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Acuerdos Políticos
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por Graciela Vera
Periodista independiente
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¿Qué es un acuerdo político?
No sé porqué me hago esta pregunta si conozco perfectamente la respuesta.
Al menos en Uruguay, acuerdos políticos son lo que han experimentado los cientos de Proyectos de Ley presentados en algún momento por Legisladores de todos los sectores y Partidos; muchos de ellos hubieran podido darle un buen empujón hacia el primer mundo a este país que nos empeñamos entre todos – los políticos a la cabeza – en dejar sumergido en el río en el que nadan, tratando de no ahogarse, los pueblos del tercer mundo.
Están en otras tantísimas carpetas que se guardan prolijamente archivadas en Secretaría del Palacio y allí, quizás terminen convirtiéndose en polvo.
Y todo porque a alguien no le servía que salieran a la luz en ese momento y entonces se buscó la negociación política.
Y se acordó que no verían la luz como Ley; no se les dio la oportunidad de ser debatidos en el Plenario de las Cámaras y ni siquiera estuvieron en el orden del día de las Comisiones.
¡Y todo por un ‘acuerdo político’!.
Pienso que si alguien lleva la cuenta de las noticias referidas a la actividad parlamentaria, ya habrá comenzado a poner en tela de juicio la información porque, del anuncio de que tal o cual legislador presentó/ará un determinado Proyecto de Ley tendiente a dar solución a tal o cual carencia, nunca más se hablará. (Ni del hecho, ni de la propuesta).
No es culpa del periodista que informó.
Son los acuerdos políticos los que impiden que la gente disfrute de muchas leyes que les permitirían progresar como individuos y como país; son los acuerdos políticos, (los que se hacen para realizar algo o los que se hacen para bloquear algo), los que influyen en el destino de una nación.
Y en política los acuerdos muy pocas veces tienen en cuenta las necesidades del pueblo, al que aún hay quien se atreve a llamarle ‘el Soberano’, y muchas más se hacen en base a las exigencias de los dividendos partidarios.
‘Tú quitas si yo saco…. Tú no presentas y yo no me inmiscuyo…”
Hace ya una década larga, un Diputado de nuestro Parlamento me dijo en una conversación ‘en confianza’, que para llegar ‘arriba’ un político no podía ser endemoniadamente pudoroso; siempre habría algo en lo que tendría que transar, aún pasando por sobre sus principios.
Si a todo lo anterior, que por propias vivencias he podido comprobar, se agrega la incompetencia de los actores, resulta que ya lo anecdótico para a ser siniestro.
Pero pensándolo bien los periodistas somos culpables.
Son pocas las veces en las que ‘saltamos como resortes’ para denunciar y cuando desaparece algo que anunciamos, debido a uno de esos endemoniados acuerdos, dejamos que la noticia muera por pura desnutrición.
Olvidamos que tanta importancia tiene lo que se hace como lo que no se hace y lo que se crea como lo que se hace desaparecer.
En unos casos lo que importa es resaltar el hecho, en otros averiguar los porqué y los dónde y quienes.
Más arriba en este tablero están los políticos que deberían ser ejemplo.
Y aquí los acuerdos ya no tienden ‘a dejar las cosas como estaban’ sino que pueden dar al traste con un país y con la ilusión de su gente.
Los acuerdos a este nivel tienen por objeto la necesidad de cubrir ‘cuotas’ en pago de votos de sectores o agrupaciones y los hay menores, o sea, más o menos influyentes en la marcha del todo) o los hay con ‘A’ (mayúscula y en negrita).
Podemos aspirar a un milagro y que el setenta y cinco por ciento de los acuerdos realizados resulten productivos; podemos ser más realistas y ubicar nuestras pretensiones no más allá de un cincuenta, o podemos sacar el paraguas porque es seguro que habrá chaparrones y aguaceros durante un lustro.
Nunca entendí porqué se ambiciona tanto llegar a la dirección de un Ministerio.
No creo que sea por la carterita, ni porque se pase a ser el señor o la señora ministro; ¿será entonces por la posibilidad de contar con auto y chófer a cargo del Estado, o por las recepciones a las que sabe será invitado o quizás porque le es posible encerrarse en su propio Despacho y hacer caso omiso de cuántos ‘súbditos’ pidan audiencia.
