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¿Un tsunami inesperado en el Mercosur? por Raúl Seoane |
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Nadie habla, nadie quiere referirse a él, pero si no hay un golpe de timón efectivo, y dudo que lo haya conociendo a los actores, un gran tsunami puede arrasar con la economía del Cono Sur.
Desde hace tiempo que lo vengo pronosticando, pero internamente deseo que no suceda. Dos diferentes artículos, cuyos autores no están relacionados, volvieron a prender esa luz roja de la desconfianza. Tenemos que estar atentos para no caer dentro de la vorágine que este tsunami pueda generar.
El primero de los artículos está escrito por uno de los principales economistas y analista económico de la Argentina, Roberto Cachanosky, quién asegura que por más que intenten demostrar lo contrario, la economía (argentina) no está bajo control y el estallido está a la vuelta de la esquina. Los focos de incendio que surgen cada semana no hacen más que recordar que la bomba puede estallar en cualquier momento.
Luego hace una serie de análisis de la situación económica argentina, y estos son los párrafos más importantes que hemos extractado:
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Sin plan de largo plazo y basando toda su estrategia en un dólar alto financiado con expansión monetaria, los focos de incendio que se producen hacen que el presidente Néstor Kirchner tenga que estar permanentemente con el casco puesto y el matafuegos en la mano.
- La aceleración de la inflación lo llevó a tratar de frenar la suba del índice de precios con controles y “acuerdos”. En su momento, con la suba de la hacienda, trató de apagar el fuego prohibiendo la exportación de carne, lo cual le generó otro foco de incendio que fue la certeza de que invertir en la Argentina es sumamente peligroso dadas las reglas que imperan.
- Cuando el Gobierno no había terminado de apagar el fuego de la carne, tuvo que ver qué hacía con el precio del trigo. Cuando “frenó” el problema del precio del trigo, le saltó otro foco de incendio en los alquileres. En este caso, quiso apagar las llamas tirando nafta súper y casi genera una catástrofe de proporciones.
- Mientras el Gobierno continúa intentando apagar el fuego de los alquileres, acaba de surgir otro foco de incendio con el tema energético, dado que ya todos empiezan a advertir que, si en el verano hace mucho calor, tendrán que producirse cortes de energía al más puro estilo Alfonsín al final de su mandato. ¿Quién puede invertir en un país en el cual no sabe si al enchufar la máquina va a tener energía para hacerla funcionar?
La Argentina del Gallotero es un país que está marchando “a los ponchazos”, y la acertada definición de Cachanosky de un gobierno bombero es una gran realidad. No existe ningún proyecto económico en manos del gobierno actual. Saca la manguera para apagar el foco ígneo que le golpea en la cara, pero no lo apaga totalmente sino que simplemente lo atenúa, y no busca soluciones de fondo para que el fuego no se reinicie.
El análisis de Chachanosky está totalmente interrelacionado con otro artículo, escrito por Francisco Olivera de la redacción del diario La Nación, quien nos demuestra que el problema energético puede ser el talón de Aquiles que inicie el terremoto argentino que termine en un tsunami que arrase la región.
Olivera asegura que la Argentina no sólo se dirige hacia el colapso por falta de generación: (energética) el cuello de botella está en la distribución. Aunque muchos creyeron que luego de las elecciones del año pasado se haría un sinceramiento de las tarifas, la realidad indica que si hay mejoría será recién luego de las elecciones del año que viene. Pero muchos expertos aseguran que no se llegará.
Hago una extracción de los principales párrafos en los que Olivera analiza sus observaciones:
- Los mayores interrogantes se relacionan a cómo y cuándo se reconocerán las inversiones y los mayores costos de producción. Otra de las críticas es que se convierte en una limitación del crecimiento y la posterior avalancha de pedidos encubiertos de subsidios.
- Los más suspicaces aseguran que la energía subirá más los costos industriales.
- Una de las ciudades que ya sufre serios problemas es La Plata. Pese a que Edelap es la única empresa de distribución eléctrica que puede cobrar el incremento tarifario concedido hace meses por el Gobierno Nacional que le impide aplicarlo a Edesur y Edenor, ya es dramático el apagón diario en La Plata.
- Con una mano en el volante de su auto y otra en su teléfono celular, el dirigente industrial soltó ayer, mientras conversaba con LA NACION, un razonamiento que, dada la ríspida relación que une a los empresarios con la Casa Rosada, probablemente nunca expondrá en voz alta. "La cuestión es: si hay cortes de luz, ¿qué prefiere el Gobierno: la producción o los votos? Además, lo más probable es que la industria traslade los nuevos costos a los precios", dijo.
