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Pasado, presente y futuro…
Diferencia en los significados crípticos
por Fernando Pintos
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Como es por todos bien sabido, en todo manejo del lenguaje existen dos significados: el aparente y el críptico. En cuanto al primero, puede explicarse como lo que literalmente se está diciendo (y escuchando). Pero lo más importante está en cuanto tiene que ver con el segundo de los mencionados: el significado críptico. Muchas veces, por ejemplo, decimos que «Pepito Pérez es un gran tipo»… Porque eso es, exactamente, lo que queremos expresar. Pero en ciertas ocasiones, vamos a decir que «Pepito Pérez es un gran tipo», alocución que tendrá un significado por completo opuesto a lo que aparentemente está transmitiendo o comunicando. Entonces, siempre será necesario buscar el significado críptico de las palabras detrás del significado aparente. De tal manera, cuando alguien nos dice: «déme una semana para evaluar su propuesta», podremos enterarnos de que en realidad está diciendo «váyanse usted y su propuesta al carajo»… Y, como consecuencia directa de tal comprensión, evitaremos perder, de manera tan inútil como miserable, nada menos que una semana: tiempo que podría ser muy valioso para ser empleado en otros —mejores— menesteres.
Una de las maneras más perfectas para apreciar cómo —y cuánto— ha evolucionado el significado críptico de lo que hablamos, puede hallarse en el lenguaje habitual con que las empresas de toda índole se comunican con esa infantería de la sociedad posmoderna que es ni más ni menos que lo que se conoce como «público». Para comenzar, se caerá en cuenta de que todas las empresas, con especial énfasis en aquéllas que son multinacionales o pretenden serlo, utilizan moldes sumamente parecidos para manejar los contactos directos de su personal con el público. Y para seguir, cualquiera diría que esos modelitos de comunicación verbal deben acechar a todas horas, convenientemente agazapados en unos insulsos manuales de procedimiento que, para firmas tales como «McDonald’s», deben adquirir el mismo significado que tiene el Catecismo para los católicos y la Biblia reformada para los protestantes. Pero, más todavía: en ausencia de esos manuales, obviamente elaborados gracias a la dificultosa comprensión de diversos libritos de motivación personal y auto realización profesional, tanto empleados como gerentes y supervisores habrán de experimentar la misma desesperada indefensión de un náufrago que intenta dar brazadas, con torpeza y angustia, en un mar infestado de tiburones hambrientos. Huérfanos del manual o repentinamente colocados en el epicentro de situaciones no previstas en aquel pozo de sabiduría impresa, suelen entrar en situaciones intensas de pánico escénico.
Ahora bien. Con el paso del tiempo, ese lenguaje más o menos común a todas las empresas colocadas en situación de comunicar con el público a través de sus empleados o representantes, no ha cambiado más que en algunos pequeños detalles, muchas veces hasta imperceptibles. Mas, lo que sí ha cambiado de manera drástica es la intención detrás de ese lenguaje formal. Y, junto con la intención, transitará en estrecha unión la praxis empresarial. Y como consecuencia directa de estos dos aspectos indivisibles, tendremos un significado críptico de todo cuanto se diga en la relación con cualquier clase de posible cliente… O víctima, si se quiere expresar el concepto con mayor crudeza. Veamos, entonces, la evolución del lenguaje críptico a partir de un pasado más o menos reciente —dos o tres décadas—, hasta nuestros agitados días de Posmodernidad. Pongamos por caso una comunicación telefónica. El significado críptico, se incluye entre paréntesis.
Pasado
—Empresa La Perichona. Tenga usted muy buenos días. ¿En qué podemos servirle?
(¡Qué suerte! ¡Tenemos un cliente nuevo! ¡Que no se nos escape!).
Presente
—Grupo Madonna & Jackson. Buenos días. ¿En qué podemos servirle?
(¡Qué bueno! ¡Ya tenemos un idiota más para la colección! A ver cuanta plata le sacamos a este desgraciado…).
Pasado
—¡Para empresa La Perichona ha sido un placer servirle!
(Esperamos que siga siendo cliente de La Perichona… ¡Please!).
Presente
—¡Para el Grupo Madonna & Jackson ha sido un privilegio servirle!
(—¡Mil gracias por dejarte desplumar de una manera tan perfecta, pedazo de imbécil! ¡Y ojalá seas lo suficientemente tarado como para volver a dejarte esquilmar por este antro de negreros y ladrones).
Como bien vemos, el paso de los años reafirma la sabiduría de los viejos y sabios dichos. Pongamos por caso: «todo tiempo pasado fue mejor». Y si éste funciona infalible con relación al pasado, también lo hará en proyección futura. No olvidemos que el presente de hoy, es el pasado de mañana. Por tanto, y en vista de cómo se encuentra en la actualidad este mundo y hacia dónde parece dirigirse con inusual celeridad, nos queda imaginar lo que será uno de estos diálogos de manual en un futuro no muy lejano. Y lo bueno del asunto consistirá en una remoción radical de cualquier significado críptico. Total, ¿para que? Veamos cómo funcionará este tipo de comunicación.
En el Futuro (…)…
—Corporación Debacle Universal… ¿Qué carajos quiere?
—… … …
—¡Será un placer desplumar a un descerebrado como usted! A ver, haga su pedido rápido y no me moleste con preguntas impertinentes o exigencias estúpidas.
—… … …
—Pues tampoco me moleste con lloriqueos. Mire que hoy ando de mal humor y le cuelgo. ¿O no se da cuenta que le estoy haciendo el favor de atenderlo?
—… … …
—Está bien. El precio de impermeabilizar su asquerosa azotea de 80 metros cuadrados es… Veamos, acá está la tarifa vigente durante los últimos 15 minutos… Aquí está. Son 200 millones de pesos. Y mire que ya le estoy haciendo un descuento del 75 por ciento…
—… … …
—¡Ya le dije que no quería quejas ni lloriqueos!
—… … …
—Y también se puede meter sus agradecimientos ya sabe por dónde. Los adulones me provocan arcadas. Ah, y una cosa más: nos espera sentado y tranquilo, que por ahí estaremos llegando.
—… … …
—¿Cómo que «cuándo»… ¿Ahora la tenemos con esas exigencias impertinentes? Ya le dije claramente «cuándo». Digamos que de aquí a un mes. Pero nos espera ahí, sin moverse ni para ir al baño, porque si llegamos y no está para atendernos, le hacemos un recargo automático del 90 por ciento.
—… … …
—Sí. Sí. Y déle las gracias también a su tía Gregoria, por las dudas.
—… … …
—Sí. Hasta la vista. Y después que le cobremos el trabajo, puede reventar tranquilo. Abur.
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