Debemos leer todo y luego reflexionar El Uruguay violento
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Este artículo está publicado en FARO, la página web del Movimiento Revolucionario Oriental. Es interesante su lectura y posterior reflexión para darnos cuenta de cómo y con qué está formada la famosa "Colcha de Retazos" que componen el Frente Amplio, que actualmente gobierna nuestro país.
Necesidad de la lucha armada.
Es una consecuencia de la existencia de la lucha de clase.
Puesto que la guerra es inevitable mientras existan las clases, la política revolucionaria del proletariado y demás clases populares debe estar encaminada necesariamente a la guerra.
Mientras existan el imperialismo y las clases, es imposible dejar de lado la guerra como forma principal de la lucha de clases.
El revisionismo ha tergiversado los principios básicos del marxismo leninismo, desparramado a todos los vientos la teoría de que las masas populares pueden lograr sus objetivos revolucionarios contra el imperialismo y las clases reaccionarias, sin armas, sin el ejército y sin guerra.
Han alentado la ilusión de una transición pacífica del capitalismo al socialismo, como si las clases dominantes fueran a ceder cortésmente sus puestos de privilegio. Y han tergiversado la teoría leninista de la coexistencia pacífica, que se refiere a a las relaciones entre países con distintos sistemas sociales, aplicándola a todos los casos, sin distinción.
Es evidente que no puede haber coexistencia pacífica entre el país opresor y el oprimido, ni entre la clase dominante y la dominada”
El Poder nace del fusil.
En esta frase el camarada MAO ha resumido en forma sencilla, comprensible para todos, la tesis de la necesidad de la lucha armada.
Marx expresó este concepto diciendo: “La violencia es la partera de la historia, de toda nueva sociedad que lleva en sus entrañas otra nueva”
MAO señaló: “La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista de la revolución tiene validez universal, tanto en China como en los demás países” (Citas sobre la Guerra Popular)
Este principio marxista-leninista surge, lógicamente, de la experiencia histórica. Las experiencias más nuevas de la revolución proletaria confirman en ejemplos negativos y positivos este principio.
Casos claros de ejemplos negativos, son los PC de Francia e Italia. Estos países poseían sus propias fuerzas armadas que habían construido en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la guerra entregaron sus tropas a los gobiernos reaccionarios de sus respectivos países, y llegaron a acuerdos con éstos, asegurando su participación en el gobierno, con la tesis de su lucha pacífica, parlamentaria, transformaría finalmente al régimen. Una vez sin fuerzas armadas, los partidos comunistas quedaron a la merced de las clases dominantes y se transformaron, gradualmente, en simples decoradores del régimen.
Como ejemplo positivo de primer orden, la Revolución China demuestra que sólo persistiendo en el camino de la lucha armada se logra la victoria. A partir de 1927, luego de la sangrienta represión que el Partido Comunista recibió con la matanza comunista realizada por los kuomingtanistas, la lucha revolucionaria fue una lucha armada dirigida por el partido del proletariado que siempre conservó su autonomía militar.
Después de derrotar al Japón, en 1946, los oportunistas de derecha (Liu Shao Chi, Wang Meng y otros) pretendieron seguir el mismo camino de los Thorez y los Togliatti en Francia e Italia. La línea revolucionaria encabezada por el camarada MAO, derrotó a esta tendencia nefasta y se pudo enfrentar así victoriosamente al ejército del Kuomintang, logrando consolidar el poder político revolucionario en todo el país.
Y más actual aún el ejemplo de Vietnam, donde el imperialismo se hunde poco a poco ante el crecimiento irresistible de la lucha armada de las masas.
En América Latina la Revolución Cubana y las guerrillas que han surgido posteriormente, han puesto en evidencia la necesidad de la lucha armada. La consigna de la guerra como único método de desplazar a las clases dominantes se ha expandido en todo el continente y ha puesto en grandes aprietos al revisionismo.
Pero no es suficiente proclamar la necesidad de la lucha armada, como decíamos al principio. En el análisis de los primeros puntos veremos cuáles han sido las fallas del movimiento guerrillero en América Latina.
Quien utiliza la lucha armada
La lucha armada al servicio de la revolución proletaria como hemos visto, la lucha armada es un medio que todas las clases utilizan para establecer su predominio. En la historia más moderna, existen infinidad de casos en que la burguesía, la pequeño-burguesía o el campesinado, han encabezado movimientos revolucionarios que utilizan la lucha armada.
Pero sólo el proletariado puede llevar la revolución hasta el fin. La revolución democrática dirigida por la burguesía o la pequeño burguesía no tiene ya ninguna perspectiva más que ser devorada por el imperialismo.
Los países que aún no han realizado su revolución democrática nacional (contra el imperialismo, el feudalismo, y el capitalismo burocrático), sólo pueden llegar a ella conducidos por el proletariado. La revolución democrática ya no puede ser del tipo viejo, como señala MAO, sino de nuevo tipo, la revolución tendrá como perspectiva el socialismo y el comunismo. No se detendrá hasta la liquidación definitiva del imperialismo y de las clases.
¿Y cómo se establece la dirección del proletariado?
A través de su partido. El Partido es la vanguardia organizada del proletariado. Este partido, como eje de un Frente Amplio de todas las clases progresistas con base de la alianza obrero-campesina, asegura la correcta orientación de la revolución y garantiza una culminación exitosa.
Son, pues, el partido del proletariado y el frente único del tipo aludido, los que utilizan la lucha armada para aplicar la política de la revolución de la nueva democracia. Es ésta la lucha armada que asegura la verdadera liberación de las masas populares.
De aquí extraemos como conclusiones: 1) la lucha armada se utilizaba por un amplio frente de clases comandado por el proletariado, pero no por cualquier frente 2) la lucha armada es la guerra de las grandes masas contra sus opresores 3) Es necesario un partido del proletariado para conducir la guerra.
Son estos tres aspectos que determinan el carácter de la guerra. Para los marxistas-leninistas sólo este tipo de lucha armada es verdaderamente revolucionaria. Y no se trata de un problema de palabras, sino del éxito o el fracaso final de la guerra que se emprende.
Veamos esos aspectos, uno por uno:
1) la lucha armada responde a un frente único conducido por el proletariado y no a cualquier frente de clases.
