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Más mentiras y poses
por Robert Carmona-Borjas (Perfil)
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Los revolucionarios bolivarianos se han manejado estos nefastos diez años, en base a la mentira, a la amenaza, la manipulación, el chantaje, los instrumentos principales de la estrategia chavista. Las cifras y las estadísticas las disfrazan con un cinismo único. Así, por ejemplo, los más de 200 medios de comunicación del Estado al servicio del régimen bolivariano afirmaban con un caradurismo igualmente único, que la marcha del 7F había sido un fracaso; los opositores no habrían llenado las calles de Caracas. Pero las cámaras de los medios independientes, a los que paradójicamente llaman golpistas y manipuladores, mostraron la realidad. Un rio de gente, desde Petare hasta la Avenida Libertador, que espontáneamente y sin autobuses, sin el apoyo del Estado, marchaban alegres para expresar su rechazo a la ilegítima e ilegal propuesta de enmienda constitucional para permitir la reelección indefinida y perpetuarse en el poder.
La multitudinaria marcha por el No del sábado pasado refleja la tendencia ya expresada por las encuestadoras más serias del país. Los venezolanos: jóvenes en su mayoría, estudiantes, obreros, profesionales, amas de casa, dijeron de nuevo No a la ambición de un disminuido Hugo Chávez quien pierde, por esa y muchas otras razones, apoyo adentro y afuera. Hasta sus mismos seguidores, cada vez menos, por cierto, rechazan el autoritarismo que implica la permanencia o eternización de un solo hombre, en el poder.
Hace unas semanas la dirigencia chavista, Hugo Chávez a la cabeza, hablaban de guerras, de armas, de aniquilar a la oposición. De allí que sus cómplices, los representantes de la Piedrita y Lina Ron, entre otros grupos paramilitares del terror, financiados por el Estado, realizaran actos de violencia y de vandalismo nunca vistos contra la Nunciatura y la Sinagoga, contra los medios de comunicación, contra la Alcaldía de Caracas, en fin, contra el país entero.
Ahora, después de la manifestación del sábado, Hugo Chávez se ha dado cuenta –o, al menos sus asesores se lo han indicado- que la promoción de la violencia y el odio le han restado espacio en el país y en el exterior. Que los venezolanos quieren vivir en paz y que rechazan los actos de violencia que provienen solamente de los sectores oficiales.
De allí las declaraciones de un aparente manso dirigente, el sábado por la noche, inculpando a los dirigentes de la Piedrita y a la misma Lina Ron, sus aliados y ejecutores de la política del terror. Días antes, manipulando la verdad, escondiendo la realidad, Hugo Chávez habría irresponsablemente asegurado que la oposición golpista y pitiyanqui había perpetrado el grosero atentado contra la Sinagoga. El sábado por la noche el mismo Chávez recula y afirma ahora que es inaceptable que un grupo como la Piedrita o la intelectual Lina Ron amenacen a otros venezolanos y lleven a cabo hechos de violencia, sin que sean castigados los responsables. Incluso, afirmó, luego de instruir a la Fiscal para que actuase, que él mismo iría por Santana, el jefe del grupo terrorista para que se someta a la justicia. ¿Cuál? No se sabe, porque días antes, cuando la Policía de Chacao detuvo un grupo de bárbaros de la Piedrita en Las Mercedes, por disparar contra los estudiantes que manifestaban pacíficamente, una juez, por instrucciones superiores, los puso en libertad.
Desde luego, las afirmaciones de Hugo Chávez no son improvisadas. Al contrario, se presume que han sido fríamente calculadas y seguramente hasta conversadas con los protagonistas del terror, para engañar y manipular la opinión pública y mostrarse como un garante de la paz y de la tranquilidad en el país. Pero, lamentablemente, el mensaje y la estrategia utilizados con éxito hace algunos meses, hoy no surten el efecto deseado. Los venezolanos no creen más en la farsa bolivariana, la misma a la que han recurrido desde 1999. El cambio de postura sobre la violencia es sólo por ahora, antes del referéndum. Después, difícil sería pensar que habría un cambio. Probablemente, como los asesinos de Puente Llaguno, el tal Santana sería presentado como un héroe, candidato a Diputado a la Asamblea Nacional e incluso, porque no, hasta un busto en su honor, al frente de la Sinagoga o en lugar de Cristóbal Colón.
Las cartas están echadas. Los venezolanos se expresaran masivamente el 15F y después defenderán su voto hasta lograr que se reconozca la victoria del No. La abstención será menor, porque ya sabemos que no votar es permitir el fraude que trataran de hacer de nuevo y que se debe desmontar a tiempo. La mayoría votará con calma, por la tarde, para evitar manipulaciones ya descubiertas y publicitadas.
Los venezolanos No quieren más engaño, No quieren más manipulación, mucho menos más violencia. Los venezolanos quieren paz y tranquilidad, Bienestar y progreso en libertad.
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