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Año III - Nº 139 - Uruguay, 15 de julio del 2005

 
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Los mortales efectos de la influenza: ¿La nueva Pandemia?
por Danny Luque

Hace mucho tiempo los Científicos han pronosticado la aparición de un virus de influenza capaz de infectar al 40 por ciento de la población mundial y matar a un número inimaginable. Recientemente, hemos comprobado que la influenza de las aves (avian flu), tiene todos los rasgos para convertirse en esa enfermedad letal. Hasta ahora, ha sido limitado a ciertas clases de aves, pero eso puede cambiar.

El estrago que esa enfermedad puede causar es solamente comparable con la devastadora influenza Española de los años 1918-19, que mató a 50 millones de personas en 18 meses. Pero la influenza de las aves es aún más peligrosa. Elimina el 100 por ciento de los pollos domésticos que contagia, y entre los humanos la enfermedad es también letal: hasta el 1 de Mayo, se sabe que 109 personas han contraído el virus de las cuales el 54 por ciento ha fallecido por su causa.

Desde que apareció en el sur de China en 1997, el virus se ha mutado, fortalecido, es más letal, y está matando a una amplia cantidad de especies.

Los Científicos no pueden prever con certeza que camino tomará éste nuevo virus. La evolución del virus no tiene un itinerario preestablecido, y la influenza H5N1 es uno de los más impredecibles y proclive a mutarse, por lo que se torna dificultoso e incierto lidiar con este virus.

De acuerdo al Centro de Prevención y Control de Enfermedades, en una época normal de influenza 200.000 Estadounidenses son hospitalizados, de los cuáles 38.000 mueren por su causa. La mayoría de estas muertes le ocurren a personas mayores de 65; en general 98 de cada 100.000 personas de la tercera edad que tienen influenza mueren. La influenza le cuesta a la economía Estadounidense cerca de 12 billones anuales en costos médicos directos y pérdida de productividad.

Claro, esto no es nada comparado con la catástrofe que sería si los Estados Unidos se vieran afectados por una severa pandemia de influenza. El Centro de prevención y Control de Enfermedades predice que un "nivel medio de epidemia de influenza" podría aniquilar hasta 207.000 estadounidenses, hospitalizar a 734.000, y enfermar a UN TERCIO de la población del país. El costo médico directo podría llegar a los 166 billones, sin incluir el costo de las vacunas. Una influenza de la aves (avian flu) que se trasmita entre los seres humanos podría ser aún más devastadora: asumiendo una mortalidad del 20 por ciento y 80 millones de contagiados, los Estados Unidos estarían contando unas 16 millones de muertes e innumerables y cuantiosas pérdidas económicas. Esto ocurriría en el peor de los casos sino se obtuviera una vacuna efectiva en un tiempo relativamente corto.

El mundo entero experimentaría similares niveles de muertes, y ésas áreas contaminadas con el HIV y otras enfermedades serían testigos de un efecto aún más devastador. En respuesta a éste fenómeno algunos países podrían imponer ineficaces cuarentenas ó sellar las fronteras y cerrar los aeropuertos, por varios meses. Tales medidas perjudicarían las ventas, viajes y la productividad. Los mercados bursátiles podrían caer precipitadamente. Además de los perjuicios económicos, ésta enfermedad afectaría directamente la seguridad global, reduciendo el potencial de las tropas y la capacidad de la fuerzas armada, las fuerzas de paz de la ONU y a la policía mundialmente.

En un mundo en donde la mayoría de la riqueza está concentrada en menos de una docena de naciones que representan una minoría de la población mundial, la capacidad de respuesta a una amenaza global es totalmente desproporcionada. La mayoría de los gobiernos del mundo no cuentan con los recursos económicos ni con la infraestructura necesaria para costear la aparición de un superfluo. La comunidad internacional estaría mirando hacia los Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa por soluciones, vacunas, curas, efectivo y por sobretodas las cosas...... esperanza.

Aproximadamente la mitad de las muertes en los Estados Unidos de 1918 estuvieron relacionadas al virus de la influenza. Cerca de 675.000 personas perecieron (el 6 por ciento de la población) por esa enfermedad.

La influenza Española hereda su nombre de un tempranero y penetrante brote del mortal virus en España, aunque no se originó en ése país. Su verdadero origen es incierto. Lo que durante la primera guerra mundial se consideraba una molesta dolencia por las fuerzas militares estadounidenses, se convirtió en poco tiempo en un virus letal, matando a 43.000 militares en poco más de 3 meses. Se estima que aproximadamente 50 millones de personas perecieron a causa del la influenza Española.