- En los despachos oficiales no hay ningún remordimiento por el camino energético recorrido hasta hoy. "Si hay alguien que se ha beneficiado en los últimos dos años fue la industria -dijo un funcionario-. El Presidente tomó una medida genial: no afectarlos con subas, y eso les permitió un crecimiento explosivo."
- Los industriales no coinciden. Dicen, por ejemplo, que la factura de electricidad ya subió para ellos 120% desde 2001. "Parece un poco injusto -se quejaron desde la sede de la UIA-. Se nos pide que invirtamos, que tomemos personal, que nos expandamos. Ah..., ¡pero conseguí tu propia energía!"
Las empresas necesitadas de energía, dice Olivera, van a salir al mercado a conseguirla y van a ofertar hasta cuatro veces su valor actual.
El gobierno argentino metió en un foso la inflación contenida, por medio de “acuerdos” o “apretadas” a los industriales, puso un tapón encima y se sentó sobre él. Es lógico y natural que la presión en algún momento se libere, y probablemente salga otra vez el bombero con su manguera y su matafuego a tratar de apagar el incendio. La pregunta es ¿Hasta cuando?
En algún momento, hoy, mañana, pasado, dentro de un mes, dos cuatro o más, la presión ejercida por los precios contenidos y los mayores costos, va a explotar. La falta de inversiones en energía también, y allí la Argentina va a entrar en un caos que culminará con una nueva devaluación que no se podrá contener y que es muy probable que tenga los mismos efectos para nuestro país, o peores, que la de principios de siglo.
¿Nos agarrará ese tsunami igual que en el 2000? Si bien la fortaleza de la economía uruguaya indicaría que, salvo el cimbronazo lógico y natural, no tendríamos ningún inconveniente, pero es preciso que comencemos a tomar las previsiones necesarias para que no nos voltee.
- Tenemos que desarrollar un abastecimiento energético propio, sin depender de lo que puedan vendernos los argentinos o los brasileros. Y en esto nos encontramos con la dura pared que nos levantan las empresas estatales: U.T.E., Antel, Ancap. Queremos desarrollar biodiesel, pero ANCAP pone palos en la rueda del desarrollo. Pregúntenle a CUTCSA que viene experimentando con sus ómnibus los problemas que le ocasiona Ancap.
- El proyecto de regulación de la Ley de Biodiesel hace seis meses que salió del Ministerio de Industria hacia la legislatura para su tratamiento y aprobación, pero, aparentemente, el cadete que lo lleva en sus manos se quedó a mitad de camino tomando un café y charlando con sus amigos del barrio, porque todavía no llegó. Hace seis meses.
- El Ente que regula la electricidad ¿ha buscado generarla por medios alternativos?, salvo un parque eólico que dicen que levantará una empresa privada en Rocha, no conozco ninguno. Pero las piedras en el camino de quién quiera generarla, es seguro de que empiezan a aparecer.
- La firma de un TLC con EE.UU., con India y con China, que nos permitiría respirar para que el tsunami no nos alcance, genera más revuelo y levanta más polvareda que zapateado en rancho de tierra, y en las propias filas del oficialismo.
- La obcecada decisión de muchos “compañeros” del gobierno de defender al Mercosur a capa y espada, Mercosur que nos trae más problemas que beneficios, nos va a hacer caer en el centro del tsunami.
Ya nos ha sucedido. La inconsulta devaluación brasilera de fines de los '90 nos dejó zapateando en el aire. La sangrienta devaluación de Duhalde a principios de este siglo, nos obligó a devaluar nuestra propia moneda y nos generó una corrida bancaria que, si no hubiera sido por la ayuda incondicional de los Estados Unidos que nos envió 1.500 millones de dólares para hacerle frente, los ahorristas todavía estarían corriéndola.
Creo que es hora de pensarlo. Es hora de pensar en un país en serio, independiente, con autoabastecimiento de energía y alejado de los cataclismos que todos los días nos llegan, como peludo de regalo, desde Argentina y Brasil.
Pensemos. Analicemos las hipótesis de catástrofe antes de que ellas nos lleguen. No sigamos siendo "un enano llorón" como nos califican los brasileros. Seamos un país en serio.
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