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De la democracia popular al fascismo
por Eudoro Galindo Anze
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En septiembre de 1919 Benito Mussolini fundó en Milán los Fascios de combate, en un momento de graves problemas económicos y sociales que con caracteres anárquicos sacudían la península italiana. Los Fascios eran grupos de choque organizados para defender a Mussolini y su organización partidaria. De ahí viene la palabra Fascismo.
Aprobada en Italia la polémica ley electoral de 1923, la campaña fascista condujo a Mussolini al poder con un 64,9% de los votos en un proceso marcado por una estridente retórica orientada a desacreditar a sus adversarios y a la ejecución de violentos actos de intimidación contra los rivales que no habían logrado destruir con sus campañas de desinformación y propaganda. Cuando el rival de Mussolini y líder socialista Giacomo Matteotti fue secuestrado y asesinado, los diputados de la oposición abandonaron sus escaños, dejando campo libre al fascismo.
En un escenario parecido, el 31 de julio de 1932, cuando el empobrecido pueblo alemán soportaba las más grandes miserias provocadas por el desempleo y la anarquía reinante, una arrolladora mayoría electoral llevó a Adolfo Hitler al poder. La mayoría de los alemanes festejaron y opinión pública internacional celebró la toma rápida y total de los poderes por el nazismo. Nadie pudo imaginar los horrores que comenzaban aquel día.
Las corrientes populistas iberoamericanas de la actualidad guardan muchas similitudes con la Alemania nazi y la Italia Fascista de la primera mitad del Siglo XX, desde el sistemático descrédito de los regímenes anteriores, la organización de grupos de choque como los guardias bolivarianos, asociaciones de regantes o de los sin tierra, las policías sindicales cocaleras, la retórica racista o la militarización de la población, mientras que en su discurso se apoderan de semi-verdades y grandes falsedades que manipulan para imponerse como lo hicieran en otro tiempo y lugar el socialismo fascista de Mussolini y el nacional socialismo de Hitler.
La incitación al odio sobre bases falsas y calumniosas no pudo haber sido más hitleriana cuando el presidente de la República de Bolivia Evo Morales realizó una campaña de televisión con anuncios pagados mediante los la nación entera lo escuchó decir: a los indígenas nos cortaron las manos y nos sacaron los ojos cuando quisimos aprender a leer y escribir. ¿Cuándo? ¿Dónde? El presidente nunca respondió.
Estas tendencias provocan inquietud en los sectores genuinamente democráticos, porque mediante las mociones de control numérico, el manoseo electoral conduce al culto a la personalidad de un líder supremo con poderes absolutos, quien en el molde fascista, pareciera ser el nuevo paradigma de los gobiernos populistas en la región.
Es pertinente escuchar las voces de quienes juzgan que los ideólogos y políticos del populismo latinoamericano han adoptando métodos del fascismo que se impuso en Italia (como el nazismo en Alemania) en la primera mitad del Siglo XX. Su anunciado propósito para abolir el estado republicano, liberal y democrático de 1825 a través del voto que les concede el sistema democrático liberal, es el de establecer un modelo que han denominado Socialismo del Siglo XXI, con el que anuncian perpetuarse los próximos 500 años.
Para evitar confusiones sobre la intención de este comentario y en la utilización de términos (que no pretenden ser peyorativos siendo filosóficamente precisos) y con el objeto de permitir al lector la formación de una opinión propia, ténganse en mente que las siguientes son las características clásicas de un régimen fascista:
- La centralización de autoridad en la figura de un caudillo supremo
- El caudillo y su entorno imponen rigurosos controles socio-económicos.
- Mantiene organizaciones de naturaleza beligerante, tanto en el frente interno como el externo.
- Aplica métodos de descalificación, censura y terror.
- El régimen reprime progresivamente toda oposición.
- Entona discursos racistas.
- Cultiva mitos para inducir el fervor popular.
Considera la información como arma de dominación. Miente, miente, que algo queda
Marque el lector cuáles de estas características corresponden a los movimientos populistas en los diferentes países de la región.
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