En aquellos tiempos existía un desmesurado optimismo en que la ciencia moderna tenía las respuestas y los caminos a una salud perfecta, por lo que la llegada de la influenza desbarató todas esas esperanzas; aún hoy los científicos no llegan a descifrar los enigmas que acarrean ciertos virus, especialmente la influenza.

Las precauciones de higiene y cuarentena que habían probado ser tan efectivas en la lucha contra las enfermedades bacteriales en los Estados Unidos, resultaron inútiles (hasta dañinas) con la llegada de la influenza Española. Mientras la epidemia se extendía, doctores y científicos aseguraban que la causa del virus iba desde el polen de las plantas hasta el polvo de libros viejos. No fue hasta 1933 que un equipo de investigación Británico finalmente aisló e identificó al virus de la influenza.

El 24 de Marzo de 1976, el ex-presidente Ford apareció en la televisión nacional."Ha acabado de concluir una reunión sobre un asunto de vasta importancia para todos los estadounidenses" anunciaba Ford."He sido aconsejado de que existe una real posibilidad de que una gran epidemia azote al país en el otoño e invierno venideros a menos que tomemos medidas efectivas e inmediatas" "....es por eso que urgió al Congreso a que destine 135 millones de dólares, antes del receso de Abril, para la producción de suficiente vacunas para poder inocular a toda la población".

La escasez de vacunas, aunque es un serio problema, es actualmente de poca relevancia para la mayoría del mundo. Aunque las compañías farmacéuticas lograran producir suficientes vacunas a tiempo para salvar algunas "vidas privilegiadas" en Europa, norte América, Japón y algunas pocas más naciones pudientes, más de 6 billones de personas en países en vías de desarrollo no serían vacunadas. Las reservas de Tamiflu y otras drogas no harían nada para ésos 6 billones, de los cuales 30 por ciento resultarían infectados en una pandemia.

En el caso de una mortal pandemia de influenza, es poco probable que las naciones más ricas puedan satisfacer la demanda de sus propios ciudadanos, mucho menos de los otros países. Los proyectos de compra y distribución de vacunas domésticas asumen que solamente los niños pequeños, los ancianos y los más vulnerables son los que corren alto riesgo de muerte por el virus.

En el mundo entero se producen alrededor de 300 millones de vacunas contra la influenza, por lo que la gran mayoría de la población estaría desprotegida en caso de una pandemia.

En el supuesto caso de un brote de tal magnitud el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, con las lecciones de la primera guerra mundial en mente, sin lugar a dudas insistiría en que las tropas estacionadas en Afganistán e Iraq tengan rápido acceso a las vacunas y drogas contra la influenza. Aproximadamente 170.000 tropas estadounidenses se encuentran estacionadas en Iraq y Afganistán, mientras 200.000 más están permanentemente en bases militares alrededor del mundo. Todos ellos estarían potencialmente en peligro: por ejemplo, el pasado Marzo, Corea del Norte reveló que estaba sufriendo un brote a gran escala del virus H7NI,todo esto ocurrió a pocas millas de las 41.000 tropas estacionadas en Corea. Es imposible predecir cuanto podría influir una pandemia de influenza en las operaciones militares de los Estados Unidos en Afganistán, Iraq, Colombia ú otros lugares.

En Abril del 2005, el presidente G. Bush emitió una orden ejecutiva autorizando el uso de cuarentenas dentro de los Estados Unidos y permitir el aislamiento de visitantes internacionales sospechosos de portar el virus de la influenza. Si un país llegara a implementar éstas medidas, otros lo seguirían, creando un cese de viajeros a nivel internacional. Recordemos que cuando la aparición del SARS, que era menos peligroso que una pandemia de influenza, virtualmente paró los viajes hacia el continente Asiático por 3 meses.

A pesar de que los Científicos no le pueden decir a los líderes políticos cuando ocurrirá una pandemia de influenza, los investigadores pueden asesorar a los creadores de leyes con información y análisis muchos más ricos y precisos que los obtenidos por el ex-presidente Ford en 1976.

Es imprescindible que los responsables de la política exterior, de la seguridad nacional y líderes mundiales en general tomen conciencia de éste fenómeno que de no ser tomado en cuenta a la brevedad pudiera tener resultados más catastróficos que los obtenidos en 1918 por la influenza Española.