No equivoqué el término correcto. La democracia al llegar a este punto se diluye entre acuerdos y a partir de aquí la formación de un Ejecutivo tiene mucha similitud con los decretos reales.
En el Uruguay de todos los tiempos ha habido buenos políticos, regulares políticos y malos políticos.
Generalmente –no siempre-, son políticos los que salen del despacho presidencial con ‘la cartera’ bajo el brazo.
Pero un buen político puede resultar un mal ministro, no importa el color que lleve en el corazón –el bolsillo o la mente-.
No hablemos del pasado, utilicemos para ejemplo tan sólo el presente que, no podemos obviar que nos ofrece mucho material.
Un ministro debería tener, como mínimo, una débil idea sobre qué temas deberá decidir.
No vale que tenga muchos consejeros o expertos rodeándolo, porque quizás no sean tan idóneos como cree, o sus capacidades tengan un límite muy bajo y ocupen los puestos por otros simples acuerdos.
Y aunque tenemos muchos modelos en los que sustentar nuestra tesis, por ahora –nada prometemos- nos dedicaremos exclusivamente a la incapacidad manifiesta con que desde Relaciones Exteriores y Turismo y Deportes se juega con el futuro de los uruguayos.
A los desaguisados y desinformación emanada desde esta última Cartera nos referiremos en un próximo artículo; ahora nos interesa saber si el señor Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, ha pensado que va a hacer por, y para los miles de uruguayos que se encuentran en España viviendo como ilegales; trabajando por salarios míseros porque cuando no se tiene documentación válida , sucede que se debe aceptar lo que llueva del cielo y como llueva.
Hasta que al señor Ministro se le ocurrió aceptar la integración de una condicionada Comisión Binacional en la que colocó en representación de nuestros intereses a una persona que incluso llegó a declararse satisfecho, después de la primera –y única reunión en un año-, de haber conseguido: NADA a cambio de muchos pasos atrás en nuestros derechos, esos uruguayos poseían algo muy importante: esperanza. http://letrasvspalabras.googlepages.com/incompetencia
Y entonces preguntamos por qué si el ministro Reynaldo Gargano, del que conocíamos un buen trabajo como Senador de la más dura oposición, no sabía como negociar con un país sobre el que teníamos la ventaja del derecho otorgado por un Tratado de Orden Internacional, no designó como encargado de hacerlo a un idóneo que, entre otras cosas no hubiese aceptado tanto.
Porque en eso de aceptar también se llegó con España a un acuerdo (o varios acuerdos).
Se aceptó ‘inventariar’ por parte de las autoridades uruguayas, a los compatriotas que vivían en forma irregular en territorio español.
¿Alguien le ha dicho al señor Ministro que actualmente son varios miles más más y lo que es más importante, qué hizo el Estado español con aquella información?
Se aceptó que las autoridades de Migración española analizaran ‘caso por caso’ la situación de los compatriotas y sólo se logró que les dieran igual trato que a cualquier otro inmigrante proveniente de un país con el que España no tuviera un Tratado que cumplir.
¿Se le informó al señor Ministro de cómo fue ese estudio ‘caso por caso’ y supuestamente ‘favorecedor’?
Se aceptó renunciar a las prerrogativas derivadas de las muchas sentencias favorables de varios Tribunales Superiores.
¿Sabe el señor Ministro que después de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo a un Recurso de Casación interpuesto por el Gobierno español, ante su total ‘tranquilidad’ nos hemos quedado sin esa valiosa ‘arma’ con la que habíamos llegado a ganar incluso en el mismísimo Tribunal Supremo de España y que usted, señor Ministro dejó inservible quedándose tan impasible que no interpuso ‘ni un estornudo’ ante esa decisión.
Y sabe usted que no puede alegar desconocimiento de causa.
Entonces pregunto, sin pelos en la lengua, ¿Estamos ante un ‘acuerdo político internacional’?
Necesito que me lo aclare porque sobre los de esta categoría no había aún comenzado a estudiar y, como los exámenes son cada día más difíciles de aprobar, quizás deba pedirle alguna clase particular.
Desde Almería, el sur del norte, abril 12 de 2007
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