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Evidentemente…
¡No estamos solos en este mundo! por Fernando Pintos |
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Aunque la mayor parte del tiempo creamos que en Uruguay se cuenta con algunos de los ejemplares más dignos (universalmente hablando) de participar con destaque y brillo en alguna “Gran Enciclopedia de la Vileza, la Canallería y el Oportunismo de Tiempo Completo”, si alguna vez tal obra llegara a editarse, solemos olvidar que éstos, de aquí, no son otra cosa que enjundiosos aprendices y discípulos devotos de lecciones que han sido impartidas, en vivo o con auxilio de control remoto, por eximios profesores internacionales. Ésa es una epidemia que afecta a casi toda Latinoamérica y me parece que los ejemplos son perfectamente intercambiables de uno a otro país.
Pongamos por ejemplo un par de casos en Guatemala. Está uno de aquellos sindicalistas que representan a los educadores pero que, al mismo tiempo, se manifiesta seguidor de un estrambótico culto religioso cuya premisa fundamental es que Jesucristo llegó a este planeta montado en un platillo volador… Si ése es el representante sindical… Cualquiera podría especular, muy ácidamente, acerca de la calidad intelectual de los representados… Digo, en mi ignorancia. O mejor todavía, veamos el caso de aquel otro sindicalista que tomó varios millones de quetzales que estaban destinados a comprar una finca para gente desplazada, metió una buena parte del dinero en su cuenta de banco y el resto se lo entregó a un oscuro personaje que decía ser dueño (de la finca), mas no era otra cosa que un vil estafador… ¡Maravilla de transacción! ¡Belleza de sindicato! ¡Cuánto ingenio (lindante, eso sí, con la más depurada ciencia-ficción) para perjudicar al prójimo! Bueno, en cuanto a sindicalistas, sindicatos y sindicalismo… ¿Qué decirles a los uruguayos, que a estas alturas están hasta la coronilla de los unos, los otros y el de más acá? Los sindicalistas uruguayos siempre han sido profesionales en dos actividades: la agitación política —siempre encaminada a paralizar el país y perjudicar a las mayorías— y vivir sin pegar golpe. En los años 70 tenían la simpática costumbre de hacer paros de toda índole cada vez que los norteamericanos tiraban un par de bombas en Vietnam. Durante el Proceso, los que no escaparon como ratas a buscar la protección de Estados unidos o algún otro infierno capitalista, se pasaron lamiendo y relustrando pesadas botas militares, y sin decir ni pío, pasara lo que pasara… Pero con la Era Democrática, a partir de 1985, volvieron con bríos a hacer de las suyas. Al igual que en algunas pesadillescas historias de ciencia-ficción: perfectos parásitos alienígenas.
Y no es que ahora olvidemos la abigarrada y colorida variedad de agitadores profesionales que tenemos en Guatemala, siempre listos —al igual que los boy scouts y las niñas exploradoras—, para poner en pie de guerra a algún grupito de ignorantes y desesperados con el exclusivo propósito de frenar o destruir cualquier proyecto que pudiese generar cualquier clase de desarrollo para este país, ya sea una central hidroeléctrica, ya se trate de una explotación minera. ¡Cuán enjundiosa e incansable actividad la que despliegan todos ellos para destruir este país! Deberíamos sentirnos afortunados de contar en Guatemala con todos estos variopintos personajes, siempre y cuando atendamos las melifluas razones de algunos otros —personajes—, según las cuales, todo este sacro e irrestricto relajo es no sólo el desiderátum de la democracia, sino, ¡además!, el colmo de aquello que ahora se conoce como “corrección política”. Se me ocurre, por supuesto, que si tan maravillosos son todos estos tipos y tan constructiva labor es la que realizan (sería mucho más apropiado decir “perpetran”), deberíamos enviar unos cuantos centenares de ellos a la Cuba de Fidel Castro, o a Corea del Norte, o a Irán, para que prosigan allí con tal benemérita labor. Me gustaría ver a alguno de estos crápulas diciéndole tan siquiera “pío” a Fidel Castro… ¿Acaso no es, la mía, una idea maravillosa e innovadora? Adoptémosla, también, para los maravillosos sindicalistas uruguayos… Después de todo, a Fidel le vendría de maravillas que sus botas estén bien, pero muy bien lustradas.