El proletariado es la vanguardia en la lucha revolucionaria. La fuerza principal puede ser otra clase, como el campesinado, por ejemplo. Pero la dirección del proletariado es siempre esencial. Al mismo tiempo, la política del Frente Unido supone una serie de objetivos que son compartidos por varias clases sociales. Y es necesario ampliar al máximo ese frente. Ninguna clase que esté dispuesta a luchar por los objetivos básicos de la revolución democrática debe ser excluida.
En la concepción de la guerrilla urbana, la lucha armada es realizada por un frente de clases en el cual no existe la hegemonía del proletariado. Todas las clases entran en un pie de igualdad a determinar la política a seguir.
Debray en “Revolución en la Revolución” así lo expresa: “ Todo movimiento guerrillero que quiera llevar hasta el fin la guerra del pueblo (...) deberá, en América Latina, llegar a ser la vanguardia política indiscutida, con lo esencial de su dirección incorporada a su mando militar.
¿cómo se justifica esta herejía? Con qué título puede el movimiento guerrillero reivindicar para sí, vertebralmente esa responsabilidad?
A título de alianza de clase que sólo él puede sellar la misma que tomará el poder y lo administrará, la misma cuyos intereses son los del socialismo: la alianza obrera campesina... En la montaña, se encuentran por primera vez campesinos, obreros e intelectuales.
Así surgió la guerrilla en Cuba, y pudo culminar exitosamente la primera etapa de la revolución antiimperialista y agraria en circunstancias excepcionales que hemos resumido en el número anterior de “Voz Rebelde”.
Por otra parte en la línea cubana se ha excluido a priori la participación de ciertas clases en el frente, que hay que tratar de ganarse o por lo menos de neutralizar como en el caso de la burguesía nacional. El planteo de la revolución socialista de entrada, sin pasar por la revolución democrática, no sólo saltea una etapa de desarrollo de la sociedad, sino que además restringe al mínimo el frente de clases interesadas en la revolución.
2) la lucha armada es la guerra de las masa contra los opresores.
“El frente único de las clases progresistas, dirigido por el proletariado, es lo mismo que decir las grandes mayorías populares del país, rebelándose contra la dominación del imperialismo y la oligarquía.
“Son las masas populares las que utilizan la lucha armada como forma más alta de su lucha. El frente de clases del foco guerrillero, en la concepción cubana, no sólo es un frente sin la dirección del proletariado, sino que es ajeno a las masas.
“Es un pequeño grupo de militantes politizados, de distintas clases sociales, predominantemente pequeña burguesía intelectual, que comienza sus acciones armadas, aislados de las masas populares y sin tener en cuenta su estado de movilización. Debray, en “¿Revolución en la Revolución?” descarta para América Latina el camino empleado en China y en Vietnam, donde lo primero y lo fundamental es el trabajo político para llevar a las masas populares a la conciencia de la necesidad de la lucha armada.
Expresa luego, sin una argumentación positiva, que en nuestros países la situación es: “Los focos guerrilleros, al comienzo de su acción ocupan regiones relativamente poco pobladas, de población muy dispersa” Y se refiere al destacamento de guerrillas como un grupo de “extranjeros” para la masa, cuya única forma de ganar ascendiente en la masa de campesinos es mostrar su poder militar y la debilidad de la policía y el ejército mediante acciones armadas. Y dice el Che en “Guerra de Guerrillas”: “Al principio hay un grupo más o menos armado, más o menos homogéneo, que se dedica casi exclusivamente a esconderse en los lugares más agrestes, más intrincados, manteniéndose en contacto con los campesinos”
Como señalamos en el número anterior de “Voz Rebelde”, en la concepción del foco guerrillero se sostiene también que la guerrilla tiene como única perspectiva de desarrollo la incorporación de las masas.
“Pero la forma como se plantea la excluye. La guerra debe ser desde un comienzo la lucha de las masas. Debe ser el resultado de la movilización de éstas. Esta es la concepción marxista -leninista. “La guerra revolucionaria es la guerra de las masas y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en ellas” (Mao – Citas de la guerra popular)
“Solo las masas movilizadas pueden rebelarse exitosamente contra el poder armado de la reacción. Guiado por el partido proletario, el pueblo aprende en el transcurso de sus luchas que sólo con el fusil puede enfrentar a los fusiles de los imperialistas y sus lacayos utilizan para oprimir. La experiencia demuestra que es totalmente subjetivo pensar que las masas se movilizarán por el solo hecho de que un grupo de guerrilleros comience a realizar acciones armadas.
“si no han sido educadas por el trabajo político, permanecerán indiferentes e incluso se opondrán a ese grupo de extraños que vienen a perturbar la paz, según la propaganda que las clases dominantes desparraman por todos los medios. Porque si no se utiliza el trabajo político revolucionario, la reacción y el revisionismo son los que hacen su trabajo político y amoldan la mente del pueblo a sus necesidades.
“Según Debray, esta agitación política previa de las masas es imposible en las condiciones actuales en América Latina entre otras cosas, porque la vigilancia que realiza el imperialismo y la reacción es muy intensa. Son, sin embargo, las masas, por estar directamente interesadas en la revolución, la mejor protección para los revolucionarios. Estos tienen que confiar totalmente en ellas desde un principio y se ganarán su confianza si aplican una línea correcta y un estilo de trabajo proletario. Es mucho más vulnerable un grupo de guerrilleros aislados, protegidos sólo por la selva y la montaña, que un grupo de revolucionarios identificados con las masas populares, asimilados a ellas y protegidos por ellas. El problema radica en cómo se hace ese trabajo. Son sólo los revolucionarios con una auténtica ideología proletaria, que adoptan la mentalidad y el estilo de vida de las masas en el lugar donde trabajan, que aplican una línea correcta política, que tienen una actitud de respeto a la gente trabajadora, que saben ser los alumnos de las masas, son sólo estos revolucionarios los que podrán realizar un trabajo de movilización política efectiva. El camarada MAO ha desarrollado extensamente todo lo referente al trabajo entre las masas y ha destacado la importancia esencial que deben darlo los revolucionarios. Ha dicho: “ las masas son los verdaderos héroes, en tanto que nosotros somos a menudo pueriles y ridículos; sin comprender esto no podemos adquirir ni los conocimientos más elementales”
“Y ha formulado la línea de masas como base fundamental de una correcta dirección revolucionaria: “Esto significa: recoger las ideas (dispersas y no sistematizadas) de las masas y resumirlas, transformarlas en ideas sintetizadas y sistematizadas durante el estudio para luego llevarlas a las masas, propagarlas y explicarlas, de modo que las masas se apropien de ellas, perseverar en ellas y las traduzcan en acción; al mismo tiempo, comprobar en la acción la justeza de esas ideas; luego volver a resumir las ideas de las masas y llevarlas a las masas para que perseveren en ellas. Esto se repite infinitamente, y las ideas se tornan cada vez más justas, más vivas y más ricas de contenido. Tal es la teoría marxista del conocimiento” (Citas- Pág. 134)
3) Es necesario un partido del Proletariado para conducir la guerra de masas.
