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¿El presidente de todos?
por Pablo Mieres
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La convocatoria fue para todos, pero solamente algunos se sintieron parte. La televisación del acto hizo pensar que iba hablar para todos, pero resulta que sólo habló para la hinchada. El acto de gobierno se convirtió en un acto partidario. La Constitución se lo prohíbe, pero poco le importó. Repasó supuestos logros, hizo promesas futuras, se burló de la oposición, pero ¿cuántas cosas quedan en el debe? Muchas. ¿Y qué dijo al respecto? Nada.
El Presidente Vázquez, que goza de una muy alta simpatía en la población, se ha infligido un grave daño a su imagen en su afán por mantener el liderazgo de su fuerza política, hoy amenazado por la emergencia de un candidato alternativo y rebelde a sus indicaciones y preferencias.
El pasado sábado el Dr. Vázquez violó la Constitución de la República, se burló de más de medio país y sacó a relucir su peor perfil, despreciando a sus adversarios y produciendo un grave daño a su investidura presidencial.
El Presidente de la República tiene prohibido realizar actividad político partidaria, cosa que este Presidente ha violado en reiteración real. El acto del sábado fue, a todas luces, un acto partidario, donde incluso el Presidente no sólo hizo política electoral sino que también utilizó el acto para marcar sus preferencias internas dentro de su fuerza política.
Pero lo peor del pasado sábado fue el tono “pendenciero” y descalificador para todo aquel que no está de acuerdo con su gobierno. La burla con groseras referencias, puede deleitar a su “barra” y provocar el fácil aplauso de los frenteamplistas militantes que lo acompañaron en la calle, pero es absolutamente impropia de quien debe ser, por mandato constitucional, el Presidente de todos. Incapaz, como siempre, de reconocer aunque sea alguna mínima referencia sobre el aporte de los partidos de oposición.
El Dr. Vázquez no ha estado a la altura de las circunstancias y ha dañado la investidura que él representa.
Por otra parte, el contenido de su alocución denota un grave deterioro de su capacidad de autocrítica. Un verdadero autobombo, plagado de datos e informaciones edulcoradas o elegidas con criterio arbitrario para intentar hacer creer a todo el país que estamos en el “mejor de los mundos posibles”.
Sin embargo, algunas evidencias son tan fuertes que ni siquiera en el contexto de un discurso elegido a placer y sin oportunidad de réplica, se pueden disimular algunas carencias muy graves en las que ha incurrido el actual gobierno que encabeza.
No es posible disimular que la reforma tributaria supuso, a la hora del balance, una traslación de carga tributaria de los impuestos al capital a los impuestos al trabajo. Estudios realizados por la misma DGI confirman que las cargas tributarias sobre el trabajo se incrementaron en más de un 50%, mientras que las cargas impositivas sobre las rentas empresariales disminuyeron significativamente. En buen romance, este gobierno gravó más al trabajo que al capital.
No se puede disimular la catástrofe del sistema educativo. El Dr. Vázquez tan sólo pudo mostrar como positivo la incorporación del Plan CEIBAL, que es notoriamente un logro del actual gobierno. Sin embargo, su reivindicación del aumento sustancial de los recursos para la educación se convierte en una grave carencia cuando se constata que nunca la educación recibió tantos recursos y, paradójicamente, nunca la educación estuvo tan mal. Los datos por sí solos demuestran la enorme incapacidad de conducción de la educación por parte de este gobierno.
No se puede disimular que aunque el gobierno reivindique sus logros en materia de combate a la pobreza, las cifras de pobreza están un 50% más altas que las que Uruguay exhibía hace una década, cuando su PBI era sensiblemente menor. Tampoco se puede disimular que si bien la indigencia se redujo a la mitad, la crisis de la integración social en nuestro país ha continuado agravándose. Porque la respuesta y la solución no pasa sólo por distribuir dinero si no se construyen caminos reales de recuperación social.
No se puede disimular la ausencia total de una política efectiva de construcción de viviendas. No se arregla el fracaso construyendo de apuro, para el año electoral, unas treinta mil viviendas después de haber transcurrido cuatro años del mayor crecimiento de la economía, sin capacidad de responder a las carencias de vivienda de la población.
No se puede disimular el engaño que significa afirmar que más de cuatrocientos mil niños obtuvieron cobertura de salud, cuando siempre estuvieron cubiertos por la atención de la salud pública. Es difícil encontrar un caso más contundente de publicidad engañosa. ¿O acaso el Presidente sostiene que ser atendido en Salud Pública equivale a no tener cobertura?
No se puede disimular, porque los hechos porfiados de los próximos meses se encargarán de señalarlo, que no se puede hacer frente a una crisis mundial si en los años previos se gastó todo lo que se recaudó. El déficit fiscal actual cuya entidad es el doble a la registrada en los cuatro años anteriores, que el Presidente no tuvo más remedio que reconocer, es apenas el comienzo de una situación muy grave que habrá de manifestarse con particular crudeza al comenzar el próximo período de gobierno.
Por supuesto, para ese entonces, el actual Presidente ya no ocupará el cargo y pondrá nuevamente cara de “yo no fui” como lo hizo durante todo el tiempo en que, desde la oposición, actuó con todo tipo de actitud, menos con la lealtad institucional que hoy con desparpajo reclama. Recordemos que el Dr. Vázquez, hace en estos días exactamente seis años, declaró que nuestro país se encontraba en “default” y que debía declararse en cesación de pago de sus deudas impulsando al Uruguay al camino de la Argentina, así entendía el Dr. Vázquez cuando era opositor su concepto de lealtad institucional.
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