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De la inflación y otros demonios
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por Jaime Durán Chuquimia |
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A noviembre del 2007 la inflación llego al 11%. Todo economista que se precie de serlo debe, pues, dar una explicación a este curioso fenómeno. Debe en última instancia recurrir a su arsenal teórico para descifrar el misterio del ascenso de los precios, para sobre esa base recomendar los mejores remedios. Es precisamente, en ese sentido que el último artículo de Alberto Bonadona invita a beber de las fuentes milenarias para descubrir las claves ocultas de los precios.
Ciertamente, la Administración Morales no ha mostrado las mejores luces en el manejo macroeconómico, de hecho su explicación de la inflación es bastante pedestre. Indican que el problema radica en la "crisis alimentaria" es decir, que producto de que el Imperialismo norteamericano ha decidido fomentar los biocombustibles, se ha cumplido la fatal profecía de Fidel Castro: Los agricultores prefieren producir gasolina en lugar de trigo. Lo propio ocurrió tras los efectos climáticos que redujeron la oferta de alimentos. De hecho, sostiene Gabriel Loza, 60% de la inflación se explica por los alimentos. En un genial aporte a la cuestión Bonadona indica que es raro que esto sea coherente pues es precisamente el azúcar que baja de precio, siendo que por un lado está en manos oligarcas y por otro se sabía que este iba a ser uno de los principales afectados por el tema de los biocombustibles. Por otro lado se indica que este es un problema de "cantidades" y no de "precios" sutileza que permite indicar que para domar a los mercados es necesario aumentar las primeras con el fin de provocar el descenso de los segundos.
La segunda explicación tiene que ver con la especulación y el agio, evidentemente, en río revuelto ganancia de pescadores. Compre barato y venda caro, parece ser la receta del momento. Por tanto, el Gobierno piensa que se debe reducir al mínimo la cadena, así compra carne del Beni y la vende en La Paz. Colaborado por la eficiente Intendencia, esta no parece una mala idea. Lo de malo es que cuando el negocio florece más personas buscan involucrarse y eso es algo que no se puede controlar.
Una tercera vía es la clásica. La inflación es en todo momento y lugar un fenómeno monetario. Como gusta sentenciar a Friedman. Para esta vía lo que ocurre es que hay más dinero en circulación. El narcotráfico está de fiesta. Los migrantes envían remesas. Existe una alta inversión pública. Los cheques venezolanos aumentan la popularidad de Alcaldes. En fin, dinero para todos los gustos, por tanto, se incrementa la demanda de productos y los precios crecen. La receta en este sentido es clara, reduzca la cantidad de dinero y todo saldrá bien.
Por mi parte encuentro una explicación alternativa a la inflación, que la he bautizado como la teoría de las cuerdas, en cínica copia de los físicos, la cuestión va más o menos así:
Que los precios crezcan no siempre representa un problema. De hecho, cuando estos aumentan el beneficio crece y por ende más industriales se animan a invertir, las nuevas inversiones generan mayor empleo y por ende mejores condiciones de vida. En fin la economía crece. Por tanto, vaya el primer punto: No todo ascenso de precios es negativo.
La inflación es negativa cuando los costos crecen a la par del precio final, en ese sentido el beneficio se mantiene, y como no siempre los ajustes son paralelos puede ocurrir que los costos suban más que el precio del producto final, en tal sentido el beneficio disminuye. De hecho, todo se articula como si estuviese ligado por cuerdas, cuando la inflación se desata un precio jala a otro y así sucesivamente, pero hay uno en especial que funciona como nudo de todo este entramado: El salario. El mismo es importante, porque conecta a los costos con la demanda, por eso, cuando se sube el salario inmediatamente la inflación se autoalimenta porque por un lado incrementa el costo, reduciendo el beneficio, y por otro aumenta la demanda de productos. En realidad en la teoría de las cuerdas que propongo al ser este el nudo va jalando al resto de precios a un nuevo nivel de precios.
