Año III - Nº 113 - Uruguay, 14 de enero del 2005

 

 

 

 
Comentarios de Fin de Año
María Elsa Silva González

Hoy día de reyes y con 37º de calor, me siento frente a la computadora para contarles como pasamos las fiestas los uruguayos - tacuaremboenses.

Es un día que marca el fin de ellas, desde que comenzaron con reuniones y despedidas a mediados de octubre. Navidad, año nuevo y por último Los Reyes. Con los reyes magos, disfrutamos, rememoramos nuestra niñez y nos emocionamos con las caritas felices de nuestros nietos cada vez que abren un regalo, lo muestran, hacen fiesta, en fin, cada uno tiene una reacción diferente. No son regalos caros, pero son unos cuantos en cada zapato. Por allí estuvieron también, la Bis-Abuela los tíos y los Abuelos. La casa se llena de risas, y papel de regalo por todas partes.
En noviembre ya comenzamos a preocuparnos por quienes van a venir a la cena de Noche Buena. Son cinco hijos tres ya tienen su familia, sabemos que Carlos, Verónica y Nicolás se van todos los años, a Rivera a pasar con la familia de Verónica, y como siempre a las 12 en punto cuando suena el teléfono, son ellos para desearnos "Feliz Navidad"El 25 por la tarde hacen de vuelta los 120km que nos separan y nos saludamos otra vez.

¿Tienen todos licencia? Nos preocupan por los dos menores,(Eduardo e Ignacio) que no trabajan en Tacuarembó, pero por suerte y Gracias a Dios en Uruguay. Fueron de los privilegiados que a último momento, consiguieron trabajar en su país.

A mediados de octubre, la ciudad empieza a cambiar, mucha gente pasea por ella con vestimenta de turista. Algunos pasan por nuestras veredas y nos saludan con alegría, respondemos igual auque no los conozcamos. Sabemos que son oriundos de acá, que ellos si saben quienes somos, por eso el saludo, y la respuesta cariñosa. Se suceden comentarios como estos: "esa cara me resulta muy conocida" " Claro dice otro, es idéntica a la de la señora de la vuelta, ¿no te das cuenta?" "Ah... entonces es Daniel, hace tiempo que se fue para Montevideo y no había vuelto. "¡Mira ha llegado de Australia el hijo de Don Julio y vino con toda la familia! "Que suerte, Don Julio estaba preocupado, hace mucho tiempo que no los veía". Y así continúa, por cuatro o cinco meses en los que experimentamos sentimientos contradictorios, satisfacción por el rencuentro con personas que ya habíamos olvidado, mezclado con la culpa de tener tan frágil memoria.

Llega Noche Buena en medio de reuniones y fiestas, hay que pensar en el menú de la cena, debe ser liviana sin muchas calorías, lo imponen así, las altas temperaturas. Todo el día me lo paso preparando, Alba trae la ensalada, pongo el mantel blanco, herencia de mi abuela paterna, el pesebre iluminado el arbolito también, el adorno de navidad sobre la mesa, en fin todo listo. Mamá ya regresó de misa, llegó mi hija con Sofía (10 años) y Fausto(2 añitos), (viven a media cuadra por lo que se pasan más en casa que en la de ellos) los dos hijos solteros, Lalo y Nacho, estaban en casa, y un poco mas tarde vino Fabián con su señora Alba y Ana Lucía, un belleza de tres añitos muy picarona. En total éramos once sentados a la mesa, la nota la dieron Ana Lucía y Fausto. Estaban muy contentos y se saludaban de un extremo al otro de la mesa con tanto cariño y ternura que acapararon la atención de todos. A las doce brindamos y salimos a la vereda para ver los fuegos artificiales y saludarnos con los vecinos que hacían lo mismo. Se acercan amigos nuestros y de nuestros hijos, mi hermano y su familia como todos los años, mientras Sofía se encarga de atender el teléfono que suena y suena. Era una noche fresca, así que entramos todos, unos parados otros sentados, todos contentos y hablando a la misma vez. Es una noche íntima, en que vienen los más allegados, familiares y amigos que son cómo hermanos. Mis sobrinos, me reclaman el postre, les gusta mucho el que hago todos los años, y saben que si no comen ahora.... después difícil que quede algo.

Llega el 31 de diciembre la cena es muy parecida, lo diferente era que hacía mucho calor, éramos menos y yo tenía el compromiso de hacer el mismo postre, pero mucho mas grande. Están Carlos, Verónica y Nicolás de siete años, que es el único niño en ésta noche. Nicolás es transplantado de hígado desde el año y medio, es un chico muy especial, alegre, tierno y por supuesto muy consentido por toda la familia. (Pero él es todo un caballero muy maduro). Fabián y familia se fueron a Cuchilla Alta, dónde el papá de Alba tiene casa de veraneo. Mónica, Fausto y Sofía, pasan en el Balneario Iporá con la otra familia. Total ocho a la mesa, a las 23hs. comenzamos a cenar y por suerte entre bromas y risas, a las 23 y 50 ya estábamos en los postres y finalizamos para brindar a las 24hs justito. Luego todos a la vereda, saludos con los vecinos, coches que pasan tocando bocina y gritando feliz año, los conocidos llegan a saludar, comienzo a sacar sillas y bancos pero no dan, abren las puertas de atrás de las camionetas y las transforman en asientos, ya nuestra vereda esta repleta la puerta de calle abierta de par en par. Se suceden los cohetes, los fuegos artificiales y las llamadas telefónicas de los amigos.

Llegan unos amigos que viven en el norte de Brasil, me dicen " que legal esto, allá no lo podemos hacer" Ni pensar tener la casa toda abierta y estar en la vereda. Pasan más coches y saludan, los brasileños abrazan y besan uno por uno y con cada uno charlan y charlan. Cuando terminan con el último ya pasó una hora y tienen que irse, deben saludar a unos parientes, -" bueno chau, chau a todos, nos estamos viendo" dicen, pero todos sabemos que con mucha suerte será recién para el otro año nuevo. A las tres de la madrugada los más jóvenes se van al baile y todos comienzan a retirarse. A esta altura, estoy totalmente agotada mirando a mi madre con casi ochenta (los cumple en febrero) muy animada y contenta. Ha sido el centro, sus nietos la han mimado, presentado a sus amigos con mucho orgullo y ella feliz de la vida sin ganas de retirarse.

Termino cansada, pero feliz, he visto a las personas saboreando este momento, tratando de aferrarlo para siempre, de no perder la "Buena Onda" que allí había. Estoy segura de que todos tenían presente, las cosas terribles que pasaron en éstos días. Nadie lo comenta es una consigna para comenzar el año desde otra óptica, para sentir y trasmitir la fuerza que necesitarán en El Nuevo Año. Para esperar con esperanza, con esperanza dinámica y vigorosa.

Tacuarembó, 6 de enero de 2005