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Año III - Nº 177
Uruguay, 14 de abril del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 

 

 

Una pareja gallega está preparando el divorcio, y dice ella:
- Yo me quedo con el nene, Manolo...
- ¡Joder! ¿Y eso por qué?
- Pues porque es mío, no tuyo... -dice ella.
- ¡Pero si tampoco es tuyo! -contesta el gallego.
- ¡Cómo que no!? ¿Y quién lo parió? -pregunta ella.
- No sé... ¿Tú te acuerdas el día que nació, estando en la maternidad, que se ensució y me dijiste que lo cambiara?
- Sí...
- Pues... ¡Lo cambié!

A un gallego lo atropella un autobús, y toda la gente se aglomera alrededor de él. El gallego delirando dice:
- Inclínenme, inclínenme.
Y la gente lo inclinaba, pero el gallego seguía gritando:
- Inclínenme, inclínenme.
La gente ya no sabía cómo ponerlo, y el gallego dice:
- Si no hay una clínica, hospitalícenme.

El gallego le muestra a un amigo un reloj que le regalaron:
- Mira esto... Mira que reloj me mandó mi primo: da la hora, los minutos, los segundos, la fecha. Tiene alarma, cronómetro, tiene linterna y radio...
- ¡Excelente, Manolo, cuántas cosas!
- Sí, y mi primo me dijo que me podía bañar con él, pero no encuentro el botón para que tire agua...


Se encuentran Venancio y Manolo, pero éste último llevaba un pingüino de la mano, y Venancio le pregunta:
- Oye, Manolo, ¿pero qué haces con ese pingüino?
- Pues na, que me lo he encontrao, y no sé qué hacer con él.
- Si serás tonto Manolo, ¿por qué no lo has llevao al zoológico?
- Hombre, pues qué buena idea. Hoy mismo lo llevo al zoológico.
Al día siguiente se vuelven a encontrar, pero Manolo sigue con el pingüino, por lo que Venancio, extrañado, le pregunta:
- ¿Qué ha pasado contigo Manolo, no habéis dicho que llevarías al pingüino al zoológico?
- Hombre pues lo he llevao, y nos hemos divertido tanto que hoy nos vamos al circo.

Una pareja catalana acude a la consulta de un terapeuta sexual en Sevilla.
Sin más preámbulos, el caballero le dice:
- Doctor, podría usted observarnos mientras tenemos un coito?
El médico queda un poco atónito, pero acepta.
Cuando la pareja termina,el doctor les dice:
No hay nada de malo en la forma como ustedes hacen el coito. Y les cobra 42,00 euros.
Esto sucedía varias semanas seguidas. La pareja solicitaba una cita, llegaban, tenían su coito sin problemas, pagaban al doctor y se iban.
Finalmente, un día, el doctor les pregunta:
-Perdonen, ¿qué es exactamente lo que ustedes están buscando?
El hombre le dice:
-Muy fácil, ella está casada y no podemos ir a su casa. Yo estoy casado y no podemos ir a mi casa, el hotel Los Lebreros me cobra 120 euros, el Macarena 102 euros, el Alfonso XIII 240 euros, aquí lo hacemos por 42 euros y la mutulista me cubre el 80%.

 
 

Un día, en el futuro, George W. Bush se muere de un ataque al corazón e inmediatamente se va al infierno, donde el diablo lo está esperando.

- Realmente, no sé que voy a hacer contigo, le dijo el diablo, estás en mi lista, pero no tengo lugar para ti y como has sido tan malo tienes que quedarte aquí, así que vamos a hacer lo siguiente: Hay algunas personas aquí que no fueron tan malas como tu, así que tendré que dejar ir a alguien y tú te quedarás en su lugar. Es más, te voy a dar a escoger una de tres celdas. Bush, que de todas maneras no tenía otra opción, aceptó.
Así que el diablo abrió la primera celda.
Allí estaba Richard Nixon, en una gran piscina. Todo lo que hacía era zambullirse en el agua y volver a salir. Ese era su destino en el infierno.
- No... pensó Bush, esto no me gusta, yo no soy buen nadador y no puedo hacer eso todo el día.
El diablo abrió la segunda celda y allí estaba Saddam Hussein, todo el santo día picando con un martillo una montaña de piedras.
- No... pensó Bush.. no puedo picar piedras todo el día pues tengo problemas con el hombro.
El diablo abrió la tercera celda y he aquí a Osama Bin Laden,cómodamente tirado en el suelo, con las manos detrás de la cabeza,las piernas abiertas y fumándose un largo puro cubano. Agachada,sobre él se encontraba Mónica Lewinsky, haciendo lo que ella sabe hacer mejor.
Bush miró la escena con incredulidad y gritó animadísimo: -¡Aquí me quiero quedar!
Entonces el diablo sonrió maliciosamente... ... y gritó:
- ¡Mónica, ya llegó tu relevo!

 

 
 
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