Festín de impuestos por Javier García

            La voracidad fiscal del gobierno no ha dejado resquicio sin hurgar. A partir del 1º de julio se aplicará la reforma tributaria que será un duro golpe a los ingresos de los trabajadores. El impuesto a los sueldos será un juego de niños al lado de lo que significará el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas que se aprobó por el oficialismo.

            A nadie puede ocurrírsele que quien gana 15, 20 o 25 mil pesos es rico ni tiene renta, como mal la puede tener un jubilado que vive de su pasividad. Sin embargo a ese uruguayo o uruguaya está destinado el golpe impositivo.

            Cuando empiecen las quejas, que empezarán ni bien se comiencen a ver sus consecuencias, dentro del oficialismo todos apuntarán al ministro de Economía, como si de él solo fuera la responsabilidad.

            Muchos querrán sacar la pata del lazo, sin embargo será hora de recordar que ella es de todo los ministros que firmaron la iniciativa cuando la envió el presidente, así como de todos los legisladores frentistas que sin excepciones la votaron.

            Nadie, en el gobierno, defiende ni menciona la reforma tributaria últimamente. ¿No es extraño que así sea si sus consecuencias son tan beneficiosas?

            A ello se sumarán algunas disposiciones de la reforma de la salud que encarecerán notoriamente la asistencia médica de los uruguayos, con lo que significa duplicación del aporte obrero del 3 al 6% y lo que para una segunda etapa se anuncia como agregado al impuesto a la renta para financiarla.

            En todo el mundo las experiencias de seguros centralizados de salud, como la que se quiere copiar aquí, terminaron con una triple consecuencia: encarecieron la atención de la salud, disminuyeron la calidad asistencial y se instituyeron corruptelas que ofrecían por abajo del mostrador lo que por derecha no se obtenía.

            Hay mucho para mejorar en la salud, pero el ánimo refundacional del gobierno lo lleva a querer ocultar que en este país en 20 años se redujo la mortalidad infantil a la tercera parte, siendo de las más bajas del continente y cercana a los países más desarrollados.

            La mortalidad materna es casi la mitad de la de Cuba, y la esperanza de vida es de las más largas en el mundo. ¿No será consecuencia de políticas acertadas en la materia?

            Para este gobierno el Uruguay empezó en el 2005.

            Ojo que las refundaciones no terminen en refundiciones.

            Siguiendo con la escalada fiscal, en estos días se conocieron aumentos alarmantes en el impuesto de Primaria.

            La operativa se comenzó silenciosamente hace un tiempo atrás con los reaforos que llevó adelante la Dirección de Catastro. En el verano el diputado blanco José Carlos Cardoso citó a Astori al Parlamento por este tema y el ministro se defendió diciendo que la recaudación del Estado apenas subiría un 2%. Hoy sabemos que el ajuste impositivo al alza, que se desprende de los nuevos aforos, determinará un aumento de recaudación que supera diez veces lo mencionado.

            Para Montevideo también se anuncian incrementos fuertes de contribución inmobiliaria para el 2008.

            Sin embargo y a pesar de la gran bolsa de dinero que el gobierno llena con los impuestos que los uruguayos pagamos, se empiezan a encender luces amarillas en la economía.

            El gobierno tiene todo el poder y tuvo todas las esperanzas depositadas cuando asumió. Sin embargo a lo único que apela es a juntar dinero para repartir en el período electoral.

            No son políticas sociales, es clientelismo puro y duro.

            Nadie, en el gobierno, defiende la reforma tributaria últimamente. ¿No es extraño que así sea si sus consecuencias son tan beneficiosas?