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Construir democracias
en los países en desarrollo por Alvaro Kröger |
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Estaba anoche mirando las noticias internacionales (9/10/06), y apareció una que me hizo al principio sonreír y luego recordar. Hubo ayer en la tarde una gran manifestación de mapuches en Santiago de Chile en reclamo de la liberación de 4 indígenas condenados, según los organizadores de la marcha, por una ley de la época de Pinochet. El tema es que sea quién sea quién hizo o no la ley, éstos "inocentes" mapuches fueron condenados por incendiar 100 hectáreas de viñedos. Este hecho es un delito bajo cualquier gobierno.
Pongamos el caso contrario: si un grupo de bolivianos santacruceños va y le incendia a los cocaleros 100 hectáreas de coca, seguramente Evo Morales los va a perseguir hasta abajo de las piedras. Hasta aquí sonreí.
Y no es una cuestión de discriminación a los indígenas, es una cuestión de violación de la propiedad privada. Lamentablemente en América Latina el asunto de "propiedad privada" o "propiedad no privada" es un límite que está en el "limbo" (aunque Herr Feldmarschall Benedict XVI quiera eliminarlo). Y desde aquí me puse a pensar y recordar una experiencia de una notable integración entre los poderes de una Nación constituida y los intereses de los indígenas. Además quiero dejar expresa constancia que, desde mi punto de vista, el "buen salvaje" de Rousseau es una fenomenal mentira: los Imperios americanos pre-colombinos no se hicieron en base a negociaciones, sino más bien, en base a la sangre de los vencidos (véase aztecas, toltecas, mayas, incas y mapuches). También vale recordar que la famosa Campaña del Desierto encabezada por el General Julio Argentino Roca fue para alejar justamente a los mapuches de los centros de producción (léase actual Pcia. de Bs. As.), y la finalidad era hacer algo parecido a lo que hizo Bernabé Rivera en la Provincia Oriental: matar hasta el último mapuche que se pusiera en la mira de los Remington.
Lo que ví:
Bush hizo una interesante sugerencia al nuevo Gobierno iraquí durante su sorpresiva visita de junio pasado: prueben la solución de Alaska para compartir con la población los beneficios obtenidos del petróleo. Si escuchan esa sugerencia, los gobiernos de Estados Unidos y de Irak podrían descubrir algo sobre lo que América Latina tiene todavía mucho que aprender: fortalecer los mercados y la democracia simultáneamente.
Estados Unidos sabe cómo construir mercados de libre empresa, y las democracias consiguientes, pero ha estado haciendo las cosas hacia atrás y al revés. Hacia atrás, porque la democracia se está construyendo antes que los mercados y al revés, porque se construye de arriba hacia abajo. Construir mercados, y simultáneamente educar a un electorado nacional para los mercados, es lo primero y luego la democracia podrá cobrar impulso. Construir la democracia desde las bases (con las poblaciones) es lo segundo, y luego las reformas económicas de las instituciones gubernamentales podrán aplicarse con la comprensión popular.
El desarrollo y la democracia en América Latina son cuestiones problemáticas pues la democracia está siendo construida antes y de arriba hacia abajo. Es demasiado tarde para empezar de nuevo. Por lo tanto, se requiere un esfuerzo paralelo que construya tanto mercados como democracia desde las bases.
Un poco de historia del progreso del hombre
El conocimiento, la tecnología y el comercio transformaron a la humanidad en los dos últimos siglos, lo que permitió a la población humana se multiplicarse más de seis veces. Entre 1820 y 1992, el PIB per cápita en lo que ahora se llama ‘‘países en desarrollo’’ se multiplicó casi seis veces, tras haber permanecido sin cambios desde el año 1000. Este increíble progreso fue resultado del empuje de lo que ahora se conoce como ‘‘el mundo en desarrollo’’, lo que produjo que el PIB per cápita se multiplicara asombrosamente 19 veces durante en el mismo período y en esas zonas del mundo.