“No son las masas espontáneamente las que se rebelan y luchan contra el régimen, la movilización debe hacerse por la vanguardia. Pero no se puede hablar de “vanguardia” en abstracto. La teoría marxista leninista de la revolución afirma que el proletariado es la clase de vanguardia y que dentro de ella, solo sus elementos más avanzados, organizados en el partido del proletariado, pueden ser la vanguardia política que conduzca a las masas populares a la toma del poder. Solo la dirección firme y permanente de este Partido puede conducir la lucha armada a la meta de la liberación de las grandes masas. Esto es una consecuencia de que la lucha armada se subordina a la política.
“El Partido es el destacamento de vanguardia organizada del proletariado. De vanguardia, porque es necesario que la revolución sea conducida por quienes expresan los intereses de clase del proletariado (y de las clases trabajadoras en general) por encima del interés momentáneo. Para ello es necesario pertrechar a ese Partido con la ideología avanzada, resumen de la experiencia de la revolución proletaria. El marxismo leninista, pensamiento de MAO, es la ideología orientadora de los partidos proletarios en nuestra época y lo que lo distingue de los no proletarios.
“Organizado, porque sólo uniendo al conjunto de las fuerzas populares en una sola fuerza es posible enfrentar el orden burgués. El partido es la forma superior de organización que imprime la dirección política al conjunto de las organizaciones de masas. El que exista o no un partido de ese tipo, dirigiendo el Frente Único, y la guerra de masas, es criterio decisivo para saber si estamos o no ante una revolución que realmente conduce al socialismo y al comunismo.
La dirección del Partido en la lucha armada se hace efectiva por su correcta línea política, por su ligazón con las masas, y por poseer sus propias fuerzas armadas populares, subordinadas a la línea política y la dirección orgánica del partido.,
En la concepción del foco guerrillero se ha dejado de lado la necesidad del Partido proletario como conductor de la lucha armada. Se parte de una realidad y es que los autotitulados partidos Comunistas que siguen la línea revisionista son incapaces de dirigir la lucha armada revolucionaria, simplemente porque la rechazan. Pero, sin analizar las causas de esa incapacidad, sin caracterizar al revisionismo y sin combatirlo, se pasa de ahí a la conclusión de que hay que prescindir del partido. Dice Debray en “¿Revolución en la Revolución?... el método revolucionario servía para fines reformistas. Entonces después de un tiempo de pataleo, el método guerrillero se vuelve contra el fin impuesto desde afuera, contradiciéndolo, y se da su propia dirección política.
Para reconciliarse consigo misma, la guerrilla se constituye en Dirección Política, único medio de resolver la contradicción y desarrollarse militarmente. Observemos que en ninguna parte la guerrilla ha pretendido formar un nuevo partido, apunta más bien a borrar en su seno toda distinción de partidos o doctrinas entre los combatientes. Lo que unifica es la guerra y sus objetivos políticos inmediatos”
La vanguardia es la guerrilla y ésta es un frente de clases, por lo cual es claro que no establece la dirección proletaria de la revolución.
Se habla siempre de los hombres más activos y más decididos, como dirigentes: ninguna exigencia respecto a la dirección ideológica y orgánica de la clase proletaria.
El camarada MAO ha señalado, resumiendo la teoría marxista-leninista sobre este punto: “Para hacer la revolución se necesita un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un partido creado conforme a la teoría revolucionaria marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos” (citas de MAO, Cáp. I)
No existe revolución proletaria sin guerra, pero la inversa no es verdadera. Debemos, por tanto, determinar precisamente qué tipo de revolución se servirá de la lucha armada.
A QUIÉN SE ENFRENTARÁ Y CON QUÉ FUERZAS
El imperialismo y todos los reaccionarios de papel.
También es necesario, en el estudio de la guerra revolucionaria, hacer una apreciación correcta de las fuerzas del enemigo y de las propias.
Para que el pueblos e decida a luchar se debe ofrecer una perspectiva de victoria cierta, ante un enemigo aparentemente tan poderosa como son los gobiernos reaccionarios respaldados por la fuerza militar del imperialismo y además apoyados mutuamente entre ellos.
Dice el camarada Lin Piao: “Atreverse o no a librar una lucha medida por medida y sostener una guerra popular frente a las agresiones y represiones armadas del imperialismo y sus lacayos es, en última instancia, un problema de atreverse o no a hacer la revolución. He aquí la piedra de toque infalible para distinguir a los verdaderos revolucionarios y marxistas- leninistas de los falsos” (Viva el triunfo de la guerra popular)
Para resolver el problema de atreverse a luchar por el Poder Político contra la fuerza militar de las clases dominantes, el Camarada MAO formuló su famosa tesis de que “el imperialismo y todos los reaccionarios son tigres de papel”. Esta es una visión estratégica de las fuerzas contrarrevolucionarias. “Despreciar estratégicamente al enemigo es un requisito elemental para todo revolucionario. Sin el valor de despreciar al enemigo y de conquistar la victoria, no se puede hablar de revolución, de guerra popular, ni mucho menos de victoria”. (Viva el triunfo de la Guerra Popular)
La razón de esa debilidad estratégica de las fuerzas reaccionarias son las múltiples contradicciones en que se debaten, en esencia la contradicción contra las grandes masas populares. Las clases reaccionarias se oponen esencialmente a la mayoría del pueblo y viven divorciados de las masas. De esta manera la revolución es, en perspectiva, la lucha de la enorme mayoría contra un grupo ínfimo de privilegiados. Si la revolución es conducida con una línea política correcta, ganará paso a paso a las grandes masas y derrotará a la reacción.