Bien, hasta ahí sabemos cómo se transmite la inflación, pero ¿Cómo actúa el dinero en este modelo? Vamos por el lado de la demanda, que aparte de ser muy práctico por cuanto representa el caso boliviano, también es útil porque permite cuestionar a los monetaristas. Cuando existe una mayor cantidad de dinero, vía bonos al estilo "Juancito Pinto", remesas, o el malévolo dinero del narcotráfico. Tiene dos vías, una es impulsar la demanda manteniendo intacta la estructura productiva y por ende jalando los precios claves, o nudos en nuestra teoría, hacia un nuevo nivel de precios o la otra es canalizarse hacia la inversión e incremento de la capacidad productiva. De hecho, esto es equivalente a crear un mayor entramado en las cuerdas que propongo, cuanto más largo es el entramado más difícil es que un precio pueda afectar al conjunto de la economía. Sin embargo, debe aclararse que este fenómeno es aleatorio e impredecible y de hecho siempre hay algo de inflación que acompaña al crecimiento. No obstante, bajo este camino lo que hace la mayor cantidad de dinero es aumentar la oferta, por esa razón las presiones de demanda se compensan con los incrementos de oferta. De hecho, acá es donde muestra todo su potencial la teoría de las cuerdas. Imagínese una cuerda donde a un lado está la oferta y al otro la demanda, cuando haya mayor circulación se tenderá a que suban los precios, pero el incremento de la oferta lo hará en sentido contrario y es así como se moverán los precios.
¿Pruebas empíricas? Mi ejemplo favorito es la China comunista. Gracias a la subvaluación del yuan, hace tiempo que gozan de un superávit comercial importante. Esto es mucho dinero en su economía y no estamos hablando de peanuts. Son miles de millones de dólares que podrían sobrecalentar su economía. Pero no lo hacen y de hecho los mismos se transforman en crecimiento, finalizarán la gestión 2007 con una tase de crecimiento del 12% y una inflación menor al 6%. Por donde se vea, tuvieron la capacidad de transformar el mayor flujo de dinero en más industria. Ciertamente, se podría objetar que compran títulos valores del Tesoro norteamericano con los excedentes, sin embargo, se verá que no todo el flujo de dinero es neutralizado de esa manera y en resumidas cuentas plantear eso sería un contrasentido teórico, del cual se puede escribir en otra ocasión.
¿Y cuál sería mi recomendación? Lo primero no asustarse. El dinero no necesariamente es perjudicial, dentro de ciertos límites. Lo segundo, es que la línea de trabajo debería ser canalizar el alto flujo de dinero hacia actividades productivas. Esto no es nada del otro mundo y de hecho la economía genera presiones para que sea así, se puede gobernar las tasas de interés de tal manera que incluso lleguen a ser negativas en términos reales, esto es que en el fondo se les pague por prestarse para invertir, esto pondría más dinero en circulación en la economía, sin duda, pero sería con fines productivos e incrementaría la oferta. Por otro lado EMAPA puede hacer muchas más cosas que hacer de transportista y revendedor, puede impulsar todas las cadenas productivas que están enlistadas en el voluminoso Plan Nacional de Desarrollo. Podríamos también desempolvar a nuestra añeja bolsa de valores que de seguro tiene desarrollados fabulosos mecanismos para impulsar a las pequeñas y medianas empresas.
En esta línea deberíamos olvidarnos de seguir revaluando al Boliviano o devaluando al dólar, porque eso no hace más que poner dinero en circulación destinado al consumo, lo cual va en línea contraria a lo que estamos planteando, asimismo, castiga a los exportadores que mucho pulmón ganaron los mercados extranjeros que ahora pierden por un tipo de cambio real sobrevaluado. Asimismo, comenzar a devaluar el Boliviano retiraría circulante de la esfera del consumo y lo acumularía en el gran bolsón destinado a la inversión. Se puede objetar que estas son medidas de mediano plazo, y que lo que el pueblo necesita es que se baje la inflación ya, por mi parte fumando espero a ver ese milagro, creo más bien que tendremos inflación mayor a dos dígitos para rato. Mientras eso ocurre es mejor pensar en la oferta.
Claro que existe otra opción y es provocar una recesión, única manera de bajar los precios a la mala, pero estos caminos suelen llevar a los Gobiernos a celebres caídas. Por mi parte pienso que este camino puede evitarse.
(*) El autor es economista. |
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