Una semana movidita
	por Raúl Seoane

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            Hay varios acontecimientos que no son mirados con la severidad que la realidad aconseja, puede ser que nos estemos acostumbrando a ellos o que realmente no les demos la importancia que realmente tienen ya que pueden complicar el futuro de nuestro país.

            Son varios los temas que muchos miran de reojo, entre ellos la ocupación de empresas y tierras, las pretensiones de grupúsculos revanchistas que buscan la anulación de la Ley de Caducidad, la posible corrupción frentista en el affaire Casinos y en posibles negociados con el bolivariano “Mr. Vómito” Chávez, y por último el rebrote inflacionario.

La ocupación está de moda

            Se viven momentos difíciles en el país con la creación de un impuesto que va mucho más allá de las posibilidades de muchos empleados y empresarios.  No dudo que la situación económica de los trabajadores es, fue y será siempre ajustada en un país en el que el Estado recauda para mantener una monstruosa infraestructura.

            Lo que los progresistas no quieren ver, es que la situación de los patrones, según la jerga que emplean, también sufren los mismos problemas que ellos y muchas veces es imposible atender las justas o injustas demandas de sus empleados y allí se generan los conflictos.

            Con un PIT-CNT que está convencido que ellos son los únicos perjudicados y que siempre tienen la razón, sin pensar en conciliar diferencias y ver los perjuicios que la otra parte también tiene, es mucho más fácil incitar a los trabajadores a ocupar las empresas con la ladina consigna de defender sus puestos de trabajo.

            Sin embargo, estas ocupaciones en lugar de representar un beneficio para los trabajadores, en la mayoría de los casos obran en contra, porque los empresarios, cansados de tantos problemas, terminan cerrando la empresa y los asalariados se quedan en la calle, y con esto se pierden puestos de trabajo.

            Otra acción en contra que generan las ocupaciones, y esto lo advirtieron los dirigentes de la máxima central obrera, es que muchos empresarios cierran la empresa, despiden a sus obreros abonándoles lo que les corresponde, y posteriormente abren una nueva empresa con otro nombre y en otro lugar.

            Lo mismo está sucediendo con la ocupación de tierras, aunque esto no represente la pérdida de fuentes de trabajo, por el momento. En Tacuarembó el Movimiento 10 de Setiembre de 1815 ocupó simbólicamente la estancia La Lata, ubicada a unos 18 kilómetros al oeste de la ciudad de Tacuarembó, en tanto en  Bella Unión, unos treinta integrantes de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) también ocuparon en forma simbólica, en ese caso durante unos veinte minutos, un terreno de 700 hectáreas cercano al ingenio de la Compañía Agrícola e Industrial del Norte (CAINSA).

            No contentos con la ocupación simbólica, el dirigente cañero Luis López afirmó: “Y esto también es un comienzo. Porque esta semana vamos a seguir discutiendo los pasos para llegar a una ocupación definitiva”.

             ¿Cuál es la razón de que el gobierno no intervenga cuando se generan estas ocupaciones? ¿No comprende que estas acciones frenan las decisiones de futuras inversiones?

Volver para atrás

             A pesar del deseo del propio presidente de la Nación, minúsculos grupos revanchistas llenos de odio rechazaron la posibilidad de unir a todos los uruguayos en el Día del Nunca Más.

             Hoy vuelven a insistir con la derogación de la Ley de Caducidad, aceptada por el voto de más del 80 % de los uruguayos en un plebiscito nacional. Hay gente que no escarmienta. No razonan. No les importa la decisión de la mayoría abrumadora de los uruguayos.

             Nuestro país siempre fue un ejemplo del respeto hacia las leyes y a las decisiones del soberano, el pueblo. Sin embargo, a estas minorías que añoran los años oscuros del terrorismo y odian a quienes piensan diferente no les importa nada, salvo su infantil capricho de volver hacia atrás, hacia el terror, hacia los años nefastos, hacia lo que nadie quiere.

¿Corrupción se escribe con FA?

             El affaire de los casinos y el maletín del venezolano Antonini Ríos están en boca de todos, políticos y ciudadanos. Son potenciales casos de corrupción. ¿Existe la corrupción en las filas de un gobierno que proclamó que “podían meter la pata pero nunca la mano en la lata”? Es posible.

             La información que maneja el periodista argentino Carlos Machado en el artículo “Antonini dispuesto a declararse culpable” publicado en esta edición de Informe Uruguay indica que “Antonini, en un total de 15 viajes, transportaba dinero en forma regular hacia Argentina, Bolivia y Uruguay, todos con el supuesto objetivo de comprar e influenciar de forma corrupta a los gobiernos de los tres países.”, y cuando el río suena es porque agua trae dice un sabio dicho popular.

             En Argentina, el gobierno radical de Fernando De La Rúa está fuertemente sospechado de recibir “retornos”, sin embargo, estos no eran para engrosar las arcas personales de algún alto político, sino que era derivado al partido para solventar los gastos de las campañas electorales. De ahí salió la frase “robar para la corona”.

             Si acaso existe corrupción en el partido gobernante, ¿no será similar a la de Fernando De La Rúa? Aunque parezca obcecado, vuelvo a insistir que son muy raros los acuerdos de compra de petróleo a Venezuela, sabiendo que es de muy baja calidad y se está pagando más caro. ¿No sería interesante investigar los contratos de A.N.C.A.P.?

             Y me están quedando en el tintero las exportaciones de casas prefabricadas a Venezuela, por lo cual la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) exige que el Poder Ejecutivo levante el secreto bancario del embajador uruguayo en Venezuela, Gerónimo Cardozo, y de otros actores políticos “involucrados.

            Creo que  las relaciones carnales con el mono bananero bolivariano nos va a traer más dolores de cabeza que beneficios, pero los cráneos del gobierno, léase Gagáno, Arismendi y Cía. siguen defendiéndolas.

La inflación nuestra de cada día

            Para mantener una Nación todos debemos contribuir y el impuesto al ingreso o a las rentas es el más justo que se conoce a la fecha. El tan vapuleado IRPF aparenta ser un impuesto a las rentas con algunas modificaciones. Que sea malo o bueno no es mi intención discutirlo ahora, ya que se publicaron muchos artículos al respecto.

            Hoy hay un brote inflacionario en nuestro país y está directamente relacionado con la vigencia del IRPF, porque el gobierno no previó las posibles implicancias y reajustes de precios que este nuevo impuesto generaría.

            Es cierto que también concurrieron otros factores estacionarios y climáticos, los precios internacionales agrícolas aumentaron y por lógica consecuencia se reflejan en los precios domésticos. Otro factor que hay que tener en cuenta es el invierno atípico que nos tocó con grandes fríos e inundaciones, lo que por lógica redunda en pérdidas de cosechas e incremento en los precios de los pocos productos que llegan al mercado.

            Es cierto que la imprevisión del gobierno con el IRPF tiene su parte de culpa en la actual inflación, pero, nobleza obliga, las medidas tomadas para contener este brote considero que son acertadas.

            Los acuerdos de precios y reducción momentánea de los porcentajes de ganancias con los productores e industriales, sin aprietes ni patoteadas al estilo argentino; la exoneración de una parte del IVA a algunos productos imprescindibles en la canasta básica; la baja en las tarifas de energías como la electricidad y los combustibles, son medidas lógicas y coherentes, que indican que este gobierno, a pesar del error de imprevisión con el IRPF, intenta hacer las cosas bien. Esperemos que resulten.

            Muchas cosas pasaron esta semana. Hay mucho para rectificar. El camino está sembrado de espinas que el propio gobierno siembra, aunque algunas medidas sean acertadas.