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Latinoamérica en la visión
geopolítica de Estados Unidos
La posición de Latinoamérica dentro de la formulación geopolítica general de los Estados Unidos, una región excéntrica y distante, respecto del verdadero eje de los intereses norteamericanos ocasiona a ésta graves prejuicios tanto económicos como políticos. Mientras la política exterior de Estados Unidos no varié sus bases respecto al ordenamiento general de su política exterior Latinoamérica continuará siendo –de manera necesaria para los intereses de EE.UU. en la zona- un área subdesarrollada.
La política exterior de los EE.UU. sigue, en general, una línea conceptual fundada en decisiones políticas muy estables, referidas a las zonas que albergan sus intereses nacionales vitales, decisiones estas que configuran las bases y el marco de referencia para sus estrategias internacionales y su política exterior. De esta manera la inconsecuencia de sus políticas hacia Latinoamérica es en realidad, un efecto colateral de dichas decisiones, en una región estratégicamente marginal desde la formulación de su estrategia geopolítica.
Para la promoción de sus intereses nacionales primarios, situados en general en el Hemisferio Norte, EE.UU. actúa con arreglo a políticas de Estado -que trascienden a las Administraciones- dando prioridad la integridad y la estabilidad del sistema internacional con centro de gravedad en Europa. Los intereses en países ubicados en general en el Hemisferio Sur son valorizados como de menor entidad que los situados en general en el Hemisferio Norte, y en ellos los sucesivos gobiernos de los EE.UU. privilegian las necesidades a corto plazo de sus propias políticas domésticas.
La posición alcanzada por EE.UU, la decadencia económica y política de las Potencias Coloniales Europeas y el surgimiento de un rival ideológico de magnitud comparable, o seguramente superior, al recién derrotado nazismo, -el socialismo marxista-, hizo evidente la la necesidad de EE.UU. asumiera el liderazgo del mundo Occidental. El lugar desde donde se generaba la nueva amenaza ideológica y militar se ubicaba geográficamente en el corazón del continente Eurasiático, en la URSS y China, por lo que el sistema defensivo occidental, liderado por EE.UU., debía obligatoriamente materializarse teniendo a Eurasia como objetivo.
Al término de la II Guerra Mundial fue necesario para EE.UU. diseñar una estrategia que tuviera como objetivo actividades tendientes a dar forma a este cerco, estrategia que se organizó en base a las directrices geopolíticas de Spykman, cuya influencia es claramente identificable y constituye la base de las estrategias exteriores norteamericanas.
Spykmam, corrigiendo la propuesta del inglés Mackinder, indico que el aserto de Mackinder, "Quien controla Europa Oriental controla el Heartland; quien controla el Heartland controla la Isla Mundial; quien controla la Isla Mundial controla el Mundo", es falso. Si debiera haber un eslogan para la política de poder en el Viejo Mundo, éste debiera ser “…Quien controla el Rimland controla Eurasia; quien controla Eurasia controla los destinos del mundo…”
En la visión de Spykman, el Rimland, -objeto central de la estrategia para el control mundial y por tanto núcleo principal cuyo desarrollo e integración en el sistema dominado por EE.UU es deseable-, está conformado por Europa Occidental, Oriente Medio, la Península Arábiga, Irán, Turquía, Sudeste de Asia, la parte oriental de China, Corea, Japón y la parte costera de Rusia Oriental. La ubicación de cada país respecto a este “Rimland” mundial es lo que determina su valor estratégico relativo, la adopción de una estrategia basada en esta escuela geopolítica determinó entonces la irrelevancia estratégica de Hispanoamerica -región excéntrica y distante del núcleo- y orientó todos los esfuerzos políticos, militares y económicos de los EE.UU. principalmente hacia Europa Occidental, Japón, Oriente Medio y el Sudeste de Asia.
El sistema geo-económico de posguerra se organizo sobre las base de cuatro principios generales:
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Apertura económica, la cual idealmente tomaría la forma de un sistema general no discriminatorio de comercio e inversiones, la que sin embargo, por razones estratégicas, se redujo a Europa y parte de Asia (partes del Rimland cuya estabilidad era prioritaria para la estabilidad del sistema mundial)
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Administración conjunta del orden político-económico de Occidente entendido éste como la gestión concertada entre los estados democráticos industrializados en vistas a mantener la estabilidad y progreso del conjunto del bloque occidental desarrollado –aunque esto significase de manera implícita renunciar al desarrolló de las aéreas que no formaban parte de dicho bloque occidental desarrollado-. .
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Las reglas e instituciones económicas del mundo Occidental debían ser organizadas para apoyar el orden económico y la seguridad social interna de los socios; es decir: se debía evitar a todo coste el riesgo de estallidos sociales y movimientos revolucionarios en los países desarrollados del bloque occidental; pero sin alterar la distribución general de la riqueza. En las palabras de Cordell Hull, que fuera secretario de Estado de los propios EE.UU.; se trataba de “…aumentar el tamaño del pastel para que las porciones pequeñas fuesen suficientes…”. Esto determino de manara paralela la necesidad de una transferencia general de riqueza Sur-Norte, al objeto de propiciar un incremento del nivel de vida en el bloque occidental desarrollado. Incremento general de renta qué, sin alterar la distribución general de la riqueza, permitiese a la clase obrera occidental acceder a unas condiciones de vida que la alejasen de tentaciones revolucionarias.
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Afianzar los compromisos dentro del bloque occidental mediante la concertación de un conjunto de mecanismos institucionales de obediencia obligatoria para todos sus miembros; pero que a la vez se configurasen como organismo en los cuales EE.UU. debía tener la capacidad última de decisión y veto.
El valor estratégico de América Latina, y de manera derivada su situación económica, continuará siendo secundario mientras EE.UU. continúe aplicando cualquier estrategia nacional, y por extensión de cualquier aplicación de su posición mundial dominante, basada en esta visión geopolítica.
Consecuencias para Latinoamérica de la visión geopolítica de EE.UU.
Durante la Guerra Fría, a la marginación estratégica impuesta por las circunstancias geoestratégicas indicadas anteriormente, se sumó la marginación política y económica, en parte como consecuencia del empleo de los recursos de los EE.UU. en el afianzamiento del sistema Transatlántico.
El escaso valor estretégico de Latinoamérica determinó también una dimensión de marginalidad económica, por lo que no se hizo acreedora a un Plan Marshall como el que puso en marcha a las economías del sistema Transatlántico-Japón, ni a las ventajas comerciales, financieras y de inversión que se otorgaron posteriormente a Corea, Taiwan, Japon, y en general al Sudeste de Asia –Dragones asiaticos-. En esencia Latinoamérica no se configuró como un área cuyo desarrollo económico general se tornase en básico para la estabilidad del sistema mundial, de manera que dicho desarrollo quedo supeditado a otros intereses que la política exterior de EE.UU. juzgaba como más primarios.
De esta manera, y teniendo en cuenta que la máxima prioridad de EE.UU. es la estabilidad del sistema internacional de relaciones económicas vigente –no su trasformación-, el desarrollo económico de América Latina es contraproducente, o irreconciliable, con sus intereses generales: el desarrollo de una zona puede alterar el flujo de relaciones existente y amenazar la estabilidad de todo el sistema. Por otra parte tampoco tiene mucho sentido insistir en la trasformación de una zona, America Latina, cuya economía ya esta articulada en beneficio de los propios EE.UU.
De esta manera la máxima prioridad de la política exterior Norteamérica en América Latina es la pervivencia de la situación vigente, no el desarrollo de zona. De esta manera EE.UU. despliega –especialmente desde 1945- todos sus recursos con vistas garantizar la estabilidad de la zona y evitar cambios dramáticos o estructurales.
Desde 1945 –y al menos la década de 1980-1990- el apoyo sistemático a una sería de regimenes militaristas o dictatoriales, así como la transferencia masiva de ayuda y recursos militares a la zona, es una de las líneas conceptuales de la política exterior norteamericana. La adopción de unos presupuestos militares sobredimensionados por parte de los países latinoamericanos desde 1945 es indisociable, cuando no consecuencia directa –por ejemplo Cuba o la Nicaragua sandinista- de la política de EE.UU. respecto a la zona.
En la practica los intereses de EE.UU en Hispanoamérica de basan en el mantenimiento de esta región en una situación de subdesarrollada a través de mecanismos como el gasto militar, la deuda externa o la instauración, desde su posición de fuerza asimétrica, de una serie de tratados comerciales mediante los cuales puede articular una relación económica favorable a sus intereses, es decir, alcanzar una posición desde la que pueda impedir, o controlar, el desarrollo de los estados Latinoamericanos.
Mientras EE.UU. goce de una posición indiscutible de primera potencia mundial, sin factores que amenacen o controlen el ejercicio de su poder económico-militar, Hispanoámerica seguirá en una situación generalizada de subdesarrollo económico; porque esto se constituye en causa, en condición necesaria, para que EE.UU. mantenga su posición privilegiada dentro del ordenamiento económico mundial.
Extractado y traducido del "Financial Times" por Alvaro Kröger
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