Para trazar una línea correcta es necesario, a la vez que es necesario, a la vez que se desprecia estratégicamente al enemigo, tomarlo muy en cuenta tácticamente. “Así como en el mundo no hay nada sin doble naturaleza (ésta es la ley de la unidad y lucha de contrarios), también el imperialismo y todos los reaccionarios tienen un doble carácter: son a la vez tigres auténticos y tigres de papel...” (Citas sobre la Guerra Popular”.
No se puede despreciar a ciegas el enemigo y lanzarse aventureramente en un enfrentamiento sin perspectivas. Si bien es cierto que las fuerzas reaccionarias son intrínsicamente débiles, debe estudiarse a fondo la causa de esa debilidad y obrar de acuerdo a ello. Ya hemos visto que la causa de esa debilidad radica en las contradicciones que van liquidando gradualmente el poder de la reacción, mientras que las fuerzas revolucionarias crecen de débiles a poderosas, pues representan los intereses del pueblo y son las grandes masas su base de surgimiento y desarrollo.
Al planear la lucha armada, tácticamente debe tenerse en cuenta la fuerza actual del imperialismo y las clases dominantes, y trazar un camino estratégico por el cual las fuerzas de la revolución puedan desarrollarse hasta igualar y superar a aquellas.
Lo fundamental es el hombre y no la técnica.
Lo que constituye el poder invencible a largo plazo, de la revolución, es la incorporación de las grandes masas a la lucha.
El revisionismo ha sobreestimado la capacidad de combate del imperialismo, basándose en los elementos técnico-militares y, principalmente, en la omnipotencia de las armas nucleares. Esto es chantaje a los pueblos, tratando de imponerles el rectorado de las dos grandes potencias.
Es claro que hay que apreciar debidamente el valor de las armas en la guerra. El pueblo debe armarse para enfrentar al poder reaccionario. Sin embargo: “Las armas son un factor importante en la guerra, pero no decisivo. El factor decisivo es el hombre y no las cosas. Determinan la correlación de fuerzas no solo el poderío militar y económico es manejado por el hombre” (Citas sobre la guerra popular)
Esta es la base del triunfo final de la revolución. Con esta perspectiva se debe encarar la lucha. Armarse en hombres es lo fundamental. Las grandes masas olvidadas movidas por el espíritu elevado que imprime la lucha por una causa justa, pueden derrotar a todo el poderío técnico de la reacción, aislada de las masas, con ejércitos mercenarios y sin moral para el combate.
Es necesario una línea estratégica que permita el crecimiento gradual de las fuerzas revolucionarias y el debilitamiento de las reaccionarias.
La línea del foco guerrillero no hace apreciación correcta de las fuerzas del enemigo y de las propias. Al despreciar el papel de las masas populares (o, por lo menos, al crecer en su levantamiento espontáneo) se ha enfrentado a pequeños grupos guerrilleros sin perspectivas de desarrollo con la bien armadas fuerzas de los gobiernos reaccionarios apoyados por el imperialismo.
No se ha trazado una estrategia global de la guerra, de modo que pueda pasarse toda la etapa de crecimiento de las fuerzas populares sin enfrentamientos decisivos. Se habla de una primera etapa en que se combate, pero está destinada sólo al reconocimiento del medio geográfico y la adaptación al mismo por parte del grupo guerrillero.
Partiendo del principio de que la guerra revolucionaria es la guerra de las masas y de que el factor decisivo es el hombre, la primera es una línea correcta de lucha armada debe estar predominantemente destinada a la movilización de las masas.
No se quiere decir con esto que no se realicen acciones armadas hasta tener un ejército capaz de enfrentar al enemigo. Desde el comienzo, la movilización de las masas debe estar dirigida a su levantamiento armado y por tanto después de cierto grado de trabajo político de debe realizar acciones de pequeña escala. Estas acciones se complementan mutuamente con el trabajo político y van creando un estado de conciencia colectivo, que hace que se desarrolle en cantidad y calidad el ejército popular. Pero no se debe ser tampoco precipitados. Si no hay una base de movilización en las masas para la guerra, el simple hecho de que un grupo guerrillero, fusil en mano, comience a realizar acciones armadas, no va a atraer al pueblo hacia la causa revolucionaria. Sostener esto es puro subjetivismo, transformar nuestros deseos en realidades.
De la misma manera hay una etapa de maduración entre el comienzo de la movilización política y el comienzo de la lucha armada, también hay otra entre esta última y el momento de los combates decisivos. Un enfrentamiento decisivo con el enemigo se debe librar sólo en una etapa muy avanzada de la lucha, cuando hay grandes posibilidades de éxito. Si éste momento no ha llegado se debe eludir ese tipo de combates y librar acciones menores para seguir desgastando al enemigo y desarrollando las fuerzas revolucionarias hasta lograr la superioridad.
Lo esencial de la estrategia, entonces, permitir el crecimiento de las fuerzas populares con la incorporación cada vez mayor de las masas y, al mismo tiempo debilitar al enemigo con hostigamientos armados y ofensivas políticas.
¿Qué camino seguir en la lucha armada?
La situación en los países oprimidos por el imperialismo.
“Los destacamentos revolucionarios si se niegan a transigir con el imperialismo y sus lacayos y quieren perseverar en la lucha, si quieren acumular y templarse y evitar, mientras no dispongan de suficiente poderío, una batalla decisiva con el poderoso enemigo tienen que convertir las atrasadas zonas rurales en avanzadas y sólidas bases de apoyo, en grandes baluartes militares, políticos, económicos y culturales de la revolución, desde donde luchar contra el fiero enemigo que ataca las zonas rurales utilizando las ciudades y llevar paso a paso la revolución a la victoria completa a través de una lucha prolongada”
Estudiando detenidamente la realidad china, el camarada MAO, formuló el camino de rodear las ciudades desde el campo apoyándose en las grandes masas campesinas, y creando zonas de poder revolucionario que sirven de base de apoyo para continuar la lucha por la toma del poder político en todo el país.
