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Año III - Nº 177
Uruguay, 14 de abril del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 

Mercosur:
La Historia de un Fracaso

Julio Dornel
 

Anunciado con bombos y platillos, celebrado por los más altos dignatarios y "aplaudido" por varios pueblos que creyeron en sus bondades, el MERCOSUR agoniza sin haber alcanzado su mayoría de edad.

Durante más de 10 años hemos entrevistado a los gobernantes de turno, tanto uruguayos como brasileños, quienes repetían a coro que se trataba de una gran zona de integración, donde la frontera de Chuy podía ser la más beneficiada al contar con un mercado de 9.000.000 de posibles compradores en el Estado limítrofe de Río Grande.

Durante muchos años las autoridades de ambos países estudiaron detenidamente todos los aspectos relacionados con la libre circulación de bienes y personas como lo establece el tratado, pasando por la problemática aduanera de características muy complejas y con la participación de varios organismos vinculados a esta repartición.

Se pregonaba a los cuatro vientos que estaban dadas las condiciones políticas, sociales y económicas fundamentalmente en esta frontera para ir eliminando paulatinamente las trabas burocráticas y los trámites que históricamente dificultaban el intercambio entre ambos países.

Señalaban los técnicos que no se podía pensar en términos de competencia con nuestros vecinos de la región, sino buscar políticas complementarias que faciliten la verdadera integración.

Se habló mucho del "marco de estabilidad política y social que vivían los países firmantes del tratado, lo que fortalecería los sentimientos de hermandad que tanto anhelaban los gobiernos". Sin embargo los nuevos tiempos nos están demostrando otra realidad.

No dudamos que se viven épocas de cambios con velocidades electrónicas, que nos hacen dudar de los textos escritos en la última década como si fueran vetustos y anticuados. Todo se modifica en pocas horas y el tiempo ya no sirve para planificar la próxima semana.

De esta manera el Tratado del MERCOSUR pasará a la mejor historia como un acontecimiento que despertó esperanzas en las clases más necesitadas que ya soñaban con el bienestar largamente postergado y que sin embargo pasará al olvido por incompetencia de los propios gobiernos. Los de antes y los de ahora, aunque la llegada de gobiernos de corte socialista que pretenden dar una repuesta al clamor precisamente de las clases más necesitadas, nos hizo pensar que un nuevo orden se implantaría en América Latina.

Sin embargo estos tratados y otros que se están por firmar nos demuestran que el sur seguirá agobiado por el norte, aunque mucha gente se haya "jugado todos los boletos al cambio".

Esperamos sin embargo que no surjan nuevamente los conflictos que la historia no quiere recordar y cuyas dimensiones nadie puede imaginar.

Las papeleras se han convertido en un nuevo eslabón en la cadena de dificultades que ya venía enfrentando el MERCOSUR desde su puesta en marcha. En la actualidad es evidente que las relaciones comerciales utilizan todas las artimañas para "sacar ventajas" en un terreno que estaba reservado en el papel a las buenas intenciones.

Si no se crean nuevas oportunidades en el plano de la integración será muy difícil continuar con este negativo MERCOSUR donde algunos países siguen confundiendo grandeza con grandote, en el momento de negociar sus productos.

Sin considerar los últimos convenios firmados en el ámbito del MERCOSUR debemos señalar que históricamente estos acuerdos nunca se cumplieron, aduciendo distintas interpretaciones a los textos firmados.

Hace 40 años, el miércoles 19 de diciembre de 1966 en la ciudad de Buenos Aires, los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay firmaron un tratado con la intención de expandir el intercambio comercial y turístico coincidiendo con los objetivos de integración propiciados por la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio.

Entre muchos artículos, algunos reiterados en recientes convenios, se establecían la autorización expresa para la entrada o salida de vehículos de los países signatarios ya fuera para el transporte de cargas o personas a través de todos los puntos habilitados.

Se recomendaba para estos casos que las empresas habilitadas "deberían otorgar un trato justo, equitativo y equivalente sobre la base de reciprocidad". Las partes otorgaran permisos a empresas constituidas de acuerdo con la legislación del país a cuya jurisdicción pertenezcan.

Se establecía además que todo nacional, nativo o naturalizado, podría ser admitido e ingresar a cualquiera de los países en calidad de turista, mediante la sola presentación de un documento de identidad.

Han pasado 40 años y seguimos esperando por una integración que vemos cada día más lejos, por culpa entre otras cosas de un MERCOSUR que ha "legalizado" a los piqueteros.

 
 
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