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Paraguay en la encrucijada
por Fernando Tuesta Soldevilla
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Hay poca atención internacional sobre lo que ocurre en Paraguay, pero a un mes de las elecciones presidenciales, podría producirse la primera derrota -y consecuentemente la salida del gobierno- del Partido Colorado. Un outsider lo podría derrotar. Se trata del ex obispo Fernando Lugo, quien encabeza una variopinta alianza de liberales y centro izquierdistas, mantiene la primera posibilidad de triunfar el 20 de abril
Sin embargo, el clima electoral no es el mejor, ni todos confían en que el proceso no transite por irregularidades, ni que el resultado electoral sea el reflejo de la voluntad popular. Así, el presidente Nicanor Duarte Frutos tuvo el propósito de reelegirse a través de una reforma constitucional que no prosperó. Posteriormente, se posesionó de la presidencia del Partido Colorado y se inscribió como candidato a una senaduría. Ambos casos prohibidos -según señalan sus oponentes- por la normatividad vigente. Apoyó la candidatura de las internas de su partido a Blanca Ovelar, a quienes los opositores consideran una persona que respondería a sus intereses más directos. Ésta, venció en las internas del Partido Colorado al vicepresidente Luis Castiglioni, quien denunció fraude a favor de la candidata apoyada por Nicanor Duarte.
Los otros candidatos son, el general (r) ex colorado, Lino Oviedo, candidato por su partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos, proveniente del Partido Colorado y el empresario Pedro Fadul, por el Partido Patria Querida, quien en anteriores elecciones obtuvo buenos resultados. Esta vez la dispersión de la oposición y la aparición de Lugo, le han restado alguna posibilidad de triunfo.
Existe casi unanimidad que el gran problema de las presentes elecciones se traduce en la pérdida de confianza en el órgano electoral, el Tribunal Supremo de Justicia Electoral, debido al conflicto público y muy violento entre los tres magistrados. Se acusa al órgano electoral de tomar decisiones que favorecen al Partido Colorado y su candidata.
En un escenario en donde no es seguro el triunfo del oficialismo, las elecciones internas han sido intensamente competitivos, pero de la misma manera cuestionados. Esto se explica, en parte, por la baja institucionalidad (ausencia de reglas claras que se respeten) al interior de las organizaciones. La supresión del voto electrónico y la reducción del número de electores por mesa, constituye un caso típico de las mutuas desconfianzas entre los actores políticos y, sobre todo, en la desconfianza en la Justicia Electoral.
Uno de los aspectos más criticados y preocupantes, es el uso de los recursos públicos que favorecen directa e indirectamente a la candidatura oficial. La publicidad sobre las obras de gobierno se ha acentuado y la ley electoral no limita adecuadamente su uso. Esto es particularmente cierto en Itaipú Binacional -abastecedor de energía eléctrica a gran parte de Paraguay- que desarrolla una basta y cuestionada publicidad oficial, que no puede ser frenada pues, se sostiene, se trata de una empresa no paraguaya, sino binacional.
Contrapesa lo anterior, el hecho que la mayoría de los medios de comunicación son opositores al gobierno, lo que permite que se mantenga una circulación de información y crítica de manera libre, elemento crucial en un proceso con los cuestionamientos arriba anotados.
Si bien se está delante de un proceso con el deseo gubernamental de inclinar la balanza a favor de la candidata oficial, no es claro que esto será necesariamente así. Observadores, medios y los propios opositores tienen aun los recursos para evitarlo, pero sobretodo existe un escenario que muestra a la candidata oficial a distancia del popular candidato Lugo y con el tiempo en contra, para revertir la situación. Sin embargo, un resultado ajustado con candidato opositor ganador, podría producir -como ocurrió con México, Costa Rica, últimamente- escenarios imprevisibles y hasta peligrosos.
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