Derechos Humanos para todos
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Algunos acontecimientos registrados en los últimos meses relacionados con hechos de violencia y que tuvieran su relevancia en la prensa nacional han pasado al olvido aunque algunas muertes continúan en el más absoluto misterio.
Nadie puede negar que la población esté asistiendo a una escalada de violencia contra la vida, contra el patrimonio público y privado y también contra algunas instituciones.
Existe un vandalismo generalizado que coloca nuestra sociedad en una lamentable condición de rehén de las organizaciones criminales.
Sin embargo cuando el trabajo policial y de la justicia logra ponerles el guante surgen como por arte de magia los Derechos Humanos protegiendo en muchas oportunidades a los delincuentes.
Pero si estos asesinatos sucedieran en el entorno familiar de quienes reclaman por los Derechos de los criminales que actúan sin consideración con personas inocentes, otros serían los argumentos esgrimidos.
Que pensarían si asisten a la muerte irracional y fríamente calculada en una ruleta rusa que va quitando la vida por el solo hecho de tener algo que puede transformarse en droga o alcohol.
Frente a esta realidad confirmada por las propias autoridades con números asustadores, pensamos que todo está perdido y que será muy difícil encaminar nuestra sociedad para que nuestros hijos, familiares, amigos y conocidos puedan disfrutar plenamente de la felicidad sin necesidad de tener que encerrarse mientras los verdaderos criminales andan sueltos.
Basta sintonizar los informativos para encontrarnos diariamente con una violencia inusitada que nos hace pensar que no estamos haciendo nada para detenerla. Es posible que nadie quiera intervenir por cobardía o por comodidad dejando que las autoridades resuelvan el problema.
No sabemos o no queremos saber el número de asesinatos que se registran diariamente en el país ni los muertos en accidentes provocados, ni los mutilados o incapacitados que van quedando como resultado de tanta violencia.
No basta iluminar calles y baldíos para evitar actos de violencia puesto que los mismos se vienen registrando a la luz del día en la zona céntrica de la ciudad. Poco importa si estamos más seguros que otras ciudades y que los índices estén indicando algún punto menor en las estadísticas.
El tema no pasa por los números, es mucho más profundo y lo único que importa es demostrarle a la población que hay un estado que defiende sus derechos a la seguridad.
Si bien la última palabra la tienen las autoridades policiales y judiciales es evidente que los políticos deben asumir su compromiso ante la ciudadanía proponiendo las reformas que se reclaman en nombre de unos Derechos Humanos más justos y que lleguen a toda la población.
Debemos luchar junto a las autoridades para terminar con ese sentimiento de impunidad que campea por el país y al cual no somos ajenos en esta frontera. Por supuesto que la lucha esencial la deberá sostener la policía y las autoridades judiciales, pero será necesario crear condiciones con una sociedad más justa, con empleo, salud y vivienda atendiendo las raíces sociales de la problemática y mejorando las condiciones económicas de la gente.
Que no se tome esto como un atenuante, pero puede ser un eslabón más en la cadena de violencia que campea hoy por todo el país.
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