Las condiciones que se daban en China y que llevaron a adoptar este camino, son en esencia, las mismas que existen actualmente en todos los países atrasados de Asia, África y América latina, expoliados por el imperialismo y controlados económicamente y militarmente por éste. esas condiciones, en síntesis, son la siguientes:
A) el problema campesino es de importancia fundamental. Esto significa que:
1) el problema de la estructura agraria es el problema más grave de los países semicoloniales y semifeudales, pues el primero a resolver para promover el desarrollo de la base económica de la sociedad. Sobre el campesinado se concentra la triple opresión del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. El desarrollo de las fuerzas productivas exige como paso primero e inmediato librar el campo del atraso en que lo sumen las formas semifeudales. El imperialismo se apoya, en su penetración, principalmente en las fuerzas feudales del campo, por lo que derrocar a ambos es un interés vivo del campesinado.
2)el campesinado constituye la fuerza principal de la revolución. Esto se debe por un lado, a sus condiciones de explotación extrema. Por otro lado, a sus condiciones de explotación extrema. Por otro, a su gran importancia numérica en la generalidad de los países semicoloniales y semifeudales. Aquí, por campesinado, debemos entender toda la población vinculada ocupacionalmente al campo, excluida la oligarquía terrateniente. Incluye tanto al poblador del campo propiamente dicho como al de los núcleos urbanos, (pueblo, cinturones de algunas ciudades) ocupacionalmente ligados al trabajo rural. Para determinar la importancia del campesinado como fuerza revolucionaria en un país, es necesario hacer estudios previos directos teniendo en cuenta el criterio recién señalado.
Hay que precisar que la condición para que el campesinado sea la fuerza principal de la revolución es que esté dirigido por el partido del proletariado.
Solo bajo esta dirección puede superar sus aspectos atrasados, el concepto de lo privado, etc. Sin tal dirección, el campesinado se quedaría en la etapa de la conquista de la tierra. Se produciría, entonces una nueva polarización de clases, la revolución volvería atrás.
Bajo la dirección del proletariado el campesinado puede seguir hacia delante luego de la conquista de la tierra estableciendo tipo de relaciones de producción cada vez más avanzados. La dirección proletaria es la dirección de la clase y su partido a través de su ideología fundamentalmente. El primer trabajo del partido con respecto a los campesinos, es difundir entre ellos la ideología del proletariado.
B) el enemigo es actualmente fuerte y poderoso y su poder se concentra en las ciudades claves y las zonas adyacentes. Librar acciones decisivas con el enemigo en momentos en que la correlación de fuerzas es desfavorable, conduce a la derrota. Para poder evitar las acciones decisivas y acumular fuerzas, es necesario que la revolución se desarrolle en las zonas rurales menos dominadas por el enemigo.
C) La zona rural es un territorio vasto y con accidentes topográficos que permiten maniobrar con mayor libertad. En China se daban particularmente estas condiciones. Después de la segunda guerra mundial, el debilitamiento del imperialismo y el surgimiento de numerosos grupos revolucionarios ha demostrado la posibilidad de seguir este camino aún en territorios pequeños sin especiales condiciones geográficas (Ver “selección de escritos militares” Pág. 205 –nota 9)
D) El desequilibrio del desarrollo político y económico. Existe siempre una polarización entre las regiones urbanas y rurales en los países semicoloniales. La zona rural puede autoabastecerse en lo fundamental. Tomadas por las fuerzas revolucionarias, se crean graves problemas a las zonas urbanas que ven cortadas sus fuentes de aprovisionamiento.
Las primeras dos condiciones son las más importantes.
El camino de rodear la ciudad desde el campo se basa en una estrategia de guerra prolongada que supone un trabajo creciente y largo. Este trabajo está dirigido fundamentalmente a la movilización de las masas; despertar en ellas el deseo latente de hacer la revolución no es una tarea sencilla.
Pero sólo ellas son las que hacen la revolución. En el partido se debe formar a los militantes con una clara conciencia, de carácter prolongado, paciente, minucioso, y donde debe estar el centro del trabajo. Es en el campo y con las masas campesinas donde se debe poner el acento de ese trabajo, sin descuidar, desde luego, las ciudades y en especial, el movimiento obrero estudiantil.
¿Qué camino es aplicable en nuestros días?
Si bien el principio de la necesidad de la lucha armada para tomar el poder es universal, el camino elegido en cada oportunidad varía de acuerdo a las características del país y la correlación de fuerzas reaccionarias y revolucionarias en lo nacional y lo internacional.
Para determinar qué camino debe seguir nuestra revolución debemos estudiar la experiencia de la revolución proletaria nacional en el mundo hasta el presente, sus condiciones, y por otro lado, la realidad del país.
Después de haber visto en rasgos generales las condiciones que determinaron el camino de la revolución china, veamos el otro gran ejemplo histórico de revolución proletaria, la revolución de octubre, camino totalmente diferente, donde la rebelión armada se realizó en la ciudad, directamente contra el poder central. Analicemos las condiciones.
Se trataba no de un país oprimido por el imperialismo, sino de un país en expansión imperialista. Allí no sólo no se daba la concentración del poder de represión en las grandes ciudades (como pasa en los países coloniales y semicoloniales) que el imperialismo controla a través de sus cabezas, sino que éste se había debilitado hasta la impotencia por la participación en la guerra imperialista (primera guerra mundial). El afán de expansión debilita al país imperialista en su propio territorio. Por otra parte, en Rusia, la burguesía recién ascendía al poder y tenía una situación inestable. Además la clase obrera era bastante desarrollada y había sido movilizada ampliamente y preparada para la guerra por el partido bolchevique y se había ganado a gran parte de las masas campesinas. Existía ya una democracia burguesa capitalista y no un régimen de opresión feudal, en lo fundamental. Cuando se lanzó la lucha armada existía ya un tal desarrollo de las fuerzas revolucionarias y un tal debilitamiento del poder de la burguesía imperialista, que se podía enfrentar directamente la tarea de derrotar el poder central.
Sin embargo en los países semicoloniales y semifeudales predominan las condiciones que dan base al camino seguido por China.
Esto es indudable para el conjunto de América Latina.
Nuestro país (Uruguay, n.de r.) presenta algunas características particulares que hace necesario un estudio más detenido. Esto lo haremos en una segunda etapa. Sin embargo, desde ya se puede adelantar que en lo fundamental sus condiciones son similares al conjunto de los países semicoloniales y semifeudales. Aunque las particularidades específicas de nuestro país (Uruguay, n.de r.) hacen necesaria una adaptación en aspectos secundarios, que deben estudiarse detenidamente en especial el problema de la relativamente escasa población rural, y el relativo de la clase obrera, cierto desarrollo de la democracia burguesa, menor intensidad de las formas feudales y desarrollo parcial del capitalismo en el campo, la reducción del territorio, etc. El camino de rodear las ciudades desde el campo es válido en sus aspectos fundamentales para el Uruguay.
