El Uruguay del futuro
por Dr. Jorge T. Bartesaghi		Email

            La preocupación por el futuro ha sido una constante de los hombres a lo largo de los tiempos.

            Pero cuando esta preocupación excede lo singular e ingresa en el colectivo de pueblos y gobiernos se hace imprescindible un análisis en profundidad que defina objetivos y, consecuentemente, las acciones a tomar de inmediato, hoy, que determinarán la viabilidad de las esperanzas del mañana.

            Los increíbles avances científicos y tecnológicos de los últimos tiempos, sobre todo en las áreas del conocimiento y su comunicación, han impreso tal velocidad a los procesos de desarrollo que ya no es posible manejarnos en los tiempos convencionales que usamos durante prácticamente todo el siglo XX.

            La urgencia en resolver que futuro queremos, y que debemos hacer para lograrlo, es de tal magnitud que no admite esperas.-No se trata ya de “salir o no salir en la foto” sino de quedarnos en el mundo o bajarnos de él.

            Tampoco de trata de incurrir en el simplismo de asimilarnos a otras sociedades, o ser absorbidos por formas de vida, estilos o valoraciones sociales que no son las nuestras. Nada de eso. –Se trata de intentar un gran acuerdo social, de ancha base, que determine objetivos claros en el corto, mediano y largo plazo, de forma de permitir prepararnos para captar aquellos procesos de desarrollo que logran otros países, que determinen mejor empleo, crecimiento sustentable y una revalorización del trabajo, únicas formas de obtener un futuro diferente para nuestra gente.

            Se trata de luchar por compartir el conocimiento que día a día, minuto a minuto, el mundo incorpora a su acerbo.

            Solo, así se angostará la brecha que existe entre las naciones, y solo así se angostará también la brecha, mas preocupante aún, existente entre nuestra propia sociedad.

            El mundo del futuro ya no será el de los bienes y productos, y ni siquiera el de los procesos de industrialización.- Será, simplemente y fuera de toda discusión, el mundo del conocimiento.

            Para aceptar e imponer estos criterios como políticas de estado es imprescindible una acción frontal, definida y lúcida del gobierno. Pero el gobierno no tiene claro estos temas. Admite sí un mundo globalizado y expresa la necesidad de inserción del país, pero no dice como hacerlo, ni tampoco adopta las medidas que faciliten ese proceso.

            Reconoce la necesidad de la inversión nacional y extranjera como medio imprescindible para incorporar procesos de desarrollo pero no se atreve a sentar las bases reales que habiliten la misma.

            Es que la “colcha de retazos” lograda con pedazos de muy diferente calidad, estructura, gustos y colores no puede exhibir la identidad ideológica imprescindible para liderar políticas de estado.

            El gobierno solo logra acuerdos internos para utilizar frases rimbombantes, sin contenido, vacuas.-Sólo “slogans” como “país productivo”, “madre de todas las reformas”, “más y mejor Mercosur” ,etc.etc., frases que admiten las mas variadas interpretaciones, que nada dicen, no tienen esencia ni valor ontológico alguno.

            Es que el gobierno no tiene un modelo de país. Cuando la izquierda –enfrentada a la realidad de tener que gobernar- debió abandonar la brújula del socialismo (sólo útil para el discurso electoral) se quedó sin modelo de reemplazo.

            No puede lograr los consensos imprescindibles entre grupos que ideológicamente se encuentran en las antípodas del pensamiento. En suma, aunque sepa donde debemos dirigirnos, le es imposible arbitrar las acciones tendientes a asegurar un mejor futuro para todos.

            Cuando estas líneas escribo me llega la noticia de que el Presidente, finalmente, hizo público su voluntad y compromiso de n o aceptar ninguna postura reeleccionista.-Seguramente ahora, despojado de la necesidad de articular equilibrios internos, se encuentre en condiciones inmejorables para definir acciones que nos pongan en sintonía con un futuro promisorio.

            Señor Presidente, tiene Ud. una oportunidad histórica, utilícela, y recuerde que el mundo no nos espera.