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Año III - Nº 221
Uruguay, 16 defebrero del 2007
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humor político

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Raúl Seoane

Deshojando margaritas
por Raúl Seoane

 
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            Estas últimas semanas devolvieron sobre el tapete los interrogantes por los que el canciller uruguayo Reinaldo Gargano continúa al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores. Llegó con espejitos de colores de la última reunión de presidentes del Mercosur, no tenía la menor idea de que el presidente Bush visitaría nuestro país en Marzo y fue interpelado por la Legislatura, entre otras actividades.

Humor Político

            Desde mucho tiempo atrás se viene hablando del relevo del canciller Gargano. Los rumores de su alejamiento del cargo se hacen fuertes y luego desaparecen como por arte de magia.

            Desde estas páginas venimos pidiendo la remoción del canciller desde hace mucho tiempo, pero a pesar de los deseos y rumores, siempre desmentidos por el interesado y no por la presidencia, Gargano continúa en su sillón de Relaciones Exteriores.

            Nadie en su sano juicio puede pensar que su accionar frente a la cartera que le fue asignada no es de una ineptitud total. Hasta el momento Gargano no consiguió ningún logro para nuestro país, y las piedras que va poniendo en el camino enlentecen el avance de muchas negociaciones y acuerdos.

Una historia nutrida de divergencias

Los desencuentros del presidente con Reinaldo Gargano tienen una larga historia; incluso se pueden ubicar originalmente en la reticencia de Tabaré Vázquez a nombrarlo para el cargo. A comienzos de 2005 se barajó la posibilidad de que el canciller de la República fuera una figura no frenteamplista (por ejemplo el ex canciller Sergio Abreu).
El primer episodio fue la designación de los embajadores, siendo muy sonado el caso del representante uruguayo en Francia, Héctor Gros Espiell, anunciado en la prensa en la mañana, desmentido en esas mismas horas por Gargano y confirmado en la tarde por Vázquez.
Luego, otros hechos fueron construyendo un rosario de desencuentros: por ejemplo, la aceptación de la designación de Carlos “Chacho” Álvarez como secretario general del Mercosur. Ahí Vázquez dio el sí a una consulta de Néstor Kirchner sin avisarle a su canciller. En esa oportunidad Gargano estuvo a punto de renunciar.
Entre los más recientes se cuentan el conflicto por las visiones contrapuestas en torno al TLC y la conferencia de prensa posterior al discurso del presidente en Punta Cala: Vázquez dijo que “el tren algunas veces pasa sólo una vez en la vida”, en referencia a la conveniencia de aprovechar la oportunidad de llegar a un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. A la salida de la reunión, el canciller dijo a los periodistas que el asunto era que el tren no lo llevara por delante.
Gargano ha sido el ministro que ha enfrentado con firmeza la política de inserción internacional impulsada por los ministros Astori y Lepra. Siempre declaró públicamente su postura contraria a un TLC con Estados Unidos, aun cuando el presidente llamó a silencio a su gabinete.
A fines del pasado año y al regreso de la cumbre del Mercosur en Rio de Janeiro, destacó –mientras Astori y Vázquez decían volver con las alforjas vacías– los avances registrados en favor de resolver las asimetrías del pacto regional. http://www.elmundoalreves.org/Article.do?id=23515

            No es nuestra intención desmerecer su honestidad como persona de bien, pero si su honorabilidad como político. Gargano no es el guardián de la pureza ideológica y los postulados del Frente Amplio, simplemente es un instrumento que debe estar al servicio de las necesidades del país y subordinado a la línea política económica y social que delinea su presidente. Si no está de acuerdo con los planteamientos presidenciales, lo que sucede mayoritariamente, su honor y su orgullo tendrían que obligarlo a renunciar a su cargo de Ministro y dejar el puesto a alguien con la capacidad suficiente para llevar adelante los lineamientos del presidente.

            Nadie sabe, salvo los allegados, cuál es la verdadera razón por la que Gargano continúa aferrado a un cargo que le queda grande. Probablemente en otra área de gobierno pueda ser brillante, pero en Relaciones Exteriores aparece como una quinta columna que es menospreciada no sólo por la oposición, sino también por sus propios aliados del FA y en una encuesta interna realizada dentro de su propio partido por gran mayoría se pedía su alejamiento del cargo, aunque posteriormente los resultados fueron, lógicamente, minimizados.

            ¿Es tan importante la figura de Gargano como para que la oposición se ocupe regularmente de su ineptitud? Por supuesto que no, pero los errores, las omisiones y sobre todo los horrores cometidos en proyectos y acuerdos elementales para el país, hacen importante su alejamiento de la cartera.

           Hasta ahora, el honor, el orgullo y el amor propio de Reinaldo Gargano aparentan no haberse sentido tocados por este repudio generalizado a su gestión y parece imposible que lo hagan renunciar a su cargo.

           No parece sentir lo mismo el orgullo de nuestro presidente. Herido por las expresiones de repudio a la gestión de Gargano por parte de la oposición, Tabaré Vázquez confió a Rafael Michelini que "Todo gobierno necesita cambiar algunas piezas, pero la dureza de la oposición a veces nos impide hacerlo." Clara alusión a que no piensa responder a la presiones de la oposición, dando a entender que actuará de este modo aún cuando deba retrasar sus propias decisiones.

           La remoción de Gargano y Arismendi no es una pulseada de niños para ver quién tiene más fuerza, es una decisión imprescindible para poder encaminar al país dentro de una coherencia ministerial impostergable y se puedan desarrollar políticas sustentables de crecimiento.

           El orgullo presidencial se tendría que sentir mucho más herido cuando el presidente dice “blanco” y los juntapiedras de su propio partido dicen “negro”, demostrando que la autoridad y las decisiones de Tabaré Vázquez no son respetadas por sus propios funcionarios. Tengo la sensación de que existen dos gobiernos paralelos que manejan el país de acuerdo a sus lineamientos; Vázquez, Astori, Lepra y Mujica por un lado y Gargano, Arismendi y Brovetto por el otro.

           Es menester que Vázquez olvide su falso orgullo herido y tome las decisiones necesarias para que nuestro país encuentre la vía del desarrollo. El pueblo lo votó para ser ejecutivo y no un monigote de las apetencias personales y de los funcionarios de segundo orden de su propio partido.

           Sr. Presidente, es hora de que adopte la decisión impostergable de gobernar un país de tres millones de habitantes, y no un partido de veinte mil. Las indecisiones presidenciales están desmereciendo a un gobierno que puede llegar a ser muy bueno, y que puede tener en sus manos la llave que permita a nuestro país pasar por la bisagra de la historia encontrando el camino correcto. Un mal sentido de lealtad partidaria puede llevarnos hacia el camino equivocado, camino que la mayoría de los ciudadanos no queremos recorrer.

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