Puede haber, por ejemplo, un comienzo de lucha urbana, debido a la importancia del movimiento obrero y en la medida que éste se aparte del revisionismo; para indefectiblemente la lucha deberá desarrollarse posteriormente en el campo.
En nuestro país, existen condiciones muy aptas, para el trabajo político dentro del campesinado y el proletariado agrícola. Son sectores más explotados que el proletariado urbano y el reformismo no ha tenido prácticamente influencia sobre ellos. La experiencia de Santo Domingo confirma que la lucha urbana por sí sola no tiene perspectiva.
En este estudio preliminar de los principios básicos, si bien no abordamos los problemas de la realidad nacional en detalle, debemos dejar sentado, sin embargo, que elegir el camino de la guerra y elegir correctamente, tan importante como pronunciarse por la necesidad de la lucha armada. La revolución proletaria no solo tiene sus métodos (y la lucha armada es el principal), sino también su estrategia. Y solo con una estrategia estudiada conforme a la teoría marxista-leninista, la experiencia de la revolución mundial y los datos de la realidad nacional es posible la victoria definitiva sobre las clases reaccionarias.
La estrategia y la táctica
La guerra popular, que ha sido estudiada detenidamente por el camarada MAO resumiendo la experiencia de la Revolución China, no sólo comprende un camino (rodear las ciudades desde el campo, apoyándose en las masas campesinas y creando bases de apoyo), sino también una completa formulación de la estrategia y la táctica.
La guerra emprendida por las grandes masas contra los ejércitos profesionales del imperialismo y la reacción, tiene sus propias leyes. La fuerza fundamental de la revolución radica en las grandes masas, mientras los ejércitos profesionales se basan en la técnica y en los armamentos modernos.
La estrategia y la táctica de la guerra popular soluciona el problema de cómo crecer de débiles a fuertes. El principio fundamental es conservar las fuerzas propias y aniquilar las del enemigo.
La guerra popular debe comenzar con una estrategia de defensa, para pasar progresivamente a la contraofensiva y a la ofensiva.
La defensa estratégica no es sin embargo una posición pasiva. Supone en lo táctico, una ofensiva permanente, pero realizada en forma oportuna y de tal manera que se eviten los enfrentamientos decisivos y se libren aquellos en que se aniquila al enemigo concentrando un número superior de efectivos. La ofensiva táctica dentro de la defensa estratégica y el conservar siempre la iniciativa para combatir dónde y cuándo las condiciones sean favorables, son requisitos indispensables para lograr progresivamente el equilibrio de fuerzas y luego la superioridad.
La guerra de guerrillas es la forma principal de operaciones en esta primera etapa y luego se va desarrollando hacia la guerra de movimientos.
La guerra de guerrillas cumple un objetivo estratégico. Mediante ella es preciso combinar las acciones militares con la movilización de las masas, de manera de ir robusteciendo las fuerzas armadas populares.
La guerra de guerrillas tiene, al mismo tiempo, sus reglas tácticas que el camarada Mao formuló así: dividir a las fuerzas para movilizar a las masas y concentrarlas para hacer frente al enemigo. Cuando el enemigo avanza, retrocedemos; cuando acampa, lo hostigamos; cuando se fatiga, lo atacamos; cuando se retira, lo perseguimos.
Para ampliar las bases de apoyo ya estables, adoptamos la táctica de avanzar en oleadas. Cuando nos persigue un enemigo poderoso, adoptamos la táctica de dar rodeos.
Movilizar a la mayor cantidad de masas en el menor tiempo posible y con los mejores métodos a nuestro alcance.
Estas tácticas son como manejar una red; debemos ser capaces de tenderla o recogerla en cualquier momento. La tendemos para ganarnos a las masas y la recogemos para hacer frente al enemigo”. (Citas sobre la guerra popular)
Aparte de estos principios, el camarada Mao ha estudiado detenidamente todos los aspectos de la estrategia y la táctica en sus obras militares. Se puede resumir en esta frase: “Ustedes combaten a su manera y nosotros a la nuestra; combatimos cuando podemos vencer y nos marchamos cuando no podemos”.
Preparar la guerra
La guerra es una continuación de la política, pero por otros medios. Si bien todo el planteo de la lucha armada debe subordinarse a una línea política y a la dirección política del Partido, aquella exige, así como forma de vida y hábitos distintos de los que se tiene en épocas específicas.
En primer término se necesita un nuevo tipo de militante, conocedor de las leyes de la guerra y capaz de dirigir operaciones militares. Este tipo de militante es escaso en un medio como el nuestro, en que estamos solo preparados para los tipos de lucha pacífica, o a lo sumo, para un encuentro con la policía.
¿Cómo obtendremos este nuevo tipo de militante?. Por el estudio concienzudo de las leyes de la guerra y de las condiciones específicas que tendrá la guerra revolucionaria en nuestro país. Y por la participación en los combates.
“Nuestro método principal es aprender a combatir en el curso mismo de la guerra. Una persona que no ha tenido oportunidad de ir a la escuela también puede aprender a combatir, aprender en el curso mismo de la guerra. La guerra revolucionaria es una empresa del pueblo; en ella ocurre con frecuencia que la gente, en vez de combatir después de haber aprendido, comienza por combatir y después aprende. Combatir es aprender". (Citas sobre la guerra popular”)
En segundo lugar, se necesita una organización específica para la guerra, en especial las fuerzas armadas populares. A la empresa de construir un ejército popular, partiendo de la movilización política de las masas debe abocarse como tarea central del Partido revolucionario del proletariado. Para que las masas comprendan la necesidad de luchar contra el poder militar de la reacción, obtengan armas y se organicen militarmente, es necesario un largo proceso, que debe ser guiado por el partido. No se trata de organizar una pequeña acción de carácter terrorista, sino de levantar un movimiento de masas con una organización militar capaz de enfrentar y derrotar a la reacción en una guerra prolongada”
Este es el tipo de empresa que es necesario iniciar en nuestro país, (Uruguay, n.de r.) hoy. Una empresa de largo alcance, difícil, ardua, pero que es la que responde a los intereses del pueblo, la que el pueblo uruguayo necesita y busca, para liberarse definitivamente del peso tremendo que significa la oligarquía y el imperialismo sobre sus espaldas.
