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Llorando por un sueño
por Raúl Seoane
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A escasas semanas de las internas en los partidos políticos para dirimir quienes serán los candidatos a la Presidencia de la Nación en octubre próximo, aparecieron nuevos postulantes que se suman a la disputa en los tres principales partidos. Irineu Riet ex intendente de Rocha confirmó su candidatura en el Partido Nacional, Luis Hierro López competirá con Pedro Bordaberry en el Partido Colorado, y Marcos Carámbula es el tercero en discordia dentro del Frente amplio.
Las elecciones internas en el Frente Amplio aparecen como las más complicadas de toda su historia a la luz de los últimos acontecimientos, aunque nunca fueron tranquilas y siempre existieron enfrentamientos y diferencias irreconciliables entre los distintos bandos que se disputan el poder.
A diferencia de los partidos tradicionales de los cuales se conoce cabalmente sus lineamientos políticos desde su fundación, más allá de puntuales y mínimos contrastes entre los postulantes, el Frente Amplio navega entre el centro y la extrema izquierda desde su comienzo como partido.
Desde el centrismo de Tabaré Vázquez y Danilo Astori, pasando por el populismo de José Mujica hasta el extremo de Marina Arismendi, el Frente Amplio es realmente una colcha de retazos muy difícil de mantener unida y ordenada ya que la heterogeneidad de sus bases resultan incompatibles a la hora de la toma de decisiones trascendentales para el partido, y lo que es peor aún, para el país.
Prueba de esta diversidad ideológica es la actual interna del grupo progresista, en donde desde la decisión del Congreso Partidario de dar su apoyo a José Mujica pasó por todo el teleteatro progre en que derivó esta decisión, hasta la candidatura de Marcos Carámbula.
La candidatura de Carámbula fue un fuerte cimbronazo en el Frente Amplio ya que muy probablemente le reste votos en la interna a Mujica, por lo que éste, que se veía ganador indiscutible frente a Astori gracias al apoyo del Congreso, viró su estrategia queriendo aparecer ahora como la víctima de una artera maniobra para desplazarlo, de lo cual no está muy equivocado. Pero esta indudable maniobra está motivada en los continuos errores del Pepe cuya gota rebalsante fue al conocerse su “conchabo” con el enemigo número uno del pueblo uruguayo, el ex presidente argentino Néstor Kirchner.
Ya se sienten los llantos dentro de los simpatizantes del FA, de quienes no parecen darse cuenta de que el “rejunte” no es una buena opción para formar un partido político que trascienda en el tiempo. Félix Duarte desde su artículo “Tristeza...paisano, aura que usté dice”, llora porque “Un período no es tiempo para consolidar un cambio. Muchos –tal vez la mayoría– de los planes y de reformas están en proceso. Hubo que aprender a gobernar, y eso contra política de palo en la rueda. ¡Si será difícil la parada la que se juega la izquierda!”, y barrunta la pérdida del poder sin comprender que este Frente con ideas e ideologías tan diferentes y contrapuestas es un engendro imposible de controlar y más aún de votar.
Cuando Duarte acertadamente dice que “Muchos –tal vez la mayoría– de los planes y de reformas están en proceso”, reafirma nuestra aseveración de que este gobierno obtuvo sus logros gracias a las reformas y a los planes trazados por otros presidentes como Sanguinetti, Lacalle y aún el propio Jorge Batlle, y parece dar a entender que no existen logros directos del partido gobernante, o por lo menos lo insinúa. (Ver La murga sigue bailando, Razonar para entender un año de gestión progresista)
Ya desde fines del pasado año se veía venir un desmembramiento del Frente, y así lo expuse en “Se necesita una costurera” el 26 de diciembre pasado “Estos roces van a terminar en el deshilachamiento definitivo de la colcha y no existirá ninguna costurera o costurerita, (que haya dado o no el mal paso) que pueda remendarla, por lo que las probabilidades apuntan a que el quiebre del Frente Amplio resulte en dos partidos de izquierda, uno moderado y otro totalitario y reaccionario.”, y si bien esto no ha sucedido, por ahora, ya comienzan a moverse las piezas y a desalinearse algunas figuras dentro de cada uno de los pequeños partidos que conforman la coalición gobernante.
A pesar de los llantos y las rabietas que puedan originarse, Félix Duarte incluido, este desmembramiento puede hacerle mucho bien al partido progresista para erigirse como un verdadero adalid del centro-izquierda, limpiando todos aquellos pequeños grupúsculos disidentes de la izquierda radical revolucionaria.
Según un estudio realizado por el Instituto Factum en 2005, para el Comparative National Election Project arroja que el 89.5% del electorado uruguayo se ubica entre la izquierda y la derecha, es decir en el centro (centro-derecha/centro-izquierda) del espectro político, que es la forma en que manejó el país el actual presidente Tabaré Vázquez. A su vez, la misma encuesta indica que el conjunto de la población ubica al Frente Amplio entre el centro izquierda y la izquierda (más a la izquierda que al centro). De acuerdo con esto, podemos colegir que en las últimas elecciones los uruguayos votaron por un cambio, pero no por un aval a la izquierda sino por un cambio que arrimara al país más hacia el centro izquierda que a la derecha.
El teleteatro progresista, con el Pepe a la cabeza, no termina acá. Van a continuar muchos teje y manejes en el mientras tanto, pero la lógica parece indicar que de todo este berenjenal que resultó ser el Frente Amplio emerja un partido de centro izquierda consolidado en su ideología y que pueda disputar el poder con los grandes partidos tradicionales.
¿Qué va a pasar con la izquierda intransigente?, probablemente formen un pequeño partido que obtenga, de tanto en tanto, algún escaño en Diputados y desde allí hacer oír sus discursos de barricada, porque al ser la mayoría de los uruguayos de centro, la izquierda radicalizada no tiene mucho futuro aunque hoy sus desaforados alaridos se hagan sentir, dentro del Frente Amplio, mucho más fuerte que las voces moderadas que son mayoría dentro de la colcha.
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