Pero este preámbulo tiene, más que nada, relación con una noticia recién publicada en el site de la Deutsche Welle. Allí se da cuenta de una novedosa empresa alemana que se dedica a actividades que tan bien conocemos aquí, en la desdichada y agitada América Latina del año 2007. Espero que disfruten de la aleccionadora lectura que sigue y saquen algunas conclusiones con respecto a la misma. En cuanto tiene que ver con las mías, puedo adelantar tan sólo esto: en todos lados se cuecen habas. ¡Y de qué maneras! Expresado lo cual, reproduzco, renglón seguido, esta noticia, cuyo sugestivo título ha sido: “Se rentan manifestantes… ¡y causas!”.
“…¿Tiene una causa que defender pero no cuenta con apoyo? ¿Quiere organizar una manifestación pero no cuenta con seguidores? No hay razón para seguir luchando solo, en Alemania usted puede rentar manifestantes. Desde opositores a la energía nuclear y los enemigos de música en los elevadores, hasta los amantes de perros que defienden el derecho de éstos a "descargar" en donde se les ocurra, los alemanes no tienen pelos en la lengua a la hora de defender sus demandas.
En Alemania las protestas sociales son casi siempre una combinación de activismo, arte conceptual y un poco de carnaval callejero. Las manifestaciones callejeras suelen ser una oportunidad alegre para combinar su amor por el aire puro y su imperiosa necesidad de darle un sentido a sus vidas.
Sin embargo, no siempre es fácil encontrar apoyo masivo. El frío, la familia y la televisión suelen ser el obstáculo principal para que las manifestaciones registren un quórum digno. Surge así la pregunta de qué es lo que debe hacer un organizador ambicioso ante la embarazosa posibilidad de manifestarse a solas.
www.erento.com
Ingeniosos alemanes han descubierto un nuevo mercado: manifestantes para rentar. "Aparentemente a las organizaciones y asociaciones les cuesta cada vez más trabajo movilizar a sus miembros", explica Hill Bonow, representante de erento.com. A muchas personas y empresas les resulta poco agradable que se sepa que contratan a sus manifestantes. Bonow explica que no hay motivo de temor, pues es imposible diferenciar entre los manifestantes reales y los contratados.
Actualmente la empresa cuenta con cerca de 300 manifestantes para ser rentados a través de su página de internet. Los precios individuales oscilan entre 100 y 145 euros por día. Los organizadores de las protestas deciden individualmente a quién contratan. La plataforma de internet cobra 4.9 centavos de comisión por cada contratación.
Protestar con estilo
Rentar a un manifestante posiblemente no sea barato, pero si los cerebros tras la manifestación escogen correctamente el tipo de cuerpo, el color de cabello y la moda apropiada de sus manifestantes, incluso podrían lograr que su causa aparezca en las portadas de las grandes revistas. ¿Qué pasa con aquellas pobres almas indecisas, que no cuentan con una causa pero que en el más profundo de su ser saben que sus vidas podrían ser infinitamente más plenas si pudieran organizar tan sólo una vez una manifestación?
El siguiente paso lógico será empezar a ofrecer causas para rentar. Usted podría acudir entonces a una página web, por ejemplo "rente su propia causa.com" o "adopte una causa.com" y elegir una lucha que responda a sus necesidades o su temperamento (por ejemplo "protesta contra el repulsivo color de las coles moradas") para después organizar su propio y personalizado equipo de manifestantes. Si cuenta con la cobertura necesaria en su tarjeta de crédito podría incluso movilizar al mundo…”.
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