Más solo que el uno por Silvia Martínez

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          A principios de diciembre pasado se aproximó a nuestro puerto de Montevideo un buque británico, el HMS NOTTINGHAM, trayendo a bordo al segundo comandante de la Armada Real del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.  Este señor venía a participar de los actos de conmemoración de los primeros cien años de la fundación de la Escuela Naval de Uruguay.  Pero el caballero naval inglés no venía solo por eso.  El viaje a los mares del sur sería aprovechado para visitar algunos de los llamados “territorios británicos de ultramar”, entre los que se encontraban Ascensión, Santa Helena, Malvinas y Georgias del Sur.

          Esto causó malestar en la República Argentina, cuyas autoridades de gobierno acudieron a las nuestras pidiendo que no se le vendiera combustible al buque, para que no pudiera llegar hasta Malvinas.  Nuestra Cancillería, fiel ejecutora de los deseos de los Kirchner (quienes nada hacen para impedir que los patoteros de Gualeguaychú arruinen una nueva temporada turística al Uruguay) se apresuró a hacer los mandados ordenados desde Buenos Aires. 

          Como resultado, la visita oficial del NOTTINGHAM al Uruguay no se realizó, aunque igualmente siguió con el resto su viaje comprando el combustible en otro lado.  Tampoco contamos el homenaje de una autoridad marítima extranjera a nuestra Escuela Naval. Y sin recibir nada positivo a cambio, ganamos un enemigo nuevo y perdimos un cliente histórico.

          Mucha gente desconoce cuánto significa Malvinas en nuestro comercio exterior, y menos cuanto significa Uruguay para Malvinas.  Históricamente, y ante la hostilidad argentina, Montevideo fue el primer nexo de los malvinenses con el mundo.  A este puerto venía mensualmente un buque que se iba con las bodegas repletas de víveres frescos para Port Stanley (frutas, verduras, lácteos, algunas carnes), textiles y manufacturas.  Por aquí pasaba la lana malvinense, el principal rubro exportado de las islas en su camino a Gran Bretaña.  Desde más de un par de décadas atrás, Malvinas compra en Uruguay los combustibles líquidos refinados que consume (nafta, gasoil, kerosén; porque el gas lo compra en Chile).  Hace mucho tiempo que el Hospital Británico es el principal escalón de la atención médica de los malvinenses.

          Ahora la ecuación está cambiando.  El gobierno británico de Malvinas no está dispuesto a depender de un país voluble y débil ante las presiones exteriores, y está reorientando las miras de sus importaciones.  En principio, Chile pasó de ser su principal fuente de combustibles líquidos, mientras se ajustan detalles para establecer con Brasil los vínculos comerciales que antes se tenían con Uruguay.  Como nos sobran mercados para nuestras exportaciones, nos damos el lujo de despreciar un cliente tradicional y de muchos años.

          Pero hay otro elemento a considerar, y es la relación entre los pueblos.  He visitado Malvinas, y personalmente puedo dar fe del cariño que los malvinenses sienten por nuestro país, en particular por Montevideo.  Cultivé amistades en Darwin, San Carlos y Stanley, y sentí esa expresión afectuosa en cada oportunidad en que mencionaba mi origen de uruguaya.  La carta de los dos mejores restoranes de Stanley menciona a título expreso que las verduras y las frutas son de Uruguay. 

          Un matrimonio amigo pensaba viajar a nuestra capital  este febrero.  Ellos ya habían estado aquí y querían hacerles conocer a sus dos hijas de 13 y 16 años el Desfile de Llamadas, el Mercado del Puerto, Colonia y Punta del Este.  Los dos adultos vivieron la guerra de 1982, y por cierto que sus sentimientos hacia Argentina no son positivos, pero no los culpo por ello, son consecuencia de un período de violencia que debieron soportar.  En cambio eran amigos de Uruguay.  Y digo “eran”, porque a raíz de lo ocurrido con el NOTTINGHAM han cambiado de opinión, y también de destino turístico.  Hoy está paseando en Chile.

          Y entretanto el mundo sigue dando vueltas sobre su eje.  Uruguay perdió un cliente y un amigo.  Chile y Brasil ganaron un cliente nuevo.  Claro está que a Argentina “… no le da la nafta…” para presionarlos, como lo hizo con Uruguay.  Y que recibimos a cambio: “NADA”.  Los puentes siguen bloqueados, la Presidente de Argentina destrata públicamente a nuestro Presidente  en un foro en el cual no tenía derecho de réplica.  Y nosotros seguimos festejando, dejando pasar un feriado de carnaval inocuo mientras esperamos que llegue y pase la Semana de Turismo para recién entonces comenzar el año.

          En un simposio organizado por el Instituto Manuel Oribe, el ex Ministro de Economía Ignacio de Posadas dijo que el Uruguay estaba aislado. ¡Concepto muy cierto!  Argentina y Brasil nos ningunean y Paraguay nos ignora, mientras el Canciller Reynaldo Gargano proclama a los cuatro viento “…Más y mejor Mercosur…”.  Venezuela nos marca el ritmo de nuestro comercio y política exterior.  Chile, después de llevarse a tres Coroneles uruguayos para juzgarlos por algo que ocurrió en Uruguay y que nuestra justicia había laudado, también nos metió en el saco del olvido.  Despreciamos la oferta de EEUU de un Tratado de Libre Comercio.  Ahora también incordiamos nuestra relación con Gran Bretaña.  ¿Con quién nos falta enemistarnos?

          Tiene sobrada razón Ignacio de Posadas cuando dijo que estamos aislados.  ¡Estamos más solos que el uno!  O quizá sea como dice el tango: “… ¡Más solo que en un suicidio! …”.  Porque en esa dirección vamos.