Para que las masas tomen conciencia de la necesidad de la guerra y comiencen a organizarse para la misma, debemos liquidar, por un lado, las prácticas economistas del revisionismo, que en el movimiento sindical han ahogado durante años la rebeldía de la clase obrera, limitando sus luchas a la nueva reivindicación salarial.
Hay que hacer pasar rápidamente la lucha de carácter económico a la de carácter político y hacer ver en cada oportunidad propicia, la necesidad de armarse para enfrentar el poder de la reacción. Hay que utilizar el desarrollo del movimiento obrero en la ciudad para extender su influencia a las masas campesinas, también olvidadas por el revisionismo, poner allí el acento del trabajo político y preparar gradualmente al conjunto del movimiento obrero y campesino aliado a otras clases progresistas, para desatar la guerra desde el campo a la ciudad.
Debemos evitar también la línea aventurera que por la impaciencia pequeño-burguesa, desata acciones aisladas sin ninguna perspectiva. Por el contrario, el comienzo de la lucha armada que prepara una guerra cada vez organizada y general, son pequeñas acciones en las que se obtienen armas, se forjan militantes en el nuevo tipo de lucha, y se prepara la conciencia de las masas. Pero esto debe estar encuadrado en un plan general. Es indiscutible que una vez lanzadas las primeras acciones armadas, éstas se continúan y se desarrollen. Un acto aislado de violencia o terrorismo que no responde a ningún plan, después del cual vuelve a caer el telón de los métodos convencionales de la lucha economista, no tiene ningún efecto, sólo el de entusiasmar los que buscan jugara a la lucha armada sin tomarse el trabajo de hacer todo lo requiere esta forma de lucha del pueblo.
Las masas populares permanecen ajenas en su gran mayoría a este “juego de la guerra”. Sólo tomarán en serio la gran guerra en que serán protagonistas.
Es tarea de las fuerzas revolucionarias de nuestro país organizar esta empresa, comenzando por la creación de un verdadero partido revolucionario del proletariado, poner ese partido de cara a la guerra, y ganar para la lucha armada a la gran mayoría del pueblo que ansía su liberación, aislado a la ínfima minoría de privilegiados a que serán finalmente aplastados irremediablemente por las masas movilizadas políticamente y organizadas para combatir con los fusiles en la mano.
NUESTRA OPINIÓN
Este artículo contiene un buen planteo general. Sin embargo, hay dos puntos sobre las que discrepamos francamente:
1) En su crítica a la llamada teoría del foco, porque parte de la deformación de la propia teoría. En primer lugar cuando asimila las ideas de Regis Debray a las de la revolución cubana, al extremo de denominarla “línea cubana”. En otro lugar de este trabajo se transcribe un artículo escrito en Monthly Review Nº 55 por dos cubanos, quienes pueden considerarse una opinión extraoficial de la dirección cubana, donde se critican severamente las tesis de Debray, mostrando que en cuba existió un partido revolucionario, que fue el movimiento 26 de Julio y un frente de clases en las diversas alianzas realizadas, concluyendo en que ahora la situación es distinta de 1956, y es necesario adoptar la ideología marxista-leninista y enfrentar al reformismo. En segundo lugar, cuando presenta la denominada “línea cubana” como meramente militarista, salteándose todo lo que el Che escribió al respecto, y que si no pudo ser aplicado en Bolivia, no fue por una deformación militarista, sino por haber confiado en el revisionismo.
2) Nuestra segunda discrepancia se refiere al capítulo “¿Qué camino es aplicable en nuestro país?, Cuando afirma que “el camino de rodear las ciudades desde el campo es válido en sus aspectos fundamentales para el Uruguay.
Nosotros Entendemos que el campo uruguayo tiene muy relativas condiciones políticas para el trabajo dentro del campesinado, en virtud de su escasa población rural, y no tiene ninguna clase de condiciones militares para desarrollar una guerrilla, por las características de su territorio, que carece de selvas y montañas. El ejemplo de Raúl Sendic es bien elocuente: luego de haber organizado políticamente al gremio de asalariados rurales tal vez más apto del Uruguay, como los cañeros, debió convencerse que por las características nacionales, la guerrilla sólo podía ser urbana y en Montevideo, única ciudad con población suficiente para su desarrollo. Esta conclusión surge de su propia trayectoria como revolucionario, sin mayores dificultades.
Por eso nosotros hemos planteado el tema a la luz de una estrategia regional y no sólo nacional. Partiendo de las propias premisas del artículo, de que la insurrección y la guerrilla urbana sólo pueden triunfar en países en expansión imperialista, como sucedió en la Revolución Rusa, mientras que en los países coloniales o semicoloniales el camino es la guerra rural, como lo demuestran China y Vietnam, la conclusión para el Uruguay, debe ser la de que se trata de un país neocolonial oprimido cada vez más por el imperialismo, y por lo tanto, la guerrilla urbana no podrá triunfar, mientras que para la guerrilla rural no existen condiciones ni políticas ni militares.
Pero si la estrategia puede y debe ser continental como lo sostuvo la Conferencia de la Olas, el Uruguay no tiene porqué ser considerado dentro de sus fronteras nacionales, sino integrado en la revolución del continente y en particular de LA Cuenca del plata, y entonces sí, en los países vecinos existen condiciones tanto políticas como militares para el desarrollo completo de la guerra del pueblo, donde partiendo de la guerrilla urbana se organice la guerrilla rural, para entonces rodear desde el campo las ciudades y lograr que éstas caigan también en la etapa final del asalto al poder.
La formación del ejército popular de liberación de la Cuenca del Plata esta lejana, porque hay todavía muchos pasos tácticos a dar y es, precisamente en estas etapas que se debe promover la integración cada vez más estrecha de las organizaciones revolucionarias, no solo a nivel nacional, sino también regional. La guerra de Viet Nam a permitido desarrollar a la vez la guerrilla en el país vecino de Laos, donde el Pathet Laos ha trabajado durante muchos años en estrecha colaboración con el FNL de Viet Nam del Sur, expandiendo la guerra popular en ambos países. Y existen otros ejemplos.
