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La Prohibición del DDT,
¿un sórdido asunto de dólares?
por Pierre Lutgen (Perfil)
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Es suficiente pronunciar la palabra DDT para que un espasmo de temor se apodere de la gente. El DDT se ha convertido en la palabra clave de todo lo que se ha convertido en tabú en el uso de los pesticidas.
Y, sin embargo!
La prohibición del producto por la EPA de los EEUU en 1972 sorprendió a todo el mundo, a pesar de que los estudios epidemiológicos de la época no mostraron ningún efecto negativo sobre la salud humana, y los efectos sobre las aves y el espesor de las cáscaras de sus huevos se demostraron desde entonces sin fundamentos.
Y los numerosos estudios médicos hechos desde 1972 no pudieron detectar ningún problema cancerígeno, genético, hepático, o de cualquier otro tipo ligado al DDT. Ninguno!
Nos podemos preguntar entonces cuáles fueron los motivos de la prohibición. La razón es bien simple: el DDT se había transformado en un producto con el cual no se podía seguir haciendo grandes cantidades de dinero. Fue reemplazado por un producto similar, todavía protegido por las patentes: el Dicofol. Es exactamente la misma molécula que el DDT, conteniendo mucho cloro, pero donde un átomo de hidrógeno (H) fue reemplazado por un grupo hidroxilo (OH). El DDT sirve de materia prima para la producción del Dicofol. La ficha técnica de los dos pesticidas es casi idéntica. Pero el precio de venta del dicofol es diez veces superior al del DDT. Demasiado caro para los africanos.
Resulta extraño que el Dicofol no se encuentre en la lista de los POP (Productos orgánicos Persistentes) de la convención de Estocolmo y que sea usado de forma masiva solo o en mezcla con otros pesticidas, en Europa y los Estados Unidos tanto en jardinería como en horticultura, en las manzanas y las peras, los tomates y las fresas, el lúpulo y el algodón, las flores y las habas. Pero Europa prohibió la importación de naranjas o habas de Kenya porque podrían contener trazas de DDT.
El DDT había permitido erradicar la malaria de los Estados Unidos y Europa después de la Segunda Guerra Mundial. No tuvimos desde entonces más necesidad de él. Pero haberlo prohibido en los países pobres es un crimen. Todos los días mueren 17.000 personas, especialmente niños, a causa de la malaria y otras enfermedades tropicales en los países del sur. Después de su prohibición en 1972, por lo menos han muerto inútilmente unos 50 millones de africanos. El genocidio más grande de la historia.
Si es verdad que el DDT fue reemplazado por el Dicofol por espíritu de lucro, todos somos responsables. Verdes, rojos, azules o negros, científicos, periodistas, funcionarios y políticos.
Como dijo Alvaro Mutis: “Astucias luteranas de comerciantes inclementes”
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