permanente pero cargada de acción y dinamismo…
Como decía en un escrito de hace pocos días u horas, no sé bien, mi mayor desafío intelectual sin dudas ha sido mi periplo en Nicaragua, venir a crear y hacer parir una Facultad de Ciencias Agrarias desde la nada, hoy con mis Escuelas de Agronomía, Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos plenamente funcionales, desarrollar toda una estrategia de comunicación, extensión, e investigación, sumado a la elaboración de programas, planes de estudio, pensunes, etc.
El 22 de Abril, se cumplirán 24 años de vida académica como docente universitario, el 22 de Diciembre 23 años de profesional veterinario… casi tanto como la edad de muchos de mis asistentes veterinarios…
El 24 de Marzo se cumplen 6 años de la primera clase dictada en nuestra Facultad, y con ella el último tramo de nuestra tercera promoción de egresados… ya tenemos una tercera generación haciendo quinto año…
Me detuve a pensar, a quienes debería o podría homenajear frente a tanta cosa hecha, frente a tanto camino recorrido, y una figura destello en mi mente sin hesitación ni duda, siempre estuve convencido, ideas que uno se preña cuando es dirigente estudiantil y lo fui por varios años, que la universidad, los entes educativos, no son la infraestructura edilicia ni su cuerpo docente, un proyecto educativo tiene sentido siempre y cuando haya estudiantes… sin estudiantes no hay docencia, no hay enseñanza, no hay trayectoria, no hay trascendencia, estos son los que hacen que todo tenga sentido…
A esta altura de mi vida, miles de estudiantes de todo tipo han pasado por mis cátedras, pero, hay cinco en especial a los que quiero rendir homenaje, y en ellos, se resumen todos aquellos a los que he podido enseñar algo del todo lo mucho o lo poco que puedo darles…
Estos cinco, son parte de un grupo que creyeron en el mayor proyecto de mi vida, formar veterinarios desde el vamos, desde primero a quinto año, con una tesis de grado, formados en una concepción global de que la docencia, la investigación y la extensión van de la mano, que ayudar al prójimo es una forma de vida, y que la veterinaria no es solamente cobrar una consulta sino una misión, una forma de vida, en la que la protección y bienestar animal se entremezclan íntimamente con el desarrollo sostenible de la familia rural.
El 24 de Marzo del año 2003, 39 estudiantes recibían su primera clase, a la sazón, la primera clase dictada por la Facultad de Ciencias Agrarias de la UCC, jóvenes que creyeron en un proyecto sin verlo, sin conocerlo, solamente se aprestaron a vivirlo… el 12 de Diciembre del 2008, cinco de ellos subían al estrado del Teatro Nacional Rubén Darío, con sus togas y birretes a recibir sus títulos de Doctor en Medicina Veterinaria y Zootecnia…seis años de su vida y de su juventud que nos brindaron y se regalaron para ser profesionales veterinarios útiles a su familia, a su país y a sí mismos!!!
Ariel Olivares, hombrecito callado y taciturno, trabajador incansable, joven empresario formado por la vida, responsable, estudioso, de carácter fuerte, viajaba diario desde Niquinhomo a Managua para recibir sus clases diario…
Lilieth Molina, bella y talentosa joven de Managua, dejó atrás el bacanal y una vida de devaneos para abrazar con fervor y pasión a la profesión veterinaria, hoy quien la ve se sorprende, al ver una profesional seria y responsable, con gran capacidad y dominio de su profesión…
María Elena Solórzano, la niña tierna, Granadina, ingresó a la facultad con dieciséis años, para hacer una carrera brillante, las mejores notas, siempre reclamando y discrepando, una inteligencia aguda y crítica sumadas a una conducta irrefrenable, propias de la inquietud nacida de la inteligencia, siempre con ansias de saber y hacer…
Santiago Ortega, Masaya, hombre recio y de eterno buen humor, el mayor de todos, y no por ello menos inteligente, cuestionador en el mayor marco del respeto, serio, responsable, con la pesada herencia de ser hijo de uno de los mejores veterinarios del país, y no obstante descollar por si mismo, por su capacidad, por su tenacidad, por su constancia y por su apego al trabajo…
Switenia Robletto, la chaparrita Boaqueña, comenzó un cuatrimestre más tarde que el resto, terminó su tesis un cuatrimestre después, en una carrera difícil, mientras los otros dormían todas las noches en sus casas, ella pasaba de lunes a viernes en pensiones, al principio más fácil, luego un embarazo que si bien no fue deseado tuvo como fruto un bello niño, lo que le complicó los estudios, un matrimonio fugaz que la complicó aún más, pero finalmente llegó… con las completas, pero llegó, todo un símbolo de perseverancia, tenacidad y seguridad en los objetivos…
Hoy podría sentirme culpable, pero es una culpa dulce y honrosa, culpa que quiero compartir con aquellos que estuvieron desde el primero momento: Gabriela, Marisol, Luz, Nohemy, Sandor, Silvio, Luis y Andrei, sobre estos pilares se edificó la Facultad, pilares de hierro duro, de cemento sólido, pilares eternos…
Estos cinco nuevos veterinarios que hemos ofrendado al país, comenzaron las primeras jornadas de atención a carretoneros, las primeras jornadas de atención veterinaria, las primeras jornadas de castraciones, las primeras investigaciones, recorrieron el país atendiendo animales, estuvieron en primera fila cuando los desastres naturales: Huracán Beta, Huracán Félix, Inundaciones Chinandega, Inundaciones Nicaragua del año pasado… nunca dijeron que no, siempre estuvieron, y hoy, como profesionales, siguen estando… nosotros señalamos un camino, ellos lo abrieron, y siguen avanzando!!!
Quiero entonces, en la figura de Ariel, Lilieth, María Elena, Santiago y Switenia rendir homenaje a todos aquellos que he educado en mi vida, y que educaré, no tanto en la enseñanza de la medicina veterinaria, eso se puede conseguir en los libros o internet, sino en la enseñanza de que la Medicina Veterinaria es una forma de vida, una misión, una cruzada eterna en pos de un objetivo que siempre se renueva!!!
Felicitaciones muchachos, y sigan adelante, trabajando hoy, rumbo al mañana!!!
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