Por otra parte, tenemos entendido que el MIR admite sin dificultades en la actualidad estas conclusiones, porque el propósito de este, como de otros artículos, no es sino, promover la discusión edeológica de los principales temas de la actualidad, con la finalidad de que se analicen seriamente y con criterio científico.
Así la FAU, sostiene que “prepararse para la lucha armada futura implica, necesariamente, comenzar a practicarla desde hoy, aunque sea a escala modesta, como única forma de superar la etapa de las charlas abstractas al respecto. Sin embargo, sería erróneo encerrarse unilateralmente en este nivel de trabajo, limitarse a la preocupación por el desarrollo del aparato armado. La acción armada superará los riesgos del aislamiento en la medida en que se inserte, armónica y coherentemente, en una concepción estratégica global. Esto no puede ignorar la necesidad de la actividad política y organizativa a nivel de masas y la lucha ideológica contra las concepciones paralizantes de extracción burguesa o reformista. El grado de definición que puede deducirse, directamente, del procesamiento de hechos, protagonizados por el aparato armado, no resulta suficiente por si solo, en la etapa actual. La representación que ellos puedan tener no suple satisfactoriamente, la necesidad de una actividad pública (aunque “ilegal”) de predica y organización que exige, por supuesto, definiciones precisas sobre los distintos problemas y tendencias que operan a ese nivel. y partiendo de una estrategia de lucha prolongada, no cortoplacista, ese trabajo de masas es condición indispensable para el desarrollo y consolidación de la propia acción armada. No realizarlo puede simplificar las tareas, habilitando en el corto plazo, un desarrollo a ritmo más rápido del aparato militar. Sin embargo, en el largo plazo, estas carencias comprometen, seriamente, las posibilidades futuras de crecimiento. La acción armada, al abrir una nueva y ancha perspectiva, constituye un estímulo y un aporte invalorable para la lucha. En nuestro país, ella ha adquirido ya un nivel y desarrollo irreversible. Valorarla en sus reales proyecciones y conectarla con la acción de masas es la tarea de hoy”.
El MIR condena las acciones armadas de comandos aislados de las masas. La FAU defiende esas posiciones, pero entiende que deben vincularse a un trabajo de masas, y por ahí nos acercamos al concepto más correcto.
Nosotros entendemos que lo que deben eliminarse son los desniveles pronunciados entre la actividad militar y la de masas. Y para eso debe existir precisamente el partido u organización revolucionaria, para desarrollar la lucha con la imprescindible armonía entre lo ideológico, lo político militar y lo organizativo. Y claro que todo aparato militar tiende a ser tremendamente exigente, absorbiendo muchos cuadros y el mayor tiempo de los dirigentes, pero el deber de éstos es justamente liberarse un tanto para atender al movimiento de masas, sin cuyo trabajo no hay futuro revolucionario.
De modo que no se trata de que previamente haya que concientizar a media humanidad, como sostienen los reformistas, sino que desarrollar acciones armadas desde el principio, desde ahora. Pero esas acciones no pueden ser independientes, tanto por su volumen como por su regularidad, del desarrollo de la organización en lo político y en lo social o de masas. No se trata tampoco de que las acciones solo puedan ser realizadas por las masas, porque las expropiaciones o los sabotajes a las empresas imperialistas no son acciones de las masas, pero son imprescindibles. De lo que se trata es de que en cada conflicto gremial, la organización no solo se haga presente por la solidaridad de acciones de comandos, sino que además organice células en el gremio para movilizarlo, y haga participar a trabajadores del propio gremio en algunas de las acciones. Asó, esos trabajadores se podrán integrar después del conflicto, al trabajo permanente de la organización.
De esta manera, poco a poco, siempre que la organización cuide la correlación de sus propias fuerzas con las del enemigo y realice un trabajo armónico, se irá desarrollando la guerrilla urbana y al propio tiempo la organización revolucionaria, hasta que se pueda lanzar un ataque sistemático sobre los puntos neurálgicos del enemigo, de su economía, de sus comunicaciones, de sus aparatos represivos, que transformen a la guerrilla en guerra popular o guerra del pueblo.
Por último, la táctica revolucionaria no excluye los demás medios de.lucha pacíficos, sino que los subordina a la lucha armada. Es de esencia del marxismo la utilización de todos los medios de lucha.
En una realidad compleja y diversa como la del Uruguay actual, que ha dejado atrás sus libertades democráticas, que todavía no constituye una dictadura gorila, donde subsisten aún las tradicionales formas de actividad política, electoral y parlamentaria, que siguen constituyendo el centro de la vida política, resultaría antimarxista descartar a priori la participación en esas formas de lucha. Hoy por hoy, el foco de lucha armada todavía no ha logrado arrastrar a ningún sector de a oposición burguesa o reformista a la ilegalidad, como sucedió en Brasil o en la Argentina, y si las famosas instituciones burguesas han perdido mucho prestigio, todavía no son consideradas por el pueblo como una “farsa”, y encuentran muchos defensores en la intelectualidad y en los propios obreros.
Los medios de lucha pacíficos pues, deben seguir siendo usados, en la medida que no frenen ni limiten el desarrollo de la lucha armada.
EL FRENTE AMPLIO
El proletariado debe abrirse a la mayor unidad posible de las clases para aislar al enemigo principal.
La política de frente de la clase obrera tiene varias características propias:
a) Es un frente para la lucha armada, a diferencia de los reformistas que solo hacen frentes para la lucha electoral.
b) Es un frente en que la clase obrera es la vanguardia, y como tal une en la lucha a las distintas clases, que se deciden a la unidad ante la combatividad, decisión y claridad de línea de la clase obrera. El carácter de vanguardia no significa mando burocrático del frente, la finalidad de coparlo y usarlo, como hacen los reformistas, sino participación amplia de todas las clases revolucionarias.
c) En el frente amplio la lucha interna entre las distintas clases prosigue, sobre la base de los principios de alianza y lucha. Esa lucha interna debe ser llevada correctamente, recordando que se trata de contradicciones en el seno del pueblo, y no entre el enemigo y nosotros. En consecuencia, no debe existir unidad sin lucha armada, como quieren los reformistas, ni tampoco mera lucha sin unidad, como en algún momento lo han sostenido algunas organizaciones de izquierda.
Publicado en: FARO
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