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Año V Nro. 351 - Uruguay, 14 de agosto del 2009
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18:00 horas en la dimensión Desconocida. Trascendió, en las últimas horas, que el Gordo Púa se había declarado en rebelión abierta contra las autoridades del CURCC Patético Peñarol. Para tales efectos, había transformado el vestuario de los juveniles en un búnker, el cual recorría a galope desenfrenado y de un lado para el otro, con un sombrerito de papel periódico (en la cabeza, claro), montando con garbo y brío surrealistas sobre una escoba que había sido castigada por años de uso indiscriminado y agitando, convulsivamente, una espadita de plástico, mientras aullaba con voz estentórea y quebrantada por la emoción: «¡Arre, Plata!»… Lo cual se había considerado una clara alusión a los salarios que venía devengando y a los que se negaba rabiosamente a renunciar… Por otra parte, todos los intentos que se habían perpetrado con el propósito de ingresar al búnker celosamente custodiado por el subversivo Gordo Púa, habían naufragado en el más miserable de los fracasos, cosa que a nadie había extrañado después de esta última década de reiterados éxitos institucionales. Se decía —la prensa tenía acceso vedado, con Tenfield incluida— que quienes habían realizado el intento retornaron tambaleando, tartajeando incoherencias y en lamentables condiciones psico-somnáticas. Es decir: los fundillos del pantalón hechos una lástima, salvajemente despeinados, toda la ropa fuera de lugar y, ¡para colmo de males!, con el pescuezo cundido de groseros moretones. (Ejem)… ¡Por no mencionar esos ofensivos olores a grappa de boliche y perfume barato de burdel! (Más informaciones en unos minutos. ¡Mantenerse en sintonía!)…
19:30 horas en la Dimensión Desconocida. ¡La gallarda reacción de Damianito no se había hecho esperar! Enfrentado a la abierta rebelión del hasta aquel momento dócil y más bien comatoso Gordo Púa, quien se negaba enfáticamente a soltar el hueso que le tiraron haría ya dos años largos, Damianito, asesorado por la batahola de opiniones de sus más allegados colaboradores («¡Crrrr! ¡Prrrrr! ¡Rica la papita! ¡El lorito! ¡Lindo Damianito! ¡Lorito, lorito! ¡Damianito! ¡Prrr! ¡Rica la papita! ¡Crrrr! ¡Crrrrr!!!»), creyó llegado el momento de tomar decisiones trascendentales, no sin antes llamar a la prensa, para repetir frente a todos los micrófonos una de sus frases más memorables: «¡Estamos mal, pero vamos bien!»… Su primera acción consistió en llamar a los pesados de la Barra Brava de la Ámsterdam, para suplicarles que fueran a tomar por asalto el hasta ese momento inexpugnable búnker del Gordo Púa. —¡Tienen que ayudarme, muchachos! ¡El Gordo me tiene tomada la concentración y amenaza con venirse para la sede!.—Les dijo, con una vocecilla entrecortada por la emoción. (Al parecer, también por la ingestión inmoderada de licores con altísimo octanaje, es justo mencionarlo). Pero sus súplicas cayeron en saco roto. Los pesados le recriminaron a los gritos su abandono y le solicitaron un pago en especies para asumir la hercúlea tarea. Una docena de panes con grasa, media docena de butifarras, un kilo de yerba Sara y una damajuana con cinco litros del reconocido «tinto de la casa» de una ignota bodega de Villa Colón. «O eso, o nada de tratos», le dijeron. Frente a tan drástica actitud, Damianito lloriqueaba y moqueaba como una Magdalena sobre el flamante teléfono que le regalara ANCEL, en ocasión de firmar el patrocinio: —¡Ustedes me quieren matar! ¡Se ensañan conmigo! ¡Brujos! ¿De dónde voy a sacar la plata para comprarles todos esos lujos que me piden? ¿Eeeehhh? ¿Acaso se piensan que soy millonario? Una vez rota (o más bien rompida) aquella complicada negociación, Damianito se abocó a una nueva tormenta de cerebros (es un decir) de sus allegados: («¡Prrr! ¡Crrr! ¡Rico Damianito! ¡Rica la papita! ¡Lorito! ¡Lorito! ¡Crrrrr! ¡Lindo Damianito! ¡Prrrrr!»)… De la cual salió, ¿cuándo no?, una idea salvadora: En vista de que el Gordo Púa actuaba como un verdadero ente endemoniado, había que exorcizarlo… ¿Y quién mejor, para eso, que el afamado gladiador y guerrero de la luz, el motivador número uno de Las Acacias y Los Aromos, el rey de los pizarrones con polenta, el pluricampeonado y multidecorado Julio Ribas? (¿Continuará?… ¿Eh?)… 20:07 en la Dimensión Desconocida. ¿En qué terminará este drama digno de la mejor telenovela mejicana clase C? ¿Se rendirá el Gordo Púa y aceptará algún día que le rebajen el sueldo? ¿Tendrá efecto el exorcismo que al parecer practicará el gladiador/motivador (y pae de part time) Ribas con calaveras, ticholos, agua bendita y el humo alquitranado de un toscano? ¿Seguirá, Damianito, haciendo oídos a las tormentas de cerebros de sus más cercanos colaboradores («¡Damianito! ¡Paquito! ¡La deuda! ¡Prrrr! ¡Crrrr! ¡La papita rica, caballerito!!!»)… ¿Conseguirán —¡finalmente!— los pesados de la Barra Brava esa damajuana con «tinto de la casa» que tanto anhelan y con tal fervor le solicitaron a Damianito? 20:45 en la Dimensión Desconocida. Permanezcan atentos y en sintonía… Porque… Tal cual lo dijo en cierta ocasión el Tony Pacheco, haciendo gala de sus innegables habilidades premonitorias: «¡Lo mejor está por venir!»… (¡Y cómo!)… © Fernando Pintos para Informe Uruguay
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