En siete generaciones, la humanidad mejoró sus ingresos de un mínimo de seis veces a un máximo de 19. Los flagelos de la esclavitud, colonialismo, imperialismo y monopolio palidecen dentro del contexto de esa historia. Sin embargo, para quienes no lo entienden, es decir, los dos mil millones de personas que todavía son pobres conforme a los criterios actuales, el resentimiento del mundo desarrollado es palpable. Además, cuando la democracia se aplica antes que los mercados, los pobres pueden votar por el nihilismo (Venezuela), populismo (Bolivia) o sumirse en la violencia (Irak).
Los mercados genuinos no existen
Los mercados no pueden ser bien regulados en los países en desarrollo porque realmente no existen. Lo que hay son monopolios en manos de gobernantes autoritarios que controlan el Estado. Monopolio más Discreción menos Rendición de Cuentas es igual a Corrupción (suena conocido ¿no?). Ésta es la realidad en la mayoría de las naciones en desarrollo. Con frecuencia, el Estado es rico en recursos mientras que la nación es pobre, una relación estructural de ganar/perder, y la población depende fuertemente de los favores del Estado, la renta y el amiguismo. Este tipo de sistema es difícil o imposible de reformar de arriba hacia abajo, como fue el caso, por ejemplo, de las reformas que tuvieron lugar en Venezuela entre 1989 y 1991 y que condujeron a Chávez al poder y las de Bolivia en 1992-2003, que condujeron a Morales al mismo lugar.
La población sabe poco sobre propiedad privada y títulos, libre empresa y la creación de empresas, mercados y empresariado, comercio interno y externo, economía y crecimiento, oferta y demanda o división del trabajo. La historia y los valores del progreso humano desde 1820 son muy poco conocidos. El gobernante autoritario puede oponerse a la tecnología y el conocimiento mundial, y a la libertad económica para su pueblo, porque representan una amenaza para su régimen personal. Más bien, combate el conocimiento, la tecnología y la globalización como si fueran el problema y no la solución; como muestra bastan Hugo Chávez, Evo Morales, Ollanta Humala, Néstor Kirchner y otros en América Latina y líderes en Irán, Palestina, los insurgentes iraquíes y otros en el Oriente Medio.
El poder del mercado de Estados Unidos
Estados Unidos representa la historia más exitosa de un mercado en la civilización. Su propia historia desde 1790 hasta 1860 es el modelo que estimuló el progreso mundial en las siete generaciones antes mencionadas. La integración de los inmigrantes en Estados Unidos es otro caso espectacular de solución con inclusión. Por ejemplo, los 13 millones de inmigrantes latinoamericanos que trabajan en Estados Unidos enviaron el año pasado $40 mil millones en remesas a sus países de origen, lo que representa la principal inversión ‘‘extranjera’’ en muchos de esos países.
Desde la Segunda Guerra Mundial, todos los países que ascendieron de la condición de ‘‘en desarrollo’’ a ‘‘desarrollados’’ lo hicieron sobre los escalones del mercado americano: Europa, Japón y los Tigres Asiáticos, para empezar. México está teniendo éxito con el NAFTA; América Central está intentándolo con el CAFTA; Chile lo hizo; Brasil está tratando de hacer lo mismo con resultados inciertos aún; Uruguay está bailando una vieja polka: un paso para adelante y un paso para atrás.
China e India se encuentran actualmente en ese camino, y curiosamente China es el mercado que más crece gracias a una visión muy pragmática de su gobierno: -¡¡¡Sí, tenemos un régimen político que no concuerda con Occidente!!!.....pero dejemos como un ícono a Mao y vamos de la mano de USA y la UE, que son los que nos permitieron darle de comer a más gente!!!.
Creación de mercados desde abajo
Estados Unidos también representa la única historia de solución incluyente que integró a los pueblos indígenas pobres en su economía moderna, en una generación. Se trata del estado petrolero de Alaska, donde los ingresos del petróleo se emplearon para capitalizar empresas indígenas y beneficiar directamente a la población con dividendos provenientes del petróleo. El efecto neto fue la creación de un sólido mercado en la población indígena. Todos se beneficiaron de la solución de Alaska. Estados Unidos recibió 2,0 millones de barriles de petróleo por día de nueva producción petrolera nacional; el estado de Alaska recibió miles de millones de dólares en ingresos; el Fondo Permanente se incrementó a $30.000 millones en ganancias corporativas a través de alianzas con empresas multinacionales. La pobreza entre el pueblo indígena en Alaska cayó de 67% a 18% y Alaska llega a ocupar el primer lugar de todos los estados en cuanto a igualdad e ingresos para la población, colocándose entre los primeros en ingresos familiares promedio.
La solución de Alaska implicó asistencia técnica en el uso de la propiedad privada y títulos, creación de empresas, planes de negocios y alianzas, empresariado y administración e inversión y acciones. Se trata de una gran demostración de la inclusión de los indígenas en la economía moderna, la cual ha producido una empresa petrolera indígena con un valor de $1.000 millones, una empresa minera indígena de $500 millones y varias compañías de servicio indígenas con un valor de $200 millones, que compiten en el mercado moderno.
Creación de mercados en las culturas tribales
La solución de Alaska funcionó porque integró una herencia cultural tribal a las herramientas de la economía moderna. La noción colectiva de la propiedad tribal se fusinó con la propiedad privada individual ofreciendo a todos los miembros de la corporación acciones iguales que son inalienables, no pueden ser vendidas. Este esquema ofreció incentivos a la corporación tribal para elegir directores y seleccionar la gerencia, indígena o no, que maximizaron la creación de riqueza para que todos los accionistas pudieran recibir dividendos. Muchos además trabajaron como empleados en las corporaciones o recibieron de ellas beneficios educativos o de salud.
El incentivo para la creación de riqueza –un modelo mental moderno- en lugar de la distribución de la riqueza –el modelo mental tribal- se derivó de una inversión del Gobierno de Estados Unidos que alcanzó $960 millones que las empresas indígenas emplearon para producir más de $30 mil millones en ganancias corporativas, $3 mil millones en el año 2005, en oposición a una distribución única de los $960 millones, lo que podría haber tenido un efecto mínimo sobre la pobreza indígena. Los incentivos para la creación de riqueza también animaron a las empresas indígenas a formar alianzas con corporaciones multinacionales que se consideran el ‘‘enemigo’’ en América Latina, tales como las industrias del petróleo y gas, minería, maderera, pesquera, de la construcción, la banca ,el turismo y las inversiones en ultramar.
Esta integración fue tan exitosa que en 2005 un grupo de corporaciones indígenas ofreció invertir con empresas petroleras multinacionales alrededor de $1.000 millones en un gasoducto para llevar el gas de Alaska a los mercados, mientras que al mismo tiempo, el pueblo indígena en Bolivia se oponía a un gasoducto y respaldaba la nacionalización del gas, lo que perjudicó significativamente la producción de gas en ese país. Es de hacer notar que los indígenas de Alaska son tan indígenas como los de Bolivia...... pero no tienen a Evo Morales como presidente.
Problemas y soluciones
El problema de los países en desarrollo radica en cómo invertir los ingresos en habilidades entre la población para la creación de riqueza; en otras palabras, cómo construir mercados en culturas básicamente tribales. La clave para el éxito se encuentra en la mezcla de cultura tribal con las herramientas modernas para la creación de riqueza, y los incentivos para utilizarlas. En Irak podría haber una empresa sunita en la que cada iraquí sunita sea un accionista igualitario, una empresa chiíta en la que cada iraquí chiíta sea un accionista igualitario, una empresa kurda en la que cada iraquí kurdo sea un accionista igualitario, y miles de compañías tribales más pequeñas. Si se les proporciona asistencia técnica y se siembra financiamiento rápidamente, estas inmensas corporaciones podrían establecer alianzas con empresas petroleras nacionales y multinacionales y muchas otras, con lo que obtendrían riqueza de la producción petrolera iraquí, la reconstrucción nacional, los servicios de seguridad y el comercio interior y exterior. Y fundamentalmente le sacaría la base a los extremistas religiosos, porque "bussines are bussines", esté o no de acuerdo Alá. De la misma manera que las tribus de Alaska hicieron con Manitú..... le dieron unas acciones de las compañías.
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