Alarmas, una forma de vida

por Leonardo Girondella Mora

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            Una columna reciente de José Benegas, titulada Por favor cierren la ONU ya, publicada en LatinLiber, es digna de hacer notar por una razón que a todos suele olvidarse —la actuación de la burocracia.

            • Pero antes de entrar al tema específico, debe señalarse a la FAO y su reporte  —el que indica que debe hacerse  una reforma agraria para elevar la producción de alimentos. Allí se habla de una reunión a celebrarse en marzo de 2006, la que “abordará durante cuatro días un ambicioso programa de reuniones y debates que estarán centrados en torno a cinco temas principales, a partir de documentos y estudios de caso: qué políticas y experiencias han mejorado el acceso a los recursos para los más pobres; cómo mejorar las capacidades de planificación y gestión local de los recursos naturales; identificar nuevas oportunidades de desarrollo para fortalecer a las comunidades rurales; cómo combinar conceptos como reforma agraria, justicia social y desarrollo sostenible; la soberanía alimentaria y su contribución a un acceso más equitativo de los recursos”.

            Comenta Benegas, con toda razón que la FAO “más que cualquier otra organización revolucionaria privada [promueve] la escasez mundial de alimentos proponiendo la reforma agraria para haya más alimentos”. ¿Reunidos varios días para encontrar formas de producir más? Los tipos no deben haber ido a universidad alguna. ¿Reforma agraria para elevar esa producción? Se necesita exactamente lo opuesto.

            • Entro al tema y cito a Benegas, “Ahora lo que nos dicen los muchachos de la FAO, para felicidad de quienes deben armar títulos para los diarios, es que para el año 2025 dos de cada tres personas sufrirán por escasez de agua”.

            Son las noticias alarmistas que tanto gustan —y sigo citando a Benegas, “El problema para producir agua es el mismo que para producir trigo, por supuesto. Pero fíjense lo brutos que serán los alarmistas. Ellos creen que dos de cada tres personas estarán sometidos a escasez de agua para el 2025”.

            Continúo la cita, “Para llegar esa conclusión habrán viajado mucho (siempre en ejecutiva), hecho mediciones, contratado consultores por cientos de miles de dólares. Podrían haber agarrado los libros de economía y haberse enterado de algo más escandaloso todavía: en el año 2007, es decir ahora, 3 de cada 3 personas están sometidas a escasez de agua”.

            El razonamiento del escritor es impecable —la escasez no es futura, es presente y siempre ha existido. Nunca en la historia se han tenido recursos ilimitados. Para remediar la escasez, hay un remedio, trabajar y dejar trabajar.

            Dice Benegas, “... toda el agua que toma la humanidad debe ser extraída de algún lado, purificada y puesta a disposición en los vasos en que la bebemos. Ahora, lo que es absurdo, es creer que la escasez nos hace morir de sed, cuando lo único que nos provoca el la necesidad de trabajar. Sed en cambio provoca, y hambre, el trabajo improductivo, que es el que se hace para solventar la felicidad y la tontería de los burócratas”.

            • El punto es lo más claro del mundo: se inventa un problema, se crea una alarma mundial y así se justifica la intervención de una institución que vive de eso mismo, de exagerar problemas logrando que la ingenuidad de los medios les haga eco. Una vez alarmados todos, se hace una reunión, en la que se reúnen expertos autodesignados para encontrar soluciones al problema, y mientras lo hacen, esos expertos burócratas logran una manera de vivir y una imagen positiva. El mundo les agradece su ayuda.

            Desde luego, se tienen problemas, pero sus soluciones difícilmente requieren de esas reuniones —asistir a una biblioteca sería suficiente, o hacer un par de consultas en Internet. Cualquier parecido con la alarma ambiental de calentamiento no es mera coincidencia.