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Año V Nro. 277 - Uruguay,  14 de marzo del 2008   
 

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Fernando Pintos

Diferencias que son insalvables
por Fernando Pintos

 
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          Fue recién en 1976 cuando se quebró en el fútbol uruguayo el predominio de los equipos grandes, Nacional y Peñarol. Porque fue aquel año cuando el club Defensor (por entonces, a secas) consiguió su primer Campeonato Uruguayo, de la mano del profesor José Ricardo De León y también ampliamente impulsado por los tan asiduos como obsesivos cacareos de Víctor Hugo Morales desde los micrófonos de Radio Oriental (el individuo, un tránsfuga de primera línea en todos los aspectos de su vida, parecía abrigar un resentimiento particular en contra de los dos grandes del balompié uruguayo).

          Y si alguien me pide que marque una fecha para el comienzo de la debacle que hoy aflige al fútbol uruguayo, no vacilo en señalar 1976. Ciertamente, incluso a partir de entonces y antes de llegar a lo que ahora sabemos y sufrimos, los dos grandes iban a conquistar tres copas Libertadores de América y dos Intercontinentales. Se iba a ganar el Mundialito de Montevideo en 1980. Se iba a ganar, además, alguna Copa América. Y los seleccionados juveniles iban a retornar de Malasia con un Subcampeonato Mundial en las valijas. Sin embargo, en tanto los equipos grandes impusieron condiciones en el fútbol uruguayo, éste funcionó. Y no es que lo hiciera de la mejor manera, pero cuando menos lo hacía. Recordemos, por ejemplo, que la última participación importante de la celeste en un Campeonato Mundial de Fútbol se produjo en México 70, cuando ganamos un cuarto lugar, repitiendo lo alcanzado en 1954. Y recordemos que, en 1970, la hegemonía de los dos cuadros grandes continuaba intacta.

          ¿Por qué declinó de tal manera el fútbol uruguayo en las últimas décadas? Las razones son muchas y, para colmo, complejas en grado sumo. Y me he referido en muchas ocasiones a ellas. He señalado la incapacidad de los dirigentes. He fustigado la poca actitud de los jugadores. He criticado la nefasta labor de los contratistas. He denunciado las nefastas actuaciones de la Asociación Uruguaya de Fútbol. He descargado baterías contra los ineptos conductores técnicos de la selección uruguaya… Etcétera.  Pero nunca había tocado este preciso punto: la declinación de los grandes como uno de los síntomas más nefastos. Ciertamente, el tema es espinoso y puede ofender a unos cuantos. Pero tampoco se puede pretender que, en aras de la «corrección política» aplicada al tema del fútbol uruguayo, alguien se inhiba de decir una verdad más voluminosa que el Palacio Salvo. Resulta por demás estúpida la pretensión de tapar el sol con un dedo. Y, después de todo, yo soy el tipo menos «políticamente correcto» que cualquiera pudiese imaginar.

          Haré, empero, una salvedad. Argentina, con una población de 40 millones, un territorio de casi tres millones, una economía muchísimo más poderosa y diversificada que la uruguaya, y un mercado notablemente más extenso que el nuestro… ¡Apenas tiene media docena de equipos considerados grandes! ¿Hacemos la cuenta?: Boca Juniors, River Plate, San Lorenzo de Almagro, Racing de Avellaneda, Independiente… Y si se quiere, agréguense (como mucho) a Vélez Sársfield y Estudiantes de La Plata. Seis o siete clubes de fútbol grandes para un país como Argentina. Si habláramos de Brasil, con 8,5 millones de kilómetros cuadrados y unos 130 millones de habitantes, el recuento de los grandes del fútbol arroja algunos más: Gremio, Inter, Sao Paulo, Corinthians, Palmeiras, Cruzeiro, Flamengo, Vasco da Gama, Fluminense, Santos… Y poca cosa más. Por contraste, Uruguay, con sus 178 mil kilómetros cuadrados, con sus menos de cuatro millones de habitantes, con su economía limitada y con su mercado reducido, cuenta con dos equipos grandes de verdadera proyección universal. Y recordemos este detalle: Nacional y Peñarol forman parte del muy reducido grupo de equipos que consiguieron ganar cada uno tres veces la recientemente extinta Copa Intercontinental, junto con Real Madrid de España, Milán de Italia y Boca Juniors de Argentina. Ello indica que, a pesar de las marcadas limitaciones de Uruguay como mercado, la calidad de los jugadores uruguayos permitió la existencia de dos equipos grandes con verdadera proyección internacional.

          Ahora bien: el pasado domingo 9 de marzo, en la edición digital del diario «El País» se publicó un artículo de José Mastandrea, titulado «Descubra las siete diferencias». Debido a que contiene conceptos muy trascendentes, quiero compartirlo tanto con quienes lo hayan leído como con quienes se lo hayan perdido. Es evidente que a Danubio le falta mucho trayecto para llegar a ser un equipo grande, asunto que ha sido ampliamente demostrado no sólo por su lastimosa derrota de pocos días atrás frente a Estudiantes de La Plata en el Estadio Centenario, sino también por la endeble actuación que le correspondió en la última edición de la Copa Sudamericana, cuando tuvo que enfrentar a equipos paraguayos… Por el contrario, Defensor Sporting, el primer equipo chico que quebró la hegemonía de los grandes al conseguir un Campeonato Uruguayo, ha dado prueba de estar en mejor camino. Pero, expresado todo lo anterior, vayamos ahora al excelente artículo de Mastandrea:

       «…En el fútbol también existe el juego de las siete diferencias. Alcanza con ver los partidos de Copa Libertadores para tomar nota y descubrirlas sin mucho esfuerzo.

Juegan dos equipos uruguayos. Los dos como locales. ¿Descubra quién es el grande y cuál es el chico?

1) Uno jugó con once futbolistas y perdió.
El otro también tuvo a los once en la cancha y ganó.

2) Un equipo empezó ganando 1 a 0 y terminó perdiendo 2 a 1.
Otro, arrancó con todo y terminó goleando 3 a 0.

3) El que actuó en el Estadio Centenario fue "visitante". El rival llevó más hinchas al estadio y alentaron mucho más que los locales.
El otro jugó en el Parque Central ante 20.000 hinchas que gritaron durante todo el encuentro. Los visitantes apenas llegaron a 100.

4) Uno puso las entradas más baratas de todo el continente y no llenó una sola tribuna.
El otro las aumentó de precio y quedó gente afuera.

5) Uno obtuvo tres Campeonatos Uruguayos.
Otro ganó 42 Campeonato Uruguayos, tres Copas Libertadores de América y tres Intercontinentales.

6) Un equipo alineó a tres jugadores de su cantera.
El otro, jugó con cuatro nacidos en su semillero.

7) Cuando uno gana, festeja un barrio.
Cuando gana el otro, goza medio país... ¿Lo